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Arte e Ideas

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Bellas Artes se rinde a Silvia Pinal, una leyenda viva

En pocas ocasiones, una ceremonia de homenaje había sido tan interrumpida con tantos aplausos como sucedió la noche de este lunes en los honores a una leyenda de la actuación, de la que, se dijo, “fue un paso adelante de otras figuras del cine mexicano”.

En voz de otra actriz de portento, Diana Bracho, no pudo ser otro escenario sino el de la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes donde la primera actriz Silvia Pinal fue ungida con un homenaje en reconocimiento a una trayectoria histriónica que incurrió en todos los modos en que se puede hacer actuación.

Reconocer el camino de Silvia Pinal, destacó la maestra de ceremonias, “es seguirle los pasos a una mujer que se creó un lugar a base de rigor y amor a su quehacer desde el principio de su carrera”.

Las palabras de Bracho se intercalaban con grabaciones de la voz de Pinal, como si la primera actriz deseara interrumpirla para precisar aquí y allá aspectos de su vida. Cuando Bracho hablaba del rigor, se escuchó la voz de la Pinal: “pero el rigor yo lo traduciría a disciplina, ¿no? Tienes que ser disciplinada, tienes que ser constante, tienes que amar tu trabajo sobre muchas cosas”.

A la par del homenaje, el Museo del Palacio de Bellas Artes abrió para todo el público la exposición “Poética de una vida”, donde, además de varios de los vestidos que Pinal usó para vestir a sus personajes más representativos, se exhibe la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1961 por “Viridiana” de Buñuel. Durante la ceremonia se destacó que Francisco Franco mandó a quemar todas las copias, pero Pinal logró escapar del país ibérico con una de ellas que permitió la supervivencia del metraje. El heroísmo de la actriz no pasó desapercibido en la ceremonia y por él se le ofreció una de las más enérgicas ovaciones.

“Cuando a los actores les preguntan si un actor de drama es más actor que uno de comedia o de musical, el verdadero actor es el que puede hacer todos los géneros, puede hacer reír y puede hacer llorar al mismo tiempo. En ese sentido Silvia Pinal va un paso delante de otras figuras del cine mexicano”, declaró el crítico José Antonio Valdés en una conversación con su colega Leonardo García Tsao y la cineasta Busi Cortés montado como parte del homenaje.

La actriz Silvia Pasquel, hija de la homenajeada, leyó una semblanza que si fuera fiel a la prolífica trayectoria de Pinal, sería inagotable. Pero el cierre de Pasquel detonó el estruendo en la Sala Principal del máximo recinto para las artes en México. Después de mencionar los premios de los que fue merecedora su madre, entre ellos el Ariel de Oro, la Diosa de Plata, la Orden de Isabel la Católica en el grado de Encomienda, en España, o su ingreso en la Academia de Hollywood en 2016, Pasquel remató: “y en el 2022, recibe un homenaje en vida a su gran trayectoria en el Palacio de Bellas Artes”. Entonces el aplauso fue irrefrenable hasta que las luces del recinto se encendieron por completo para aplaudirle a la diva que se encontraba en uno de los palcos contiguos al escenario.

“¡Silvia, Silvia, Silvia!”, le gritaba el público que abarrotó el palacio. Y la Pinal lanzaba besos con la mano derecha o cerraba el puño como señal de victoria, una victoria, se puede inferir, contra el olvido.

Acto seguido, la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Emilio Aranda presentó un recital con música de las películas y puestas en escena protagonizadas por Pinal, incluyendo varios números musicales de teatro en vivo, de los que, entre otras actrices y actores, participó la actriz Stephanie Salas, nieta de la homenajeada.

Finalmente, Silvia Pinal subió al escenario de Bellas Artes acompañada de toda su familia. Se le notaba emocionada, sonriente. Hasta ella se aproximó la directora del INBAL, Lucina Jiménez, para entregarle un reconocimiento como Egresada Distinguida de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBAL.

“Ay, mamacita”, fue lo primero que expresó Pinal cuando tomó el micrófono. “Me siento tan emocionada en este momento y tan llena de cariño”, declaró antes de recibir un último aplauso de pie.

Silvia Pinal, la musa de Buñuel, una vida en protagónico

Silvia Pinal Hidalgo (Guaymas, Sonora, 1931), no cabe duda, es una estrella de las pléyades no sólo de la gran pantalla y el teatro mexicanos, sino una leyenda viva de la cultura de México, vinculada en todos sus años con los grandes nombres del arte del siglo XX. En la memoria de su vida se almacenan recuerdos de nombres como Luis Buñuel, Pedro Infante, Diego Rivera, Mario Moreno Cantinflas, Rafael Banquells, por decir unos cuantos.

A pocas personalidades femeninas de nuestra cultura se le ha de adherir el artículo determinado “la” no como un desdén sino, por el contrario, prácticamente como una distinción nobiliaria. La Pinal es una de esas contadas divas de nuestra riqueza cultural, quien la noche de este lunes recibió el homenaje de la comunidad cultural en pleno a su trayectoria en un pletórico Palacio de Bellas Artes.

Quién diría que la cuatro veces ganadora del Ariel, la martirizada Viridiana y la enriquecida María Isabel, inició su trayectoria artística en el bel canto, con "La Traviata", para después retomar la educación artística en el INBA, en manos de maestros como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia.

El éxito meteórico de su trayectoria fílmica se dio prácticamente a la par de la presencia escénica. Lo mismo filmaba cintas como "La mujer que yo perdí" (Roberto Rodríguez, 1949), junto con Pedro Infante y Blanca Estela Pavón, que se subía a escena para asumir el protagónico de la obra "Celos del aire", junto a Manolo Fábregas y Carmen Montejo, o "El cuadrante de la Soledad", escrita por José Revueltas, con música de Silvestre Revueltas y escenografía de Diego Rivera.

No tardó mucho en recibir su primer Ariel, en 1953, por su coactuación en "Un rincón cerca del cielo", donde trabajó con Pedro Infante y Marga López. A lo largo de toda la trayectoria profesional de la Pinal, pero sobre todo en las primeras décadas, sus colaboraciones con los nombres consolidados serían un hábito: Clementina Otero, Juan Bustillo Oro, Arturo de Córdova, Raúl Araiza, Germán Valdés Tin Tan, y Gabriel Figueroa.

Junto con la legendaria colaboración con Luis Buñuel en "Viridiana" (1961), "El ángel exterminador" (1961) y "Simón del desierto" (1965), la bonanza teatral de Silvia Pinal llegó a partir de esa década, con obras como "Cualquier miércoles", con la que se inauguró el Teatro Manolo Fábregas, en 1965, a cargo del mismo director. También fue la primera en subir al escenario en la inauguración del ahora extinto Teatro Jiménez Rueda en la lectura "Diálogos" junto a Salvador Novo.

En 2008, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, en el 50° aniversario de los Ariel, le entregó a Pinal la estatuilla de oro para reconocerle como un nombre que ya es imborrable de la historia del arte histriónico.

Además, fue diputada, senadora y hasta primera dama de Tlaxcala. Pero quizás esa sea otra historia para contar en otro espacio.

Exposición:

Poética de una vida. Silvia Pinal, visión, cine y creación

  • Museo del Palacio de Bellas Artes
  • A partir del 29 de agosto

Destacada filmografía de Silvia Pinal:

  • La mujer que yo perdí (1949)
  • El rey del barrio (1950)
  • Un rincón cerca del cielo (1952)
  • Una cita de amor (1958)
  • Viridiana (1961)
  • El ángel exterminador (1962)
  • Simón del desierto (1964)

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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