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Y la iPad2 llega a México
Este viernes 25 de marzo, inició en México la venta de la iPad 2. Uno de los lugares que arrancó fue la Mac Store, de Polanco, en el DF, en donde se dieron cita alrededor de 300 compradores y un ciento más de curiosos.
Aún es jueves 24 de marzo y Elvia Velázquez ya ha llegado a la tienda MacStore, ubicada en la zona de Polanco de la Ciudad de México. Son las 3 de la tarde. No sospecha que se convertirá en la estrella de la noche: será la primera persona en comprar una iPad 2 en esa tienda.
Aunque llegamos muy temprano nos formaron hasta las 10 de la noche. Venimos desde la salida a la carretera a Cuernavaca, pero la gente de Apple ya nos dio agua y todo. Sí, son casi las 11 de la noche y no nos hemos movido de aquí, ni para ir al baño , dijo Elvia, que pacientemente atiende a las decenas de medios de comunicación que se le arremolinan para conocerla.
Elvia, de 26 años, no llegó sola: la acompañaban Gustavo, su hermano de 14 años, y su perro. Y antes de que dieran las 11:30 de la noche, ya ha recibido la llamada de su jefa, que le avisa que la está viendo en la televisión, ahí formada, sonriendo a las cámaras.
Trabajo en Bancomer, pero pedí el día para venir. No me esperaba todo esto , dijo emocionada.
Por supuesto, no es la única. Miguel Garay llegó a las 4 de la tarde ¡desde Acapulco! A sus 23 años sabe que la mejor forma de disfrutar de los gadgets de Apple es pensando como la marca: compra las novedades al momento que salen, los disfruta lo que se pueda y luego los vende antes de que cumplan un año, para poder estar listo para comprar el nuevo modelo.
A las 10:30 de la noche hay quizás 260 personas haciendo fila. O por lo menos, es el número de pulseras foleadas que se han entregado hasta el momento, a los que van llegando.
Aún así, están los afortunados que presumen, sin revelar su nombre para no quemarse , de tener el lugar 15 en la fila, pese a que llegaron a las 10 de la noche: un desesperado le regaló su pulsera foleada (el pase de entrada a la tienda) cuando se dio cuenta que iba pa largo .
Otros, como Aurea Hernández, se fueron a formar en el nombre del amor (para comprarle la Tablet a su esposo). O como el papá de Bárbara Hernández, que llegó a las 6:30 a apartarle el lugar a su hija. E incluso como Rubén Álvarez, que llegó porque lo mandó su patrona .
Adentro, los invitados de élite (principalmente periodistas) esperan la llegada del primer comprador para pedirle una anécdota. Afuera, sólo se comparte adrenalina.
Sé que esto es un acto muy banal, pero es emocionante y quisiera recordarlo como algo tonto y divertido , confiesa Manuel López, que llegó a formarse casi a las 12.
Y justo cuando el reloj marca que ya es el primer minuto del viernes 25, los aplausos inician el ritual: se baja la gran lona que cubre la tienda, como si se tratara de largo telón, y entran los primeros cinco compradores. Los cajeros esperan a lo lejos con cara de pánico: saben que les espera una larga jornada.
Adentro de la tienda hay música, bebidas gratuitas y la posibilidad de escoger cualquier otra mercancía de la tienda.
Uno encuentra de todo: desde compradores con tenis de Star Wars, adolescentes con sombreros de copa, y playeras y sacos que recuerdan a la serie de Big Bang Theory y hasta jóvenes tan arregladas, que pareciera que están a punto de entrar a un antro de moda. Claro, hay quienes confiesan llegar de su trabajo, por lo que no pudieron cambiarse el traje y corbata aunque desentona .
También hay casos surreales. Como el de una chica, que a las 2:30 de la mañana sale de la tienda sólo con una caja de una MacPro. No compró una iPad: se formó más de cuatro horas sólo para comprar una computadora que pudo adquirir en otra ocasión.
Para los impacientes, el destino tiene preparada una pequeña sorpresa: alrededor de 3 de la mañana se caerá el sistema y ninguna compra podrá hacerse. La gente, intranquila, no se mueve de la fila: después de hasta cinco horas de espera, vale la pena esperar un poco más.
Se dieron 300 lugares para entrar a la tienda. Pero no todos aguantaron la espera. Los que lo lograron, salen sonrientes, cansados y adormilados, pero también orgullosos: ¡han logrado una hazaña!