Lectura 6:00 min
El mal viaje psicodélico: comprensión, prevención y manejo
Javier, un joven de 26 años, llegó a mi consulta un jueves por la tarde. Su mirada, perdida y angustiada, reflejaba el peso de una experiencia que aún no lograba procesar.
—Fue en un festival de música electrónica —me dijo—. Todo iba bien hasta que el mundo comenzó a girar. Vi formas distorsionadas, sentí que moría y que jamás iba a regresar. No sé cómo salí de ahí.
Había vivido lo que se conoce como un mal viaje psicodélico, en su caso, provocado por LSD.
Sin embargo, algunos expertos en terapia asistida con psicodélicos proponen otra perspectiva: no existen los malos viajes, solo experiencias difíciles que aún no han sido integradas. Desde esta óptica, lo que llamamos un mal viaje puede ser una invitación a explorar emociones reprimidas, traumas o aspectos de nosotros mismos que, aunque incómodos o aterradores, pueden transformarnos si se procesan en un entorno seguro y con la guía adecuada.
Un mal viaje es una experiencia psicológica intensa y perturbadora que puede manifestarse de diversas formas. La ansiedad extrema o la paranoia llevan al usuario a sentir que está en peligro, incluso sin una amenaza real. Las alucinaciones aterradoras, ya sean visuales o auditivas, deforman la realidad de manera hostil. También es común la sensación de pérdida de control o identidad, en la que el individuo siente que se “disuelve” o que no podrá regresar a su estado normal. En los casos más angustiantes, surge la impresión de muerte inminente, una convicción de que se está muriendo o de que jamás volverá a ser el mismo.
En el caso de Javier, esta experiencia no solo lo dejó con ataques de pánico recurrentes, sino que también desató recuerdos de su infancia que había intentado ignorar. Esto ejemplifica cómo un mal viaje puede ser una experiencia difícil de enfrentar, pero también una oportunidad de autoconocimiento si se aborda correctamente.
¿Cómo prevenir un mal viaje?
Prevenir un mal viaje requiere responsabilidad y conocimiento. Consumir psicodélicos sin preparación o en un contexto inadecuado puede derivar en una experiencia peligrosa. Aquí algunos puntos clave:
- Conoce lo que consumes: Muchas sustancias, como el LSD o el MDMA, suelen estar adulteradas con compuestos peligrosos como fentanilo o NBOMe. Usar kits de testeo puede prevenir riesgos graves.
- Respeta la dosis: Es recomendable empezar con una cantidad baja e ir ajustando gradualmente, especialmente si es la primera vez que consumes una sustancia.
- Asegura un buen estado de salud: Evita el consumo si atraviesas un episodio de ansiedad, depresión severa o si tienes problemas cardíacos.
- Cuida el set y setting: El set hace referencia a tu estado mental; asegúrate de estar emocionalmente equilibrado. El setting es el entorno en el que te encuentras; un lugar tranquilo, seguro y acompañado de personas de confianza reduce el riesgo de una experiencia negativa.
¿Qué hacer si alguien tiene un mal viaje?
Si, a pesar de todas las precauciones, alguien atraviesa un mal viaje, como acompañantes o familiares podemos desempeñar un papel crucial para ayudarles:
- Proveer un entorno seguro: Si la persona está en un lugar ruidoso o caótico, llévala a un espacio tranquilo, lejos de estímulos abrumadores.
- Hablar con calma: Usa un tono de voz sereno y tranquilizador. Frases como “esto pasará” o “estoy aquí contigo” pueden ayudar a reducir la angustia.
- Evitar la confrontación: No discutas ni trates de convencer a la persona de que sus percepciones no son reales. En su lugar, valida su experiencia emocional.
- Monitorear signos físicos: Aunque es poco común, algunas sustancias pueden causar deshidratación, alteraciones cardíacas o hipertermia. Asegúrate de que la persona esté físicamente estable.
- Buscar ayuda profesional: Si la situación se sale de control o la persona muestra conductas autolesivas, no dudes en contactar servicios médicos.
Más allá del mal viaje: la integración como clave
La integración es el proceso mediante el cual una experiencia psicodélica, incluso una difícil, se procesa y asimila para generar aprendizajes valiosos. En el caso de Javier, tras meses de terapia, trabajamos en los recuerdos dolorosos que emergieron durante su viaje. Lo que inició como un evento traumático se convirtió en una oportunidad para sanar heridas emocionales de su infancia.
Para facilitar la integración, es fundamental contar con apoyo y herramientas adecuadas. Hablar con un terapeuta capacitado que comprenda el impacto de las sustancias psicodélicas puede ser clave para procesar la experiencia de manera saludable. También es útil recurrir a herramientas como la escritura, el dibujo o la meditación para dar forma a lo vivido y explorar sus significados. Además, crear un espacio seguro para reflexionar sobre los mensajes y emociones que surgieron durante el viaje permite asimilar la experiencia de manera más profunda y constructiva.
Sustancias comúnmente relacionadas con malos viajes
Entre las sustancias más comúnmente asociadas con experiencias difíciles se encuentran:
- LSD: Al ser un potente alucinógeno, puede provocar alteraciones visuales intensas y episodios de paranoia, especialmente si se consume en un entorno inadecuado.
- Psilocibina (hongos mágicos): Aunque se considera una de las sustancias psicodélicas más seguras, dosis altas o un contexto no controlado pueden desencadenar ansiedad extrema.
- MDMA (éxtasis): Su adulteración con compuestos peligrosos puede aumentar la ansiedad o generar reacciones físicas adversas, lo que hace fundamental verificar su pureza antes del consumo.
Tratamiento clínico: cómo sanar después de un mal viaje
Desde el ámbito clínico, el abordaje de un mal viaje incluye:
- Terapia psicológica integrativa: Permite procesar los traumas y resignificar la experiencia, ayudando a convertirla en un aprendizaje en lugar de un evento traumático.
- Técnicas de regulación emocional: Métodos como la respiración profunda y el mindfulness pueden reducir la ansiedad y facilitar la recuperación después del episodio.
- Farmacoterapia: En casos severos, ciertos medicamentos pueden estabilizar al paciente mientras se trabaja terapéuticamente en la integración de la experiencia.
Reflexión final
Hablar de “malos viajes” es también hablar de nuestras sombras, de esos aspectos de nosotros mismos que tememos enfrentar. La prevención, la información y una integración adecuada no solo minimizan riesgos, sino que pueden transformar estas experiencias en valiosas oportunidades de aprendizaje.
El verdadero viaje no es el que ocurre bajo los efectos de una sustancia, sino el que emprendemos hacia nuestra propia mente, con valentía y guía. Si has vivido un mal viaje, recuerda que no estás solo y que sanar es posible. Incluso las experiencias más difíciles pueden convertirse en una puerta hacia el autoconocimiento y la transformación personal.
Me encantaría conocer tus dudas o experiencias relacionadas con este tema. Sigamos dialogando; puedes escribirme a dra.carmen.amezcua@gmail.com o contactarme en Instagram en @dra.carmenamezcua. ¡Hasta la próxima!