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Opinión

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La dimensión populista

Las decisiones que está tomando Trump corresponden a la dimensión populista de derecha. Está basada en la exclusión de inmigrantes, la destrucción de la confianza en el sistema de gobierno, la retirada de los acuerdos internacionales que fueron creados para resolver problemas globales, violaciones a principios constitucionales, la ilusión de crear una hegemonía para la expansión del poder.

Esta posición choca con el modelo occidental de democracia liberal pluralista que proviene de la unión de dos tradiciones diferentes: la tradición liberal del Estado de derecho y la defensa de la libertad individual, y la tradición democrática de igualdad y soberanía popular.

Con todos sus problemas surgió el “Estado de Bienestar”, que significa básicamente atender las demandas sociales. Los países más representativos son los que tienen crecientes gastos sociales como: Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia, que además cuentan con una robusta clase media y crecimiento económico.

De lo que se trata ideológicamente es de reducir la desigualdad, que haya una buena atención sanitaria, que las guarderías y las escuelas funciones con eficiencia, que los jóvenes puedan ir a la universidad y desarrollar todo su potencial. Esto es lo que verdaderamente importa. Hay que enfocarse en las políticas más que en los índices y tasas.

Ante la llegada de Trump al gobierno de Estados Unidos y la posibilidad cercana que tuvieron Marine Le Pen en Francia y la extrema derecha en Alemania, la oposición es asumir propuestas convincentes para recuperar la función promotora del Estado en el desarrollo económico y la redistribución social.

En un mundo inestable y cercano a la recesión triunfan los que encuentran enemigos débiles y confusos. Prometen soluciones utópicas a problemas complejos. Evitan el reformismo que radica en ofertas incrementales, avance con soluciones.

En los países en desarrollo surge la preocupación de que Estados Unidos les siga dando la espalda, como sucede, con medidas que les están afectando. También temen que se agudice la ruptura del régimen comercial multilateral y los convierta en rehenes de la política de las grandes potencias.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía dice: “Nada de lo que hace Trump tiene lógica. Sus puntos de vista sobre el comercio son incoherentes”.

Un experto en crisis, el exbanquero Mark Carney, que sucede a Justin Trudeau como primer ministro de Canadá, dijo: “Estos son días oscuros provocados por un país en el que ya no podemos confiar (…) No pedimos esta pelea, pero los canadienses siempre están listos cuando alguien más suelta los guantes”.

La lección actual para el mundo en desarrollo es que para lograr un crecimiento estable y sostenido con beneficios sociales, si bien cuenta lo que hacen los países más ricos del mundo, lo urgente es lo que pueden hacer los países en desarrollo para mejorar sus propias perspectivas económicas. Ante el jeroglífico de Trump hay que seguir adelante.

Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

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