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Opinión

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¿Plantas forzadas o desabasto anunciado?

El anuncio presidencial del jueves pasado encendió las alarmas en la industria farmacéutica: a partir de la megacompra consolidada de 2026, solo podrán venderle al gobierno mexicano las empresas con planta de producción en el país. La medida, que busca empleos e inversión, suena romántica, pero su prisa y falta de profundidad podrían convertirla en un riesgo mayor. En esta carrera por la autosuficiencia, el gobierno de la 4T parece ignorar que las inversiones no llegan por decreto y que de imponer esa medida, en lugar de fortalecer el sistema de salud, esto podría agravar el desabasto.

No es una idea improvisada. Desde 2019, cuando Claudia Sheinbaum era jefa de gobierno, ya se hablaba de soberanía productiva en salud. Eso está muy bien, hay que incentivar la producción nacional. El decreto, que se espera la próxima semana, lleva tiempo gestándose, pero choca con una realidad global: la industria farmacéutica no es la de hace 40 años.

Hoy, las plantas se ubican según condiciones técnicas y logísticas, no por voluntad política. México, con sus retos en principio de energía, agua, aduanas y certidumbre jurídica, no está listo para exigirlas.

La intención es clara: atraer inversión en un contexto de guerra comercial y nearshoring. Sin embargo, el timing es riesgoso. Forzar a las trasnacionales a abrir plantas en 12 meses es inviable; directivos del sector nos comentan que esas decisiones toman cuando menos de 3 a 5 años tras análisis rigurosos. De las empresas de AMIIF —integrada por más de 60 empresas, incluidas las trasnacionales líderes en investigación farmacéutica, biotecnología, dispositivos médicos e investigación clínica- menos de un tercio tiene hoy plantas locales. La duda está en si cambiarían su estrategia global de la noche a la mañana. Y si alguna lo intenta, ¿qué pasa con los precursores químicos atrapados en aduanas o la falta de infraestructura para reactores especializados? El resultado podría ser plantas “de fachada” que cumplan a medias, sin resolver el fondo.

Peor aún, la medida no distingue tipos de medicamentos. Para enfermedades huérfanas, muchas firmas operan con una o dos plantas mundiales. Obligarlas a instalarse aquí las llevaría a abandonar el mercado mexicano antes que ceder, dejando a pacientes sin opciones. Esto no solo pega a las trasnacionales; la industria nacional, interconectada con las cadenas globales, también sufrirá. Genéricos y laboratorios locales podrían quedar fuera de las compras públicas, reduciendo competencia y oferta.

El gobierno apuesta a que empresas asiáticas —India, Taiwán, China— vean una oportunidad para exportar a Estados Unidos desde México. Pero en un ambiente de incertidumbre con el TMEC, que permite a las empresas operar desde donde sea eficiente, esto suena más a sueño que a plan. Darle a Trump argumentos para cuestionar el tratado en plena renegociación es un lujo que no nos podemos permitir.

Y luego está COFEPRIS. Aunque se promete agilizar trámites, no hay garantía de que esté a la altura. Si las empresas no cumplen el requisito y el gobierno insiste, el desabasto será inevitable. Comprar internacionalmente seguirá siendo la salida, pero con menos jugadores y a costos más altos, anulando el supuesto beneficio económico. Los pacientes, como siempre, pagarán el precio.

No se trata de rechazar la autosuficiencia, sino de ser pragmáticos. Incentivar inversiones con subsidios o alianzas público-privadas sería más efectivo que torcerle el brazo a una industria que no responde a imposiciones. México tiene ventajas —ubicación, mano de obra—, pero sin resolver cuellos de botella como aduanas o energía, ningún corporativo dirá: “Qué gran idea, voy a invertir”.

El “segundo piso” de la 4T debería escuchar a la industria y a los pacientes antes de publicar ese decreto. Forzar plantas en un país que no está preparado no traerá empleos mágicos; podría, en cambio, agravar la fragilidad del sistema de salud. Porque, al final, no se trata de quién gana la discusión ideológica, sino de quién pierde acceso a un medicamento. Y esos, lamentablemente, siempre son los mismos.

Que la Inteligencia Artificial llegue a la formación médica

Sabemos que en estos días se hará un exhorto desde la Cámara de Senadores, al secretario de Educación, Mario Delgado, y al subsecretario de Educación Media, Ricardo Villanueva, para impulsar la enseñanza de la Inteligencia Artificial en las escuelas de medicina públicas y privadas. Quién duda que es muy relevante introducir este capítulo en la formación de los próximos profesionales de la salud, y no sólo los médicos, sino también las enfermeras, los ingenieros biomédicos, y todas las carreras relacionadas con la atención de la salud en México. Por cierto, la semana pasada se llevó a cabo la reunión de la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina (AMFEM) en Monterrey, y ahí el tema de la enseñanza de IA se apoderó de la reunión. Es buena noticia, pues nos comentan especialistas que las herramientas y modelos IA no sólo son ayuda para diagnóstico; la medicina está en el punto de inflexión entre Salud Digital y la nueva era de la IA.

Hizo ruido la atención a daño renal en CCINSHAE

Aldo positivo que se consiguió increíblemente en la administración pasada, fue la cobertura de terapia de diálisis a pacientes con insuficiencia renal en la red de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, la CCINSHAE, impulsado por el excomisionado Gustavo Reyes-Terán, hoy director médico del ISSSTE. Se incluyó al Hospital General de México (aunque no es parte de la red) que inexplicablemente no tenía terapia de reemplazo renal. Nos dicen que en ese rubro, el HGM mejoró espectacularmente; y hoy los pacientes renales reciben su máquina e insumos de diálisis en su casa. Aparte, un paciente crítico recibe terapia de reemplazo renal continua (modalidad de alto costo), antes imposible de costear. Pero nos enteramos que ese caso de éxito se logró gracias en parte a que los directores administrativos no metieron las manos en la licitación. Y eso generó incomodidad a más de un directivo de hospital que quiere regresar al pasado.

Para cáncer de vejiga llega innovación médica a México

Nos informan que en México, en la salud pública se dio un giro innovador en el manejo del cáncer urotelial, mejorando el acceso a servicios médicos especializados, con terapias más efectivas y menos invasivas que los procedimientos médicos tradicionales. Esta evolución alivia la presión sobre el sistema y brinda a los pacientes la oportunidad de vivir con mayor bienestar y autonomía, y con la opción de aumentar la supervivencia unos 30 meses, dos veces más que las acciones tradicionales de quimioterapia sin terapia de mantenimiento. La opción abre esperanza a una vida más plena para las personas que conviven con el cáncer de vejiga. Un ejemplo de este avance es Avelumab, una terapia de la farmacéutica Merck, de origen alemán, que amplía las opciones de inmunoterapia para personas con cáncer de vejiga que han respondido favorablemente a la quimioterapia.

Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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