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Tren Maya, el ejército ante la ilegalidad, la provocación y el ecocidio
El Tren Maya no sólo es un proyecto absurdo resultado de la ocurrencia iluminada de un autócrata. Es también, en su tramo 5 en Quintana Roo, vector de deforestación, destrucción de biodiversidad y de elementos hidrológicos únicos en el mundo. Pero, más preocupante, es la militarización que implica, así como la exposición del Ejército a posiciones de franca ilegalidad y delincuencia ambiental, y de confrontación directa con organizaciones ambientalistas. Todo esto no puede permitirse; tampoco exagerarse su gravedad.
Quintana Roo acoge, junto con Campeche, los macizos de bosque tropical subperennifolio más importantes de Mesoamérica, los cuales aún tienen conectividad hasta Belice y el Petén Guatemalteco. Se trata de ecosistemas de una gran riqueza biológica, que son uno de los últimos reductos de especies de fauna carismática y amenazada como el jaguar, puma, mono araña, mono saraguato, tapires, ocelotes, y de una multiplicidad de aves, reptiles e invertebrados. Se han conservado estos bosques tropicales, en buena medida, gracias a la creación (“neoliberal”) de extraordinarias reservas de la biósfera como Sian Ka´an y Calkmul, y otras Áreas Naturales Protegidas. Igualmente, por obra – paradójicamente a ojos de muchos – del desarrollo turístico en Quintana Roo, que ha ofrecido empleos productivos y bien remunerados a cientos de miles de ex - campesinos, que se hubieran, de otra forma, mantenido en actividades agropecuarias de subsistencia de enorme impacto ambiental, como ocurre en entidades federativas del sur del país.
La construcción de una infraestructura lineal de gran alcance, como un ferrocarril, sobre ecosistemas forestales, conlleva desmontes masivos a lo largo de la ruta (como lo hemos visto en múltiples imágenes en estos días), caminos de acceso, terraplenes y taludes, bases y sub-bases, y obras inducidas. Lo anterior, además, significa la apertura de espacios y vías a la colonización, a los asentamientos humanos, y a la tala y explotación ilegal de recursos forestales. En el caso particular del tramo 5, hay que añadir más de 1,800 km de cuevas y ríos subterráneos, que respiran a través de miles de cenotes y que serán vulnerados por el Tren Maya. Se estima que el tramo 5 del Tren Maya impactará cuando menos 100 puntos de cenotes, cuevas o ríos subterráneos. Estos constituyen uno de los complejos hidrológicos más exquisitos del planeta, que está en interacción con los extraordinarios arrecifes coralinos que bordean la costa de Quintana Roo (ecosistemas marinos de la mayor diversidad biológica), aportando importantes caudales de agua dulce a las lagunas arrecifales. Desde luego, estos, además, representan un significativo desafío de geofísica para el Tren Maya, y la necesidad de construir grandes viaductos cuyos pilotes van a destruir domos calcáreos, cenotes y ríos subterráneos.
El presidente López decidió, por sí y ante sí, cambiar el trazo original del tramo 5, que iría sobre la carretera Cancún – Tulum, lo que hubiera limitado los daños ambientales. Ordenó que el trazo se extendiera a través de zonas de selva tropical inalteradas. (Los autócratas no dan explicaciones). Tal vez le pareció complicado y costoso el trazo original, lo que se interponía a su obsesión de apoteosis de inauguración antes del 2024.
El Tren Maya nunca cumplió con la legislación ambiental, y el cambio de trazo de manera arbitraria representa una ostensible violación a la Ley, ya que no existe ninguna Manifestación de Impacto Ambiental, ni procedimientos de Cambio de Uso del Suelo Forestal, ni de consulta pública e indígena. El presidente López desprecia la legalidad cuando le incomoda – como todo déspota. Tal vez pretende cubrirse con el espurio e inconstitucional Acuerdo (expedido por él mismo) por el que se declara de interés público y seguridad nacional la realización de proyectos y obras a cargo del Gobierno de México. Esto es flagrantemente violatorio de disposiciones constitucionales en materia ambiental (Artículos 4 y 27 Constitucional), competencia económica (Artículo 28 Constitucional), transparencia (Artículo 6 Constitucional), consulta previa (Artículos 2 y 133 Constitucionales), derechos humanos (Artículo 4 Constitucional), y tratados comerciales. Pisotea la división de poderes, y pretende imponerse indebidamente sobre las leyes emanadas del Congreso de la Unión. Ha sido impugnado y la Suprema Corte debe echarlo abajo.
Dado que el presidente López ha designado al Ejército como constructor del tramo 5 del Tren Maya, y beneficiario del proyecto, empuja al Ejército Mexicano a actuar bajo la ilegalidad, lo cual tendrá consecuencias profundas y tal vez irreparables para nuestras fuerzas armadas, más aún, si las obliga a enfrentarse con los ambientalistas. Quiere exponerlas para extorsionarlas. El Ejército Mexicano debe mantenerse al margen de esta coartada.
@g_quadri