Inundaciones súbitas, qué son y cómo se clasifican según Cenapred

Después de las olas de calor que vivimos en México, entramos a la temporada de lluvias y huracanes, fenómenos hidrometeorológicos que causan diferentes efectos en el país: mientras el agua beneficia a la naturaleza y ayuda a que aumenten las presas, otras zonas presentan inundaciones como las súbitas, poniendo en peligro a la población. 

¿Qué es una inundación? 

El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) define a la inundación como “un evento que debido a la precipitación (lluvia, nieve o granizo extremo), oleaje, marea de tormenta, o falla de alguna estructura hidráulica, provoca un incremento en el nivel de la superficie libre del agua de los ríos o el mar mismo, generando invasión o penetración de agua en sitios donde usualmente no la hay y, generalmente, daños en la población, agricultura, ganadería e infraestructura”. 

La Ley General de Protección Civil reconoce los siguientes tipos de inundación: 

• Pluviales: Ocurren cuando el terreno se satura de agua y no puede absorberla, originando que el excedente de lluvia se acumule durante horas o días. 
• Fluviales: Se crean cuando el agua que se desborda de los ríos queda sobre la superficie del terreno. 
• Costeras: Es cuando el nivel medio del mar sube por la marea de tormenta que causan los huracanes y el oleaje, los cuales cubren grandes extensiones de terreno. 
• Lacustres: Es el incremento del nivel medio de un cuerpo de agua como los humedales, arroyos, lagunas y lagos, entre otros. 

Estos tipos de inundaciones tienen dos clasificaciones según e tempo en el que se desarrollan: 

1. Inundaciones lentas: Transcurren en días porque ocurren en áreas de poca pendiente, lo que permite la opción de evacuar. 
2. Inundaciones súbitas: Evolucionan en minutos por lluvias intensas que caen sobre una superficie pequeña con fuerte pendiente; se relacionan con avalanchas de lodo. 

Inundaciones súbitas 

Las inundaciones súbitas están compuestas por flujos de lodo que viajan rápidamente y arrasan con los objetos que están a su paso, haciéndolas destructivas y peligrosas. Los efectos que provocan son variados; desde la erosión en zonas altas y la obstrucción del drenaje, hasta daños en zonas agrícolas y laderas, arrastre de sedimentos en zonas bajas y el depósito de materiales en presas, reduciendo su capacidad de almacenamiento. 

También hay factores que las provocan, como las barrancas y ríos con gran pendiente; los cambios en el uso de suelo, así como su degradación, la descarga súbita del agua de en una presa o embalse y la deforestación. 

Para prevenirte, mantente informado de los pronósticos de lluvias; evita los asentamientos humanos cercanos a los ríos, embalses y barrancas; respeta los usos de suelo y promueve la reforestación para favorecer la captación del agua de lluvia, además de seguir las instrucciones de Protección Civil.