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¿Cómo era el proceso de selección de los libros de texto?
Una treintena de editoriales participaba cada año del proceso de selección de libros al que convocaba la SEP y cuyos ejemplares aprobados se ponían a disposición de los maestros de todo el país, el distanciamiento de la industria con las autoridades obligó a recortes y cierres definitivos.
En conversación con una fuente familiarizada e involucrada en este proceso y quien solicita el derecho de confidencialidad, es posible presentar algunos detalles expuestos por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) sobre el divorcio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) con las editoriales especializadas en educación que hasta el 2022 se involucraban en el proceso de elaboración de los libros de texto de secundaria.
Cada año, la SEP ponía en marcha un calendario apegado al programa educativo, con las convocatorias correspondientes y lineamientos muy claros sobre lo que se pide para el título de cada materia y grado de secundaria.
A lo largo de los años, la cantidad de sellos editoriales que participaban de esta convocatoria creció hasta sumar el año pasado a una treintena, entre grandes casas editoriales capaces de trabajar el mismo año en títulos de distintas materias, e incluso versiones diferentes para la misma asignatura, hasta aquellas casas con una capacidad mucho más reducida, especializadas y enfocadas en una sola disciplina.
La Dirección General de Materiales Educativos (DGME), de la SEP, aprobaba una selección de materiales según los criterios estipulados. Del universo de propuestas, un 60% solía ser aprobado por esta instancia, es decir, unos 360 títulos en promedio elaborados por distintas casas editoriales, con un estimado de 10 propuestas para cada asignatura.
La fuente detalla que los libros aprobados para cada materia se ponían a disposición, vía la Conaliteg, a todos los maestros del país, de manera que éstos tenían la oportunidad de elegir el título que mejor se ajustaba a sus criterios pedagógicos. Una vez realizada la selección de cada maestro vía remota, la Conaliteg consolidaba los pedidos por estado y se encargaba de su distribución para beneficio de un estimado de 5.5 millones de alumnos de secundaria.
Efectos de la separación
Uno de los argumentos más recurrentes de la SEP para interrumpir el proceso de elaboración de los libros de secundaria con la industria privada es que había cuatro editoriales de peso que se beneficiaban mayoritariamente, en concreto, que acaparaban un 60% de las ventas de libros a la SEP para secundaria.
Ahora bien, en perspectiva, el precio promedio de cada libro de texto para secundaria de unas 70 páginas, hasta el año pasado, solía ser de unos 40 pesos, cuyas utilidades son menores al 10%, aunque el precio depende de si se trata de un título nuevo o bien, si es una versión revisada, actualizada y reeditada, puesto que hay un factor de depreciación anual que beneficia a la SEP, sin olvidar la variación dependiente de los costos según el tiraje.
Todos estos parámetros, comparte la voz, en su momento fueron revisados y recibieron el visto bueno por las autoridades correspondientes de Educación Pública de la presente administración.
Sin embargo, fue en octubre pasado que la Conaliteg comunicó que no se daría el proceso de selección como se venía llevando a cabo y que sería la SEP la que se encargaría de editar sus propios materiales.
De acuerdo con la fuente, la SEP contaba con una comisión editorial habilitada como un filtro sobre los criterios establecidos de manera previa y los materiales que finalmente llegaban a las escuelas. Pero explica que este grupo comisionado se fue debilitando durante los últimos sexenios hasta carecer de un filtro necesario.
La fuente reconoce que la no participación de esos 32 sellos editoriales en este proceso ha dejado recortes en las grandes casas y cierres definitivos de algunos sellos pequeños.