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Arte e Ideas

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El Chapo: sólo violencia y morbo

El programa de Univisión y Netflix se ve acartonado ?y carente de personajes complejos.

Este fin de semana se estrenó la serie El Chapo, producida por ?Univisión y Netflix, una historia que cuenta el ascenso de Joaquín el Chapo Guzmán Loera por las filas del crimen organizado. El programa cuenta con nueve capítulos de aproximadamente 50 minutos de duración.

En El Chapo se hace referencia a los patrones (o líderes de los carteles mexicanos) más importantes y famosos a partir de 1985 que es cuando comienza la historia , y su relación con el gobierno mexicano, en situaciones que parecen reveladoras, asombrosas, aterradoras y hasta infames. ¿Eso convierte a El Chapo en una buena serie? No, definitivamente no, porque si bien una ficción puede decir mucho de la realidad, no es propiamente un medio de denuncia, no es un documental. Y como ficción, El Chapo tiene muchas fallas.

La serie estelarizada por Marco de la O en el papel de El ?Chapo, es una serie acartonada en sus actuaciones, malos diálogos y carente de personajes complejos. Si bien se nota un esfuerzo por recrear la moda y locaciones de los 80 y 90, no es suficiente para llevarnos al pasado y menos alcanza a introducirnos en ese mundo en que se movía el narcotraficante.

Por momentos, parece que estamos viendo un video home. Sí, los actores están vestidos de la época y los interiores parecen reflejar la época en la que suceden los hechos, pero no consiguen generar la ilusión de que estamos echando un vistazo a ese mundo, sino más bien vemos que son actores disfrazados de narcotraficantes que se mueven en escenarios acartonados construidos ex profeso. Es decir, falta un esfuerzo extra por ahí para hacer la diferencia.

El Chapo comienza con imágenes reales de la captura del narcotraficante mexicano combinadas con conductores de noticias de diversas partes del mundo dando a conocer la noticia. Poco a poco las imágenes de El Chapo verdadero son sustituidas por el de la ficción, siendo fichado por las autoridades, lo cual de entrada nos saca de la ficción.

Luego nos regresamos al pasado, a la época del Cartel de ?Guadalajara en 1985, donde vemos al Chapo en la construcción de un túnel en la frontera para pasar la droga a Estados Unidos, mientras Amado y Miguel Ángel (supuestamente Amado Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo), ven en las noticias la nota sobre la detención de Caro Quintero.

En ese contexto, el Chapo es un soldado de bajo rango que intenta desesperadamente convertirse en patrón, sin importarle si debe pisar algunos cayos de sus compañeros, lo cual nos muestra el carácter impulsivo y entrón del personaje, pero también su lado violento.

Con cada asesinato o matazón la trama avanza y nos cuenta cómo se van moviendo los tejes y manejes del crimen organizado y la participación del gobierno: vemos los conflictos del ?Chapo con los Avendaño (que serían los Arrellano Félix) y la manera en que Amado intenta tener todo en orden para evitar que el gobierno se meta en el negocio y termine controlándolo.

Argumentalmente la serie carece de profundidad y de discursos sociales o políticos, ni hablemos; en ese sentido la serie Ingobernable es mucho mejor y en comparación, la serie de Epigmenio pareciera una obra de arte.

El Chapo se sostiene gracias al morbo y a la violencia, elementos que ya le valieron una segunda temporada (hay que mencionar que la serie se estrenó en abril en Estados Unidos), la cual se estrenará en el mes de septiembre.

@faustoponce

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