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Opinión

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Elefante blanco

Frente al panorama de las grandes obras públicas tipo elefante blanco, la nula reacción por parte de las altas autoridades.

“Ya éramos muchos y parió la abuela” en materia de crecimiento económico. Y se apareció en el horizonte un nuevo elemento tóxico: el factor Trump en la presidencia de Estados Unidos. Pero la historia de insuficiente crecimiento en México es remota. Desde la crisis con la que terminó López Portillo en 1982, la economía mexicana entró en una tendencia de bajo crecimiento económico. En otra vuelta de la tuerca, a partir de 2018, el panorama empeoró, volviéndose esa tendencia en franco estancamiento. Y ya durante los últimos meses, las manifestaciones recesivas se han exacerbado. 

En diversos foros, he atribuido la tendencia al estancamiento al efecto concurrente de diversos factores tóxicos que han debilitado mucho la propensión a invertir en México. Ya destaqué entre esos factores la irrupción reciente del factor Trump en el horizonte de la economía mexicana. Sin embargo, desde hace años ha gravitado también el elemento tóxico de las grandes obras públicas que han costado mucho más que lo planeado, que no tienen para cuándo terminarse y que van a servirle poco o nada a México. Es el caso de la refinería en Dos Bocas, sobre la cual un diario de circulación nacional publicó un reportaje preocupante el domingo pasado.

En rigor, en el reportaje de Reforma no hay realmente ninguna novedad. Se confirmaron cosas que ya sabíamos, como el gran sobrecosto en el que se ha incurrido para llevar a cabo la obra, el retraso inmenso que trae el proyecto, la falta total de planeación y el peligro de inundaciones a las que están expuestas las instalaciones. Todo parece indicar que, del caso de Dos Bocas, Pemex puede tramitar una novedosa patente internacional: ¡cómo construir una refinería anfibia, capaz de sobrevivir períodos bajo el agua!

Y frente a ese panorama de las grandes obras públicas tipo elefante blanco, la nula reacción y acuse de recibo por parte de las altas autoridades. Hacerle como que no pasa nada, como que todo va sobre rieles. En la propia edición del domingo de Reforma aparece una nota en la que la presidenta celebra a la gobernadora Nahle como la constructora de Dos Bocas. Y en ese mismo reportaje se hace referencia a un gasoducto de suministro cuyo contrato se dio a un proveedor al cual se le atribuyen nexos de amistad con la ahora gobernadora. El precio original se fijó en 2,230 millones de pesos, pero el costo final resultó de 5,211 millones. ¡Pero no pasa nada! ¡Todo sigue igual!

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