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Política

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México es racista: Federico Navarrete

Es una de las causas por las que hemos tolerado la atroz espiral de muerte y violencia que nos ha rodeado en los últimos años, plantea.

Portada del libro “México Racista. Una denuncia”. Ilustración EE: Cortesía.

Portada del libro “México Racista. Una denuncia”. Ilustración EE: Cortesía.

El racismo es un fenómeno social profundamente destructivo y en México se ejerce de muchas formas, plantea el historiador Federico Navarrete.

En entrevista, el autor del libro “México Racista. Una denuncia” reeditado este año por Debolsillo, refiere que el racismo es una forma de discriminación que se ha vuelto un fenómeno generalizado.

Incluso, una de las causas por las que hemos ignorado o tolerado la atroz espiral de muerte y violencia que nos ha rodeado en los últimos años ha sido precisamente los prejuicios racistas que nos dividen, señala.

El libro está dividido en nueve capítulos en los que analiza, desde cómo el racismo mexicano se relaciona con casos como el de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; relata los múltiples rostros de este fenómeno social; hasta la forma en la que la creencia en una unidad racial de la nación mestiza ha sido una herramienta para excluir.

—¿Dónde están las fronteras y las diferencias entre racismo, discriminación y prejuicios?

—La discriminación es el trato diferenciado que se hace a las personas de manera injusta por cualquiera de sus características. Por ejemplo, discriminación de género, por preferencia sexual, por religión y el idioma.

Es un fenómeno generalizado y en México tenemos muchos tipos de discriminación.

El racismo es una forma de discriminación, pero es una forma muy particular, porque es una forma que está muy vinculada con las estructuras políticas y económicas y tiene que ver con el origen de las personas, independientemente de su género, condición social, de cómo hablen o con lo que digan.

Tiene que ver con su físico, con lo que suponemos que es su origen, si son “negros”, si son “indios”, o si son de otros orígenes.

Por otro lado, el racismo tiene una dimensión estructural. Es decir, la sociedad colonial que hubo en México fue profundamente racista y lo mismo han sido racistas los gobiernos de México desde la independencia. Entonces es una realidad que, se manifiesta en el hecho de que los pueblos indígenas en México sean los más marginados, en términos de acceso a la educación, ingreso, esperanza de vida, etcétera.

No es una cuestión de prejuicios individuales o de prácticas personales, sino que es una manera en que se organiza nuestra sociedad. 

—¿Cuántos rostros tiene el racismo?

—Muchísimas, empieza en la misma familia. El racismo en México empieza cuando hacemos distinciones entre nuestros propios familiares, en función de quién es más güerito y quién es más moreno; cuando ponemos apodos como “El Negro” o “El Indio”, cuando decimos que una persona blanca es más bonita que una persona no blanca, ahí ya empieza el racismo.

El racismo en nuestras propias familias tiene generaciones. Llevamos de reproducir ese racismo desde hace muchísimas generaciones.

También el racismo se practica en las escuelas, se practica en los círculos sociales, en muchos ámbitos privados y se practica también en las instituciones públicas, cuando pedimos un empleo, cuando se decide quién merece una promoción o no.

Muchas veces los criterios que se utilizan son de índole racista. Y finalmente se practica en la industria de los medios de comunicación, se practica en la economía en general.

—¿En México el racismo tiene ciertas características?

—El racismo en cada país es diferente. El racismo en México no es como el de Estados Unidos, de ninguna manera, porque tenemos una historia muy diferente.

El racismo en Estados Unidos está centrado en la idea de separar los diferentes grupos y de impedir que se mezclen. En cambio, en México, paradójicamente, el racismo está centrado en la idea del mestizaje, que es la idea de que todos los grupos diferentes deben mezclarse y convertirse en uno solo, que es el mestizo.

—¿Cuáles son las consecuencias?

—Pues básicamente que muchas personas tengan menos acceso a la educación de lo que podría tener; hace que muchas personas tengan mala calidad en los servicios de salud; hace que muchas personas no tengan las oportunidades de desarrollo individual o grupal que pudieran haber tenido si no hubiera ese racismo.

Entonces, sí es un fenómeno social profundamente destructivo.

—Usted plantea que el racismo se relaciona con casos atroces como el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos…

—Yo no diría que el racismo fue lo que provocó la desaparición de los 43 estudiantes; no creo que hayan sido desaparecidos por su color de piel. 11 de ellos, por cierto, eran hablantes de lengua indígena.

Yo no diría que propiamente esa violencia fue provocada por el racismo de manera directa, pero por otro lado, el argumento de mi libro es que, si en la sociedad mexicana las personas de piel más morena, las personas de origen más humilde, las personas de origen indígena,  no aparecen en la televisión nunca, son discriminadas, hay prejuicios racistas que dicen que son más ignorantes, que son más primitivos, que son más atrasadas, que su cultura no vale nada, que sus formas de vida son inferiores, todos estos son los prejuicios racistas que hay en su contra. Todos esos prejuicios pues facilitan que luego estas personas se vuelvan objeto de violencia.

—¿El clima de polarización que hay en el país, incluso fomentada desde el gobierno, tiene alguna repercusión en este tipo de conductas?

—No, no creo. La polarización es un fenómeno global, la polarización política y social está aconteciendo en todo el mundo, tiene que ver pues con el hecho de que vivimos en sociedades realmente cada vez más desiguales.

—¿El racismo solamente va de fifís hacia los chairos o también hay racismo de los chairos hacia los fifís?

—Bueno, yo creo que ese es un problema serio. Como el racismo es estructural,

la idea de que por ejemplo puede haber racismo contra los grupos blancos y privilegiados de la sociedad es falsa.

No puede haber racismo contra una persona blanca, porque las personas blancas han sido las que históricamente han ejercido el racismo contra todos los demás grupos, y porque el racismo es una estructura social que privilegia a las personas blancas o que tiene una cultura de blanquitud frente al resto de los grupos.

Entonces, puede haber actitudes discriminatorias contra las personas blancas, lo cual me parece muy mal, porque a mi juicio no va a haber discriminación por el color de la piel en contra de nadie, pero eso no es racismo.

diego.badillo@eleconomista.mx

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Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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