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Reprueban normas ambientales
De acuerdo con un análisis de la Subsecretaría de Fomento y Normatividad Ambiental de la Semarnat, cinco de 16 Normas Oficiales Mexicanas (NOM) del sector ambiental obtuvieron una calificación de cero por efecto, efectividad, eficacia y eficiencia.
De acuerdo con un análisis de la Subsecretaría de Fomento y Normatividad Ambiental de la Semarnat, cinco de 16 Normas Oficiales Mexicanas (NOM) del sector ambiental obtuvieron una calificación de cero por efecto, efectividad, eficacia y eficiencia.
Con base en los resultados expuestos en el libro Evaluación de Instrumentos Normativo del Sector Ambiental, el promedio general de las normas calificadas fue de 1.84, en una escala de cero a cuatro.
La NOM 062, que regula las especificaciones para mitigar los efectos sobre la biodiversidad ocasionados por el uso de suelo de terrenos forestales agropecuarios; la 120, sobre protección ambiental para las actividades de exploración minera directa; así como la 001, que aborda los límites máximos permisibles de contaminantes en las descargas residuales de aguas y bienes nacionales, obtuvieron las peores calificaciones.
La subsecretaria Sandra Denisse Herrera Flores argumentó que las normas son ignoradas porque resulta caro aplicar algunas. También porque la autoridad no vigila adecuadamente, debido a que las atribuciones de los tres niveles de gobierno no son claras.
Respecto del sujeto obligado, expuso que el incumplimiento tiene que ver con los procesos de certificación. Indicó la necesidad de estandarizar costos para que sea mucho más caro contaminar que cambiar los procesos productivos.
El documento detalla que el indicador impacto mide las condiciones logradas en el mediano plazo, a través de la aplicación de la NOM. La efectividad valora los cambios de comportamiento que la norma ha generado.
La eficacia registra la calidad de la NOM en términos de corrección, técnica y aplicabilidad. En eficiencia se analiza el costo de cumplir con la norma y se compara con el precio de no hacerlo.
ana.langner@eleconomista.mx