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Opinión

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Pesan más los hechos que las palabras

Es evidente que la presidenta Claudia Sheinbaum está consciente de que si no hay inversiones del sector privado no habrá crecimiento económico y sabe que si no hay crecimiento no habría recursos para mantener y aumentar los programas sociales, llevar a cabo las inversiones en infraestructura que pretende y sobre todo para mejorar los niveles de vida de la gente.  

El sexenio de López Obrador ha sido el peor en crecimiento económico desde los años ochentas del siglo pasado y dejó una economía en crisis que va a crecer menos de 1.5 % este año y que, de no hacerse algo diferente, el crecimiento económico para el próximo año será aún menor a esa cifra.

Las reuniones de la presidenta con los CEO de empresas de EU en México, con inversionistas y con los principales empresarios mexicanos en los primeros 30 días de su gobierno demuestran el interés que tiene de revertir la desconfianza que existe. Sin embargo, para que decidan traer su dinero se requiere mucho más que las palabras y promesas que haga la presidenta. Existe desconfianza no sólo por el continuismo de las políticas de López Obrador, sino porque en estos 30 días los hechos contradicen sus palabras.

Su apoyo incondicional a la reforma del Poder Judicial, su desacato a los amparos concedidos por jueces y las reformas para impedir controversias y amparos, ponen en duda su compromiso de respetar el Estado de derecho. La reforma judicial es una espada de Damocles que puede ser usada por ella y su partido en cualquier momento para controlar el poder Judicial y modificar la Constitución como les dé la gana. Si a esto le sumamos la incondicionalidad de los legisladores de Morena que no se atreven a cambiar una coma a las iniciativas, en la práctica no habrá división de poderes y ningún contrapeso a los excesos del ejecutivo.

El revertir las reformas energéticas y de Pemex y CFE convirtiéndolas nuevamente en empresas de Estado es, por un lado, una violación al tratado comercial con EU y Canadá y, por el otro un retroceso en la apertura de nuestra economía. Otorgarle al Ejército la construcción del tren de la Ciudad de México a Pachuca y Querétaro es continuar con la intervención del Ejército en actividades que deberían corresponder al sector privado. La decisión de crear una constructora de vivienda en el Infonavit deja claro su visión estatista para resolver el problema de vivienda, dejando de lado a las constructoras privadas. La eliminación de los organismos autónomos para dejar todo en manos del gobierno es una muestra más de su decisión de mantener el poder discrecional del gobierno.

Finalmente, su apuesta al fortalecimiento de la Guardia Nacional militar para combatir la delincuencia y la violencia, a pesar del fracaso que ha tenido, no crea confianza entre los inversionistas de que la seguridad va a mejorar. Si a todo esto le sumamos su discurso repetitivo del sexenio pasado está difícil que sólo con palabras cree confianza entre los inversionistas.

México ha sido un paraíso para los inversionistas a pesar de la corrupción y la inseguridad por el tamaño de nuestro mercado y los altos rendimientos que obtienen, sin embargo, la falta de confianza de los inversionistas ha sido siempre una limitante para aprovechar esa posibilidad. En estos 30 días de gobierno de Claudia Sheinbaum lo único que ha hecho es ir más allá con las reformas de López Obrador, reformas que rechazan y crean desconfianza entre los inversionistas. Se esperaba un cambio, desgraciadamente lo único que se está ofreciendo Claudia Sheinbaum es más de lo mismo.

Ciudadano interesado en las soluciones para el país y la Ciudad de México. Político mexicano, ha sido diputado federal (1988-1991), senador (2000-2006) y jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2009-2012)

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