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Política

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¿Por qué Baja California es un foco rojo en la lucha contra el Covid-19?

La emergencia sanitaria exhibe la dependencia de la economía local a la de California, la necesidad de cooperación internacional, los efectos negativos del paro de actividades, la necesidad de intervenciones gubernamentales anticíclicas, así como la irresponsabilidad de algunos de sus habitantes.

Foto: Reuters

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Baja California podría constituir el laboratorio de lo que ocurrirá a escala nacional en el avance de la pandemia del Covid-19, la implementación de estrategias para contenerla y la reactivación económica, una vez que termine la emergencia.

Hasta el mediodía de este viernes 17 de abril, en esa entidad se tenían registrados 538 casos confirmados y 65 defunciones.

Los contagios se concentraban, principalmente en Tijuana, con 292 casos confirmados y Mexicali con 216.

Con esas cifras la entidad concentraba 31% de las defunciones del país y se ubicaba en el quinto lugar con más decesos a escala nacional y en el cuarto estado con mayor tasa de incidencia por cada 100,000 habitantes.

En tanto, California, su vecino del otro lado de la frontera internacional tenía registrados 28,157 casos confirmados y 973 fallecidos.

Para tener una dimensión del panorama, habría que tomar en cuenta que, en todo México, habían contabilizados 6,297 confirmados y 486 decesos. Para el investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte, Víctor Alejandro Espinosa Valle, las condiciones demográficas, territoriales y su condición de frontera explican que esa esquina del noroeste del país se encuentre en los primeros lugares de la lista de entidades con más número de casos de Covid-19.

Concretamente se refirió a su condición de la frontera más transitada del país y al hecho de que en Tijuana se concentre buena parte de la población del estado, a unos pasos de Estados Unidos.

A ello se sumó que una parte importante de la población no atendió las recomendaciones de aislamiento social en las primeras semanas que se hizo el llamado.

Esa situación incluso quedó de manifiesto a escala nacional cuando el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell puso a Tijuana como ejemplo de ciudades donde se hizo poco caso de las recomendaciones de guardar sana distancia y ahora tendrán que volver a la normalidad después de las que sí hicieron caso.

Según los datos de la Presidencia de la República, en Tijuana la movilidad se redujo solamente en 39% para los peatones y 69% para el uso de autos privados.

Incluso Espinosa Valle destacó que, en esa entidad, muchas de las maquiladoras asentadas en Baja California se mostraban renuentes a cerrar, hasta que personal del gobierno tuvo que presentarse en sus instalaciones para conminarlos a que pararan para evitar contagios.

El académico destacó que nadie estaba preparado para una pandemia de estas dimensiones y en Baja California, al igual que el resto del país cuando llegó la ola de contagios, encontró a las clínicas y hospitales en un proceso de precarización que viene de años atrás.

Las restricciones de movilidad en la frontera dan trato desigual a mexicanos

Gustavo de la Fuente, director ejecutivo de la Smart Border Coalition, con sede en San Diego, comentó que, desde que iniciaron las medidas de contención de la pandemia, la organización que encabeza expuso la necesidad de que las autoridades de ambos lados de la frontera deberían actuar de manera conjunta para afectar lo menos posible a la movilidad en ambos sentidos.

En entrevista explicó que en un día normal cruzan la frontera entre Baja California y California alrededor de 150,000 personas.

Con las medidas conjuntas, la movilidad se ha visto muy restringida y el tráfico se ha reducido hasta un 75%, tanto peatonal como en vehículos.

Lo cierto es que uno de los primeros efectos de la pandemia en esa entidad se observó en el tránsito en la frontera, debido a las disposiciones inequitativas para los ciudadanos mexicanos.

Las autoridades de Estados Unidos dispusieron que, mientras dure la emergencia, sólo pueden salir y entrar a su país residentes estadounidenses, como si la pandemia estuviera del lado mexicano, a pesar de que se han registrado muchos más casos de contagios de Covid-19 y decesos de allá, de ese lado.

Eso ha permitido que estadounidenses, que incluso podrían estar infectados, pasen al lado mexicano a hacer compras, como siempre lo han hecho, pero los mexicanos no pueden cruzar hacia el norte.

José María Ramos García, investigador del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), explicó que el documento que contiene las disposiciones para el personal de aduanas, elaborado por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés), justifica el cierre en que hay un riesgo fundado de infección del lado mexicano.

En ese sentido, consideró que, si bien el 25 de marzo México y Estados Unidos firmaron un acuerdo binacional para el control de los accesos en ambos lados de la línea fronteriza, el gobierno mexicano incurrió en omisión, al no señalar la necesidad de establecer protocolos de sanidad conjuntos y cerciorarse que las medidas migratorias no fueran inequitativas.

Migrantes, de los grupos más vulnerables a la pandemia

Entre los grupos sociales que afectó directamente la pandemia son los llamados transmigrantes, que son las personas que viven en Baja California, principalmente en Tijuana y que todos los días cruzan a Estados Unidos a trabajar o estudiar.

Se trata de alrededor de 35,000 personas, quienes ahora, debido a las restricciones de distanciamiento social, tanto en México como en Estados Unidos no han podido cruzar la frontera.

En entrevista, el académico recordó que, a raíz de los atentados terroristas a Estados Unidos de 2001, ese gobierno impulsó lo que se denomina Frontera del Siglo XXI, que implicó fortalecer los controles de acceso a esa nación para fortalecer su seguridad nacional.

Dijo que ahora, con la experiencia del Covid-19, el desafío en el corto y mediano plazo es equilibrar los controles sanitarios para que no haya un trato desigual a los ciudadanos de uno y otro país.

En su opinión, es fundamental la cooperación binacional, tanto para hacer frente a la pandemia, como para remontar la situación en la que queden ambas naciones debido a ella.

Por otra parte, Tijuana enfrenta tanto la llegada de migrantes (en caravanas, solos o en grupos pequeños) que quieren llegar a Estados Unidos, como los que regresan deportados y los solicitantes de asilo que debido a la política de "quédate en México" impulsada por Estados Unidos permanecen allí en espera de que les resuelvan su situación migratoria.

Una buena cantidad de los 60,000 solicitantes de asilo retornados a México en 2019 desde territorio estadounidense llegaron a Baja California.

Para esa población los refugios para migrantes son la principal opción de hospedaje.

De acuerdo con el Colef, en marzo de 2020 operaban en Baja California 42 albergues. En Tijuana hay 31 con capacidad para 5,100 personas y que operaba a 34.1% y en Mexicali hay 11 con capacidad para 1,460 y operaba al 12.2% de su capacidad.

El problema es que en estos momentos es una población altamente propensa a contraer el Covid-19 debido a las condiciones en que vive, con poca higiene y reducido margen de atender las medidas de distanciamiento social.

diego.badillo@eleconomista.mx

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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