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Opinión

Lectura 9:00 min

Del horror literario al arte gráfico, la visión de Frankenstein por Eko de la Garza

"El misterio de la creación siempre me ha obsesionado. Por eso, ver cómo Mary Shelley trata de descifrar ese misterio con su doctor Frankenstein me acerca a ella. La siento como una amante que busca la misma fuente de placer. He dedicado mi vida a la creación y aún así no logro entender de dónde sale el impulso de ver cómo surge la línea en un papel. Y esa línea la sigo persiguiendo. Soy como un colgado del patíbulo de mi pluma", reflexiona Eko de la Garza

El virtuosismo gráfico de Eko (México, 1958) es de una precisión implacable. Su dominio del claroscuro y la línea lo sitúan en la tradición de los grandes grabadores, desde Durero hasta Posada, pero su trazo afilado y su imaginería febril lo vinculan también con el expresionismo y la iconografía del cómic subversivo. En su meticuloso trabajo con la xilografía y la tinta, las sombras no solo modelan formas, sino que construyen atmósferas de inquietante densidad. Cada imagen suya es un campo de batalla entre la tradición y la disidencia, donde la técnica impecable se somete a una visión ferozmente crítica del mundo.

El clásico gótico Frankenstein; o el moderno Prometeo de Mary Shelley ha cautivado y perturbado a lectores durante más de dos siglos. Su criatura, nacida de la ambición científica y el dilema moral de desafiar los límites de la creación, sigue planteando preguntas fundamentales sobre la ética y la ciencia.

Portada del libro.

Portada del libro.Foto EE: Especial

En 2016, la editorial Restless Classics lanzó una edición especial del libro, que no solo cuenta con una introducción de la escritora y crítica Francine Prose, sino también con 26 ilustraciones originales del artista mexicano Eko de la Garza.

Eko, reconocido por su estilo audaz y singular, aporta una nueva dimensión visual al horror de Shelley. En su introducción como ilustrador, describe su enfoque creativo: utilizó como lienzo las páginas de un antiguo tratado de anatomía francés de la época en que Shelley escribió la novela, estableciendo así un vínculo estético e histórico con su contexto original. Para Eko, estas páginas simbolizan el laboratorio del Dr. Victor Frankenstein, y sus dibujos prolongan la reflexión del científico ficticio sobre los límites de la creación humana: ¿Es legítimo que la ciencia dé vida a un ser humano? ¿Basta con conocer la anatomía para comprender la esencia de lo humano?

El artista se inspira en la idea de que Mary Shelley escribió Frankenstein de la misma manera en que el científico M. Cloquet desarrolló en 1816 su Tratado de Anatomía Descriptiva, "con el escalpelo en la mano". Eko plantea que él dibuja la construcción de un ser humano con una pluma tan filosa como un escalpelo, desmembrándolo para crear un cuerpo nuevo.

La figura del artifex griego reaparece para desafiar a los dioses: la imaginación da forma a lo inexistente, engendrando un humanoide y su historia. En esta serie de ilustraciones a tinta, utiliza las páginas de un tratado de anatomía francés de la época de Shelley como soporte, convirtiéndolas en un escenario artístico, histórico y estético. Para Eko, la información y la disposición de las letras en estas páginas representan el laboratorio del Dr. Frankenstein. Con sus dibujos, sigue el pensamiento del científico y se hace las mismas preguntas: ¿Es válido que la ciencia cree seres humanos? ¿El monstruo es la consecuencia de la arrogancia humana? ¿Es suficiente conocer la anatomía para comprender qué significa ser humano?

Dibujos de Mary Shelley.

Dibujos de Mary Shelley.Foto EE: Especial

El artista también se inspira en la célebre frase de Francisco de Goya: "El sueño de la razón produce monstruos". Para Eko, la criatura de Frankenstein encarna el temor a los frutos de nuestra propia creatividad, una manifestación de los riesgos de la ambición desmesurada. Sus ilustraciones, con trazos que evocan la precisión anatómica y la distorsión onírica, transforman el horror literario en una experiencia visual impactante. El monstruo, construido con partes humanas y animado por la electricidad, sigue sin ser completamente humano. Es producto del sueño y del delirio de una mente, una representación del miedo a nuestras propias creaciones. Así, los dibujos de Eko, al igual que la mente del Dr. Frankenstein, entran en el delirio de la razón.

A lo largo de los años, Frankenstein ha sido reinterpretado en innumerables formas, pero la edición de Restless Classics ofrece una visión única al fusionar la prosa de Shelley con la expresividad gráfica de Eko. Este trabajo no solo recupera el terror original de la historia, sino que lo amplifica con una estética sombría y evocadora, incitando a los lectores a redescubrir el mito desde una nueva perspectiva.

La edición ilustrada de Frankenstein es un recordatorio de que el miedo, la ciencia y la creación siguen siendo temas vigentes. Y bajo la mirada de un artista como Eko, la obra adquiere una nueva vida, que se nutre del pasado para desafiar el presente.

Eko sigue explorando los límites de la creación. Su trabajo, que ha captado la atención de críticos y público por igual, continúa expandiéndose con nuevos proyectos y exposiciones en puerta.

"El Proyecto Frankenstein, como un monstruo, sigue creciendo y estamos en pláticas para una pop-up en la British Library y en el Allentown Museum of Modern Art, en Pennsylvania", revela.

Desde que ilustró la obra en 2016, su visión ha evolucionado considerablemente. En un mundo donde la inteligencia artificial y la bioingeniería avanzan rápidamente, el dilema ético de Frankenstein sigue vigente. "Hasta ahora he atrapado una pista de la fijación de Mary Shelley con la creación: la autonomía de la obra con su autor. Pero su búsqueda es tan utópica como la fórmula del movimiento perpetuo del Renacimiento. Y eso es algo que la IA nunca podrá lograr: romper su dependencia con el creador.

Cualquiera puede generar una imagen con el catálogo de efectos enlatados de una app en su celular, pero eso no corresponde a un nombre tan pretencioso como 'inteligencia artificial'.

“No le puedes pedir al diccionario que combine sus palabras para escribir el Quijote", sostiene.

El trabajo de Eko no se limita a la reinterpretación de clásicos.

"Yo no lo llamo ilustración, no lo es. Es un ejercicio de lector. En el caso de Frankenstein, me centré en el proceso de Mary Shelley, hurgando en la intimidad de su cráneo".

Ahora, para la editorial Restless Books de Nueva York, está trabajando en una versión ilustrada del Mahabarata. "Es una feliz coincidencia, pues desde hace años estoy intrigado con los orígenes del yoga. Esa génesis de cuentos ocurre ante un círculo de sanyasis*, yoguis ermitaños que practican austeridades, ayunos y posturas extremas de yoga por meses. Es el camino al que renunció Buda", explica.

Mary Shelley por Eko de la Garza

Mary Shelley por Eko de la GarzaFoto EE: Especial

Su interpretación de Frankenstein ha generado una respuesta arrolladora. "Cuando Restless Books editó el libro, la edición se agotó rápidamente. Y las comisiones de más obras no han parado", afirma. Pero su exploración artística no se detiene ahí.

"Tengo varios cuadros de gran formato por pintar en la técnica que estudié con Vlady, temple y óleo, adaptándola con barnices intermedios acrílicos. También tengo conversaciones con una galería que va a inaugurar su sala de gráfica erótica, y ya tengo 45 placas de cobre esperando que las ataque con una punta de tungsteno".

Para él, el dibujo es más que una técnica: es una relación intensa. "El dibujo es una amante muy celosa y posesiva, y me amarra las manos al papel. No me quejo, yo también soy un amante celoso y posesivo", concluyó.

El proceso creativo actual de Eko de la Garza es una exploración profunda sobre los límites de la creación y la autonomía del arte respecto a su autor. Su trabajo con Frankenstein no solo reinterpreta el clásico de Shelley, sino que también dialoga con dilemas contemporáneos sobre la inteligencia artificial y la bioingeniería, cuestionando hasta qué punto la creatividad puede ser replicada o desvinculada de su creador.

Eko no ilustra, sino que desentraña; no copia, sino que reescribe con tinta la obsesión de Shelley y la transforma en una experiencia visual. Su uso de tratados de anatomía como soporte no es solo un guiño a la época en la que se escribió la novela, sino una declaración de principios: el arte, al igual que la ciencia, disecciona y reconstruye.

Su inquietud no se detiene en Frankenstein. De Topor en el Vlady a la ilustración del Mahabarata, su proceso es una búsqueda constante de significados ocultos en textos, imágenes y en la misma esencia de la creación. Para Eko, el dibujo no es solo técnica, sino una relación casi visceral, un compromiso total con la obra. Su declaración de que "el dibujo es una amante celosa y posesiva" encapsula la intensidad de su enfoque: un artista que no simplemente crea, sino que se sumerge, se obsesiona y se entrega por completo a la línea, al trazo, a la idea.

En un mundo donde la inmediatez y la automatización amenazan con diluir la identidad artística, Eko se mantiene fiel a un proceso en el que la paciencia, el oficio y la reflexión siguen siendo los pilares de la verdadera creación.

Recientemente, expuso Topor en el Centro Vlady, una muestra dedicada al legendario artista Roland Topor, donde exploró el pánico, la rebeldía y el deseo a través de su característico trazo.

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Licenciada en Artes por la Bond University, de Australia, cuenta con un programa de Emprendimiento por el MIT. Es socia de El Lion que Ruge Films, una compañía independiente de producción cinematográfica. Colabora y es consejera en diversos medios con temas relacionados al arte, la cultura y la innovación. Curadora y Co-Fundadora de Artists’ Container.

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