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FTX y los retos futuros de las criptomonedas
Durante noviembre de 2022, dos de los principales nombres en el ecosistema de las criptomonedas, Bitcoin y Ethereum, han presentado caídas en el orden del 20% debido al colapso de la plataforma FTX Internacional. Ésta es una plataforma en la que pueden operarse y almacenarse criptomonedas y que a inicios de mes tuvo serios problemas para responder a retiros masivos por parte de sus usuarios a raíz de un reporte que sugería que no contaba con una liquidez y solvencia adecuadas.
El reporte en cuestión reveló que la compañía hermana de FTX, Alameda Research, un fondo dedicado a la compra/venta (arbitraje) de criptomonedas, estaba fondeado principalmente por la criptomoneda FTT, creada por FTX, y no por dólares u otra criptomoneda como Bitcoin. Como era de esperarse, el nerviosismo en los usuarios no tardó, sino que se apresuraron a retirar sus fondos de FTX y a vender el token FTT de manera súbita y masiva.
En estos momentos es claro que la relación entre las dos compañías presentaba serios conflictos de interés y que la transferencia de fondos de usuarios desde FTX a Alameda era directamente un fraude. Días después de que FTX se declarara en quiebra supuestos hackers drenaron cerca de 500 millones de dólares de la empresa empeorando aún más el escándalo y dejando a decenas si no es que cientos de miles de personas defraudadas. La vulneración de los usuarios de FTX resulta irónica ya que una de las tecnologías aplicadas en las blockchains (redes sobre las cuales operan las criptomonedas) es la criptografía que puede otorgar niveles altos de seguridad a usuarios comunes contra ataques muy potentes. Este evento deja en claro que una cosa es la seguridad de la criptografía en las transacciones y otra muy distinta es dónde están almacenados estos activos y quién tiene las llaves de los wallets para poder disponer de ellos.
Con el nacimiento de bitcoin en 2008, que tuvo como consecuencia la creación de la tecnología Blockchain, se implementó por vez primera una solución descentralizada al problema de los “pagos dobles”. Hasta ese momento, los registros de pagos (quién paga una moneda y quién la recibe) habían sido posibles sólo cuando los bancos actualizaban el registro de manera central. La teoría, muchas veces confirmada en la realidad, mostraba que este modelo tiene ciertas desventajas como costos de transacción y una concentración de poder contraproducente.
Un sistema blockchain tiene como elementos básicos una red peer to peer (P2P), una serie de reglas (algoritmo) y el uso de criptografía, es decir, la validación de cada operación por medio de código encriptado. Aplicado a las criptomonedas, este experimento económico de tintes libertarios tiene como objetivo realizar pagos por medio de una moneda digital sin intermediarios, sin exponer la propia identidad y con la garantía criptográfica de que el registro de quién tiene cuánto en cada momento es exacto. La idea ha sido atractiva para muchos que lo visualizan como el futuro del dinero, pero no ha venido sin riesgos.
El primer problema tiene que ver con la historia narrada previamente y es un tema de seguridad. Repetidamente los índices web, las aplicaciones y demás soluciones han probado tener insuficientes controles de seguridad en la custodia de los instrumentos. En el caso de FTX se sabe que las llaves de los wallets estaban al alcance de cualquiera, lo que deja como única opción al usuario tener una llave física en detrimento de la practicidad. Otro de los retos es la escalabilidad, ya que para que el registro de pagos se actualice tiene hacerlo en muchos o en todos los usuarios de la red, provocando, por ejemplo, que pagar un café pueda tomar varios minutos. El siguiente obstáculo es que a pesar de que el mercado de las criptomonedas es vasto, aún no es lo suficientemente grande para que su volatilidad sea por lo menos similar a la de una moneda convencional. Esto provoca que sea un ambiente sumamente especulativo y apto para que malos actores vulneren a los usuarios.
Las repercusiones del colapso de FTX aún no son claras y seguramente perdurarán por varios años menoscabando la confianza del público en las criptomonedas y posiblemente provocando una sobre-regulación gubernamental. Cómo van a convivir los medios de pago descentralizados con las monedas gubernamentales es una incógnita. Lo que es evidente es que la caída de FTX es una mala noticia por lo menos en el corto plazo. Ahora mismo, los ojos están puestos en Binance, otro de los jugadores importantes que, al igual que FTX, hace las veces de Reserva Federal en el mundo crypto y que, como FTX, es dirigida por un personaje muy peculiar.
*El autor es VP I&C Sales en BBVA Asset Management.