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Política

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Nueva política exterior, fin del tradicionalismo

El paso del gobierno, que en sexenios pasados era abiertamente rechazado por la Sedena, responde a un cambio generacional en la toma de decisiones.

Hablar de la integración de elementos militares de México a las misiones de los Cascos Azules durante el mandato del ex presidente Vicente Fox era rechazado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), bajo el argumento de una falta de preparación y equipo para actuar fuera del país. Catorce años después, el actual jefe del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, anuncia la participación de México en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP) de las Naciones Unidas.

Ello, a decir del director del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, de la UNAM, Raúl Benítez Manaut, responde a un cambio generacional de los tomadores de decisiones. En el pasado, la Sedena tenía un pacto tácito con un fracción en el Congreso de la entonces fuerza política opositora: el PRI, que tenía integrantes con una visión más tradicional sobre el concepto de nacionalismo.

La política de no intervención entre países, conocida como la Doctrina Estrada, se gestó hace 80 años, cuando estaba en puerta la Segunda Guerra Mundial y la realidad del planeta era completamente distinta.

En opinión del también presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, la no intervención debe dejar de verse como una política tradicional y reinterpretarse como una medida en la que puede intercederse sin alterar las necesidades internas de un país.

Iniciada la administración del ex panista Vicente Fox Quesada, la política exterior intentó dar un giro a la tradicional política exterior. El primer secretario de relaciones Exteriores de dicho sexenio, Jorge Castañeda se pronunció públicamente porque México tuviera un papel más protagónico en este tipo de misiones

En el 2001, en una comparecencia del entonces titular de la Sedena, Ricardo Clemente Vega García, en la Cámara de Diputados, dijo que las fuerzas armadas no contaban con preparación ni equipo para actuar fuera del país.

En sus palabras, este tipo de operaciones requerían contar con al menos 800 individuos preparados con al menos un año de formación y entrenamiento especial. El general puntualizó entonces que el Ejército no tenía planes a corto plazo para dicha acción.

Esta versión fue repetida en el 2004, en otra comparecencia ante diputados por el cuarto Informe de Gobierno de Vicente Fox. Al hablar de participaciones en el extranjero y hablar de cascos azules, hay que comenzar por estudiar y realmente poder abarcar las diferentes tareas (...)Pongo por ejemplo, un país que pueda mandar, el que usted guste, a una compañía, se tiene que ceñir y tiene que cumplir con las órdenes de un general que no es el nuestro. Hay que preparar y hay que ver todas estas cosas y yo creo que tenemos mucho qué hacer aquí dentro del país antes de ir hacia fuera .

Ese mismo 2004 se conformó la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití y contrario a otros países de la región como Chile, Argentina y Brasil -que enviaron elementos- México mandó a gente del entonces Instituto Federal Electoral para realizar labores de capacitación electoral.

La postura de la Sedena era que no debían sacar las tropas por razones de soberanía y nacionalistas, una visión tradicional. Si bien el anuncio tardó mucho en llegar, una intervención humanitaria con tropas bien entrenadas proyectaría a México , indicó.

Hace 10 años el PRI no era gobierno, era la oposición. Y el tricolor tiene a líderes jóvenes. No es la misma generación que está gobernando y tienen otra visión del mundo .

Se superaron miedos

De acuerdo con el subsecretario de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo, la participación de México en las OMP, si bien acotada en términos de su tipo, se alcanzó debido a dos cambios fundamentales: la determinación del titular del Poder Ejecutivo del papel de México como un actor de responsabilidad global y como resultado de una evolución de la opinión pública en torno a este tema. Las condiciones eran mucho más propicias que hace 12 o 15 años .

En un México que ha venido experimentando reformas tan importantes política exterior no podía quedarse atrás , sostuvo.

En contraste con las posturas pasadas del ex titular de la Sedena, Gómez Robledo afirma que, en los hechos, desde aquella época, el Ejército mexicano estaba preparado hubo una participación en auxilio en la población civil en una serie de países, sin pasar por las Naciones Unidas. Los ejemplos más claros: el apoyo a Indonesia tras el tsunami y en el 2010 por el terremoto en Haití.

Participaciones

México ya ha participado en Operaciones de Mantenimiento de la Paz en tres ocasiones.

Las dos primeras con observadores militares: en Los Balcanes (1947-1950) y en Cachemira (1949).

En El Salvador (1992-1993) tuvo una participación con 120 policías.

El brazo armado ?de la ONU

Origen de Los Cascos Azules

Fundada oficialmente en 1945, la ONU se creó en el periodo subsiguiente a una devastadora guerra, para contribuir a la estabilización de las relaciones internacionales y dar mayor consistencia a la paz.

En 1948, luego que el Consejo de Seguridad de la ONU abogara por la creación de una fuerza multinacional que observara el conflicto existente entre Egipto e Israel surgieron Los Cascos Azules, llamados así por el color de sus yelmos.

Esta fuerza militar depende de las aportaciones de los 193 Estados miembro. Hacia el 31 de julio, la fuerza de trabajo del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz estaba compuesta por 83,327 soldados y observadores militares en servicio; 11,420 miembros del personal de policía; 5,323 funcionarios civiles internacionales; 11,954 funcionarios civiles locales; 1,798 voluntarios de la ONU y 122 países que aportan personal militar y policial.

De acuerdo con la ONU, además de mantener la paz y la seguridad, las fuerzas de paz se encargan cada vez más de ayudar en los procesos políticos, la reforma de los sistemas judiciales, el desarme y la reintegración de ex combatientes, así como del apoyo al retorno de los desplazados internos y los refugiados.

ana.langner@eleconomista.mx

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