Buscar
Opinión

Lectura 5:00 min

Mondiacult y el empleo de las palabras

En los años cuarenta, en el marco de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ocurrió un hecho memorable y desafortunado, pero al mismo tiempo ilustrativo que viene a cuento ahora en el marco de la Cumbre Mundial de Cultura (Mondiacult) que se llevará a cabo esta semana en México.

Resulta que, por Armand Mattelart, sé que el maestro Louis Aragón fue invitado a dictar una conferencia magistral en la Universidad Sorbona de París. Propuso a los organizadores el título “La cultura y el pueblo (o la gente)”; en la versión británica se transformó en Culture and the people y en la norteamericana Mass culture or Culture of the masses. Ahí no acaba esto, la expresión norteamericana apareció en francés y la circular institucional anunció la conferencia bajo el título “Cultura de masas, y ya en 1947, al ser publicada, el editor de la Unesco la tituló: “Las élites contra la cultura”. El maestro Aragón diría en ese momento que nada del programa de Unesco podría llevarse a efecto, si desde el principio, no se mostraban extremadamente severos con el empleo que se hacía de las palabras.

En estos momentos, bajo mi punto de vista, sigue habiendo este tipo de imprecisiones en las palabras y conceptos dentro de la Unesco, pero no por cuestiones de traducción, como del entendimiento de su tradición humanista. El organismo ha hecho un llamado a planear la cultura como un bien público global (sic). La Cumbre Mundial de Cultura a celebrarse en México esta semana, se antoja como el espacio adecuado para ello. Sin embargo, habrá que dejar clara una cosa: El. significado de la expresión bien público global. En un acertado ensayo, titulado El globo en busca de mundo, el filósofo y político humanista Carlos Castillo Peraza, expuso la necesidad de pasar del globo al mundo, ya que el globo representa la globalización, en tanto que el mundo a la mundialización. Sostenía que pasar del primero al segundo, implicaba asumir que vivimos y habitamos un planeta en que los seres humanos se organizan para vivir humanamente, pero coordinando razonablemente sus racionalidades, así como sus libertades y dignidades en beneficio del conjunto. Todo esto con base en una ley justa y una autoridad altamente legitimada.

Lo anterior comporta impulsar normas y diseñar instituciones cuya finalidad sea la de hacer que la humanidad viva bien. Visto esto desde la mundialización, estaríamos ante un proceso en el que sí importan los individuos, las comunidades y las naciones. Caso contrario al globo, porque como bien señala, en el globo, a diferencia del mundo, se vive en un vertiginoso proceso de interconexión asociado a la globalización. En efecto, un proceso en el que se conecta solo aquello que es funcional en términos económicos para los marcatenientes del globo, y se va desconectando lo que no funciona para sus fines. En síntesis, la globalización es un proceso de conexión en el que no importan los individuos, las comunidades ni las naciones. Es por ello pertinente señalar que la Unesco está llamada a hablar de mundo, de universo y no del globo. Eso lo hacen organismos como la Organización Mundial del Comercio, por ejemplo, donde se desarrollan las plantillas de los contratos laborales y las McReglas del comercio que generar los denominados McJobs.

Es desde ahí que se deben sentar las bases jurídicas generadoras de bienes públicos y no desde las políticas culturales como se han empeñado a creer. Creo que Mondiacult tiene un problema de origen. En 1982 omitieron la parte jurídica de la cultura y los procesos culturales, se centraron en la definición de un concepto asociado al desarrollo y brincaron al diseño de políticas culturales. El acceso a la cultura, el ejercicio de los derechos culturales, el respeto al derecho de autor, a la propiedad industrial, a las creaciones colectivas, a las variables vegetales etcétera, atraviesa por el derecho. Hacer valer esto desde el Estado no es solo un tema de política pública. Ojalá se entienda.

La Cumbre Mundial de Cultura se desarrolla en un momento internacional complicado, en el que vemos un globo en busca de mundo. Aquí, la Unesco puede generar esa carta de navegación, en términos de Jesús Prieto de Pedro, creador e impulsor de la Carta Iberoamericana de Cultura, quien sostiene que este tipo de acuerdos son los que pueden hacer que la cultura sea esa dimensión social de la ciudadanía. Dependerá pues del entendimiento común de las palabras y conceptos, así como de la implementación de un activismo democrático más efectivo a nivel internacional.

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete