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Los errores más frecuentes en las inversiones (Parte 2 de 3)
Hemos hablado ya de tres errores muy comunes que las personas cometemos al invertir nuestro dinero. Continuemos:
Invertir sin tener ningún conocimiento de qué es o cómo funciona el instrumento que estamos comprando.
Parece mentira, pero es tan común ver esto que espanta. Por ejemplo: gente que compra un fondo de inversión sin saber en qué invierte o cómo lo hace. Simplemente porque ha dado un buen rendimiento.
Lo mismo pasa con el mercado de valores. Hay personas que tienen acciones de empresas, pero no saben ni qué hacen. Tampoco conocen su situación financiera, sus competidores y mucho menos su potencial a futuro.
Ni hablar de las criptomonedas. Hay gente que tiene Bitcoin pero no sabe ni qué es o por qué se creó. Lo compraron sólo porque un amigo les dijo que “ha subido mucho” y quieren participar de las ganancias. O porque han oído que estos activos virtuales son el futuro.
Claro: uno puede tener de vez en cuando un golpe de suerte, pero invertir sin saber es una receta para un desastre prácticamente asegurado.
No tomar en cuenta los costos.
Esto es algo que veo muchas veces y me duele. Hoy en día se promueven planes personales de retiro “indexados al S&P 500”. Pero cuando uno ve los rendimientos, comparados con el índice, son muchísimo menores. Eso se explica, en parte, por las elevadas comisiones que cobran.
La verdad de las cosas es que la enorme mayoría de las veces las personas no tienen conocimiento de lo que realmente les cobra un producto financiero. Aunque esos costos estén disponibles en la documentación y sean transparentes.
Otros piensan que una comisión de 0.5% trimestral es “razonable”. Eso equivale a 2% anual.
Piensa por un momento: si el rendimiento real esperado de tu portafolio es de 6% anual, eso significa que después de comisiones estás obteniendo sólo 4 por ciento. La tercera parte de tu rendimiento se lo está quedando el intermediario financiero.
Proyecta esto en el largo plazo y te darás cuenta que la cantidad de dinero que pierdes es enorme. Esto es por el efecto del interés compuesto. El valor final de tu portafolio es radicalmente distinto.
Otra trampa son las comisiones por “éxito”. Muchos asesores financieros cobran una comisión básica por administración que suele ser entre 1 y 2% de los activos administrados. También cobran una comisión adicional por “éxito” de 20% de los rendimientos que excedieron de un benchmark determinado. Entonces, se comen una parte adicional de tu rendimiento. Pero además, este costo adicional se cobra sobre el rendimiento bruto (antes de la comisión básica) y no sobre el rendimiento que realmente recibiste como inversionista.
Ten mucho cuidado. El análisis de costos es parte esencial a la hora de elegir un instrumento, un intermediario e incluso un asesor.
Andar moviendo el dinero de un instrumento a otro, basado en las “condiciones del mercado” y no en tu objetivo.
Desde luego los intermediarios financieros como las casas de bolsa promueven esto, porque muchos cobran una comisión cada vez que uno compra o vende un instrumento. Por eso en sus reportes de análisis, en las entrevistas que les hacen en la radio, suelen recomendar “cautela” y decir que es “momento” de considerar ciertos instrumentos, dadas las condiciones que ven en los mercados y sus expectativas a corto y mediano plazo.
Hay varios problemas con esto. El más importante es que la mayoría de las veces esas expectativas no sólo no se dan, sino lo que realmente mueve a los mercados es lo que nadie vio venir. Por ejemplo: la crisis financiera del 2008 (que incluso hizo quebrar a bancos de inversión como Lehman Brothers, con todo y su ejército de analistas y expertos), la pandemia de Covid-19 o el inicio de una guerra en algún lugar del mundo.
Hay que entender esto: si estoy invirtiendo para mi retiro, con un horizonte de inversión de 30 años, en ese periodo van a existir varios ciclos económicos buenos y malos, guerras, catástrofes, momentos de crisis, de estancamiento, de elevada inflación, además de épocas de mucha bonanza.
Si ando moviendo mi portafolio todo el tiempo, intentando predecir lo que va a suceder (algo que ni los expertos más educados logran) lo único que estoy haciendo es incrementar significativamente el riesgo de mis inversiones e incluso perderme completamente del rumbo hacia mi verdadero objetivo. Como mencioné en mi columna pasada: nunca hay que perseguir rendimientos. Antes hay que mantener el riesgo bajo control.