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Política

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Los Peter Pan se quedan en el nido

Cada vez más mexicanos extienden la edad en la que la lógica nos dice que es tiempo de dejar de vivir con los padres. Hay varias razones, temen crecer, enfrentarse a responsabilidades, y renunciar a las comodidades emocionales y físicas que se tienen en la infancia y adolescencia.

La vida de todo ser humano supone etapas: infancia, adolescencia, adultez y vejez. En el inter de cada una de ellas se superan problemas más complicados que en la anterior y se enfrentan responsabilidades mayores, pero actualmente en México hay cada vez más adultos jóvenes que, por distintas razones, deciden extender su adolescencia, dijo Óscar Galicia, coordinador del laboratorio de neurociencias de la Universidad Iberoamericana.

A los 25 años, cuando una persona que en teoría ha madurado biológicamente y tiene las herramientas necesarias para enfrentar el mundo solo, con una carrera profesional y empleo, y busca la manera de eludir su independencia permaneciendo más tiempo en el hogar paterno; psicológicamente se le llama adolescencia tardía, explicó Claudia Sotelo, académica e investigadora del Instituto de Investigaciones en Psicología Clínica y Social (IIPCS).

Los argumentos son vastos: cursar un posgrado, miedo al fracaso, ahorrar dinero o, la más común, la comodidad que supone habitar el techo de mamá y papá, dijo.

La adolescencia es una etapa biológica y psicológica que inicia con la pubertad, cuando se producen cambios hormonales y aparecen caracteres sexuales secundarios. El fin de esta etapa es cada vez más indefinida en nuestra cultura, según Galicia puede verse claramente que en occidente esta dura mucho tiempo en comparación de otras culturas.

En sociedades tribales, luego de los cambios hormonales, la adultez se inicia con un ritual y explicó que en comunidades más urbanas a los adolescentes se les brindan responsabilidades de adultos a cuentagotas.

Pausa cómoda

Cuando es superada la etapa de confrontación permanente con los padres, que se vive en la adolescencia, la opción de permanecer en el hogar es voluntaria, dijo Óscar Galicia. Esta relación puede convertirse entonces en simbiótica o dependiente.

Si los elementos de la familia aportan para hacer que los roles funcionen de manera adecuada, se habla de un estado simbiótico, explicó. Cada miembro aporta elementos para que el sistema funcione, por ejemplo, la madre aporta el cuidado mientras lo hijos cooperan económicamente y ayudan con las tareas del hogar.

Carlos, comunicólogo de 26 años, dijo que la mejor compañía es la de su madre y aunque sí busco independencia, no es momento, pues ella necesita mi apoyo económico y moral por el momento. Cuando pase la emergencia en la que nos encontramos, ya pensaré en buscarme un sitio .

El riesgo se corre cuando aparecen actitudes malsanas como el chantaje emocional de padres a hijos o viceversa si el tema de encontrar un lugar sólo aparece como amenaza. Si el miedo es la principal causa por la que no se busca independencia o la incomodidad a la soledad, se habla de una relación dependiente a la familia.

Claudia Sotelo, del IIPCS, explicó que es desde la infancia cuando se construye este tipo de patrones, si no se fomentan las responsabilidades ni la frustración en un niño, como adulto será una persona demandante sin la capacidad de aguardar a que el éxito y comodidades lleguen por trabajo propio.

Estos individuos temen crecer, enfrentarse con la responsabilidad y a renunciar, son las comodidades emocionales y físicas que se tienen en la infancia y adolescencia. Por lo general son superficiales, se apegan a las cuestiones materiales y presentan poca tolerancia a la frustración.

El Diccionario de Psicoanálisis de Jean Laplanche define a la frustración como la condición del sujeto que ve negada o se niega la satisfacción de una demanda pulsional . Sotelo explicó que es la capacidad de adaptarnos a la vida .

Gente que sufre del Síndrome de Peter Pan no es capaz de aceptar estos cambios tan fácilmente, por ello es muy difícil que se conviertan en líderes o entablen relaciones amorosas profundas y duraderas.

La madurez

Al incorporar el juicio, la responsabilidad sobre la conducta, metas, problemas, se está llegando a la madurez, indicó Claudia Sotelo. Esto, consolida y ayuda a encontrar la personalidad propia, esta tarea es personal.

Vivir solo es muy educativo , sostuvo Óscar Galicia, el sujeto aprende a valorarse por sí mismo, sin ayuda de otros . No existe la ayuda solidaria, por lo que tendrá que ingeniárselas para salir adelante. Se desarrollan nuevas capacidad de solución de problemas cognitivos.

Se desarrollan nuevas formas de intimidad, comentó Sotelo, y se tiene la gran satisfacción de hacerse cargo de uno mismo, de probarse en privado quién es cada uno y disfrutarse como persona.

Las familias muégano

En México, las familias tienden a conservar mucho más la unión nuclear, esto puede explicarse a que la cultura es una simbiosis entre la española y las prehispánicas, las cuales compartían esta relación intensa entre los integrantes de una familia.

También influye que el promedio de casamiento de los jóvenes se elevó, en promedio, de cinco a 10 años.

Hace 30 años, la gente se salía de sus casas a los 25 años o antes porque se casaba, hoy se unen en matrimonio cerca de los 30 o superando esta edad.

¡Hijazo de mi vidaza!

Podría dar una serie de razones justificando por qué no vivo solo", dice Fernando de 32 años quien es abogado y vive con sus padres y hermano. "Sólo puedo decir que, en un principio es por comodidad. Estás en un lugar donde lo tienes todo: un techo que no pagas, comida caliente, etcétera".

Pero no todos tienen una estabilidad económica como Fernando, por ejemplo, Rebeca quien está a un par de meses de cumplir sus 29 años dice que la solvencia económica es una de las principales causas por las cuales "no se mueve" de casa de sus padres. "Y es que lo que gano como becaria en la UNAM, no me alcanzaría para cubrir una renta", sostiene esta joven quien ha culminado ya sus estudios de biblioteconomía.

De acuerdo con estadísticas del INEGI, siete de cada diez desempleados en el país tienen entre 15 y 37 años, siendo el rango de los 35 a 37, donde más se acentúa esta característica.

Al respecto, Oscar Galicia opina que, en los tiempos actuales es muy difícil obtener una licenciatura y un trabajo bien remunerado, por lo que dejar la casa de los padres, donde ya se tiene un status y calidad de vida, para emprender la búsqueda de un lugar con menos comodidades, no resulta una opción atractiva, más si la relación familiar es sana y buena.

"Mis papás son gente amable, me gusta platicar con ellos, me la paso muy a gusto. Soy una persona un tanto aislada y me cuesta entablar buenas relaciones con la gente, encontrar una buen roomate con el cual convivir y repartir gastos sería muy complicado. Aunque sé que voy a tener que buscar mi independencia un día de estos", comparte Rebeca.

Fernando dice que no es conveniente salirse de casa si va a rentar "por ello ahorro para comprar mi casa o departamento propio. Además ya no busco independencia, esa ya la tengo, aún viviendo acá. Quiero salir y establecer una familia".

Galicia explica que en México las familias tienden a conservar mucho la unión nuclear.

Recordó que la cultura de nuestro país es una simbiosis entre la española y las prehispánicas, las cuales compartían esta relación intensa entre los integrantes de una familia.

Destacó también que el promedio de casamiento de los jóvenes se elevó en promedio de unos cinco a diez años. Hace treinta años, la gente se salía de sus casas a los 25 años porque se casaba, hoy se unen cercanos a los treinta o superando esta edad.

La crisis, puede incentivar quedarse en casa de los padres

Diversos pretextos se plantean para no dejar la comodidad entre estos el ahorro de gastos

La Encuesta Nacional de Juventud indica que 70% de los jóvenes encuentra su primer empleo a través de familiares o conocidos.

De acuerdo con esta encuesta de 100% de mujeres con título en la nación, 70% de ellas trabaja.

Cifras del INEGI revelan que siete de cada 10 desempleados en el país tienen entre 14 y 37 años, problema que se acentúa en el rango de los 35 a 37.

Según especialistas, en los tiempos actuales es muy difícil obtener una licenciatura y un trabajo bien remunerado, por lo que dejar la casa de los padres no resulta una opción atractiva.

Se habla de dos estados: uno es el simbólico, cuando los elementos de la familia aportan para hacer que los roles funcionen de manera adecuada; de lo contrario es un estado dependiente.

Gente que sufre del Síndrome de Peter Pan, no es capaz de aceptar estos cambios tan fácilmente, por ello es muy difícil que se conviertan en líderes o entablen relaciones amorosas profundas y duraderas.

Expertos afirman que vivir solo es muy educativo, pues el sujeto aprende a valorarse por sí mismo, sin ayuda de otros.

alangner@eleconomista.com.mx

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