El Ángel se ilumina con luz de indignación

Entre el ruido del Paseo de la Reforma en hora pico, junto al martilleo de activistas armando cruces, el frío del otoño capitalino y un penetrante aroma a copal, el Ángel de la Independencia se convirtió en el memorial de las más de 50,000 víctimas de la violencia en el país.

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia, inició la conmemoración de los miles de muertos que ha dejado el combate a la delincuencia organizada con una velada que irá de las 6 de la tarde a las 6 de la mañana, para luego dar paso a una serie de actividades culturales y artísticas, y terminar con una conferencia de prensa este mediodía.

Alrededor de 30 familiares de víctimas y decenas de activistas llegaron al lugar para colocar una ofrenda masiva de cruces blancas, que representan a las personas y no sólo un número en la cuenta de Felipe Calderón.

Arturo Malvido Conway, vistiendo un atuendo que asemeja un árbol, cuyo hermano falleció hace 14 años, es parte del movimiento desde que empezó en Cuernavaca. En el estado no encontré consuelo ni confort, sólo fui testigo de la miopía institucional .

Entre los asistentes también estaba Julián LeBarón (hermano de una víctima), quien fue muy enfático al argumentar que el movimiento no ha logrado su objetivo ni se está entendiendo con el gobierno federal. Mucho más importante que recordar los nombres de nuestros muertos es que nosotros sigamos protestando para que no haya más muertos , afirmó cuando le preguntaron sobre la declaración de Calderón, en el sentido de que hay que ponerle nombre y apellido a los muertos para preservar la justicia.

Javier Sicilia llegó alrededor de las 6:45 de la tarde; sin dar detalles sobre su viaje a Washington, comentó que Estados Unidos debe asumir su responsabilidad por la violencia en México. El gobierno mexicano es el gran responsable de la guerra, pero EU es responsable por las armas que llegan, afirmó.

Acompañado por amigos y familiares, tras saludar a algunos asistentes, Sicilia fue a una ofrenda con una cruz formada de pétalos, depositó un ramo de cempasúchil y encendió un par de veladoras.

Después de caminar lentamente entre intrincados caminos formados por los cientos en el piso y la multitud, Sicilia se acercó a una ofrenda con una fotografía de su hijo y se dio a la tarea de escribir Juan Francisco Sicilia en una cruz.

El escritor encendió un cigarrillo tratando de contener las lágrimas ante la mirada de la prensa y los asistentes.

Alrededor de las 8 de la noche, Javier Sicilia se apartó de los reflectores para convivir con algunos asistentes y continuar con la velada en silencio por los muertos, sus muertos, los muertos de todos.

jorge.camarena@eleconomista.mx