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El cáncer de pulmón ALK, a punto de ser enfermedad crónica

Terapias transformadoras con fármacos de última generación impactan y ayudan a personas con diferentes tipos de cáncer, a tener una mayor expectativa de vida y con mejor calidad.

Terapias transformadoras con fármacos de última generación impactan y ayudan a personas con diferentes tipos de cáncer, a tener una mayor expectativa de vida y con mejor calidad.

Terapias transformadoras con fármacos de última generación impactan y ayudan a personas con diferentes tipos de cáncer, a tener una mayor expectativa de vida y con mejor calidad. "Cuanto más comprendamos lo complejo que es el cáncer y generemos ciencia basada en evidencia, más personalizado y esperanzador podrá ser su tratamiento", sostiene especialista

“Los avances en el cáncer de pulmón son brutales, en los últimos 15 años un mar de medicamentos han llegado, son alrededor de 40 tratamientos que buscan atacar el problema. Gracias a eso, la expectativa de control de enfermedad y sobrevida de una persona ha aumentado considerablemente, incluso ahora podemos empezar a pensar en cronificar la enfermedad, esto cambia el paradigma del cáncer avanzado”, asegura el doctor Jorge Arturo Alatorre Alexander, especialista en cáncer de pulmón y tumores torácicos.

El cáncer de pulmón es la principal causa de muerte relacionada con el cáncer, de acuerdo con cifras del Observatorio Global del Cáncer. En 2022 se diagnosticaron aproximadamente 8,257 nuevos casos de cáncer de pulmón en México.

Hasta hace muy poco la sobrevida de una persona con cáncer de pulmón avanzado, con los tratamientos de quimioterapia basado en platino –que era la opción–, tenía un 30% de probabilidad de vivir a un año, en la actualidad se subdivide la enfermedad, “como si fuera un pastel, a los diferentes tipos de cáncer de pulmón, desde el adenocarcinoma, que es el más frecuente, carcinoma de células escamosas, o células grandes”. Existe el grupo con la alteración molecular ALK, que representa un 7% de los pacientes, en su mayoría gente joven, y no fumadores que enfrentan una dura enfermedad, pero que hoy tienen altas expectativas gracias a los resultados de una nueva investigación.

Los tumores ALK-positivos pueden desarrollar metástasis cerebrales dentro de los dos años posteriores al diagnóstico inicial. Para esta población específicamente es que se ha encontrado una respuesta con lorlatinib, un inhibidor de ALK de tercera generación y que hasta ahora era atendido con crizotinib, un inhibidor de ALK, pero de primera generación, este último fue el que desbancó a la quimioterapia en su momento, pero ahora los resultados son mucho más prometedores.

Después de cinco años de seguimiento, el estudio del ensayo de fase 3 CROWN, mostró una reducción del 81% en la tasa de progresión de la enfermedad o muerte entre los pacientes bajo el tratamiento con lorlatinib, en comparación con crizotinib. Además, el 60% de los pacientes tratados con lorlatinib estaban vivos sin progresión de la enfermedad después de cinco años en comparación con el 8% con crizotinib. Estos datos se anunciaron en la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) 2024 y se han publicado simultáneamente en el Journal of Clinical Oncology, esto quiere decir que los resultados han podido ser analizados ampliamente por pares y en la comunidad médica.

“Con una pastilla hoy estamos controlando la enfermedad en un subgrupo de pacientes”, explica el también jefe de Servicio de Oncología Torácica, Hemato-Oncología y Banco de Sangre, y Coordinador de la Alta Especialidad en Oncología Torácica en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. “Incluso ellos están haciendo su vida normal, se reincorporan al trabajo y a sus actividades habituales, es un suceso que en esta enfermedad no se había presentado. Esto nos rompe un paradigma brutal, fue algo muy emocionante entender que este seguimiento a largo plazo a dado tan buenas noticias”.

¿Cómo funcionan los inhibidores?

En entrevista el especialista explica que en el ADN se encuentra cierta información genética que se convierte en ARN, esta se convierte en una proteína y el procedimiento está perfectamente bien regulado. “Lo que sucede cuando hay una enfermedad en la proteína ALK, --la cual de forma natural nos ayuda a desarrollar el cerebro cuando somos embriones, pero ya que está desarrollado ya no se ocupa y queda silencioso en la vida adulta-- es que en ocasiones sufre una traslocación (una alteración en los cromosomas) que afecta el ADN donde se encuentra el sitio para codificar ese ALK, es decir se cambia de lugar y genera una proteína de fusión (diferente a la normal) y empieza a mandar señales a nuestra célula para que empiece a crecer (proliferar)”.

Cuando hay una célula enferma, ésta se “suicida”, pero en este caso no lo hace y esas señales de sobrevida nos dan idea de la anomalía. Lo que hacen los inhibidores es bloquear esa señal anómala, “le pone un freno a la proteína y así se para la orden que recibe el núcleo de la célula para que prolifere”. Así se empiezan a morir las células, esto traducido a la enfermedad es cuando vemos que tumores enormes se van haciendo pequeños, y aunque no se eliminan por completo y la persona no se cura, lo que se está logrando es nulificar la enfermedad.

“Lo que uno piensa cuando hablamos de enfermedades crónicas es en diabetes, hipertensión, incluso VIH, pero pocas veces habíamos pensando en cronificar un cáncer de pulmón, pues es la causa número uno de muerte por cáncer en el mundo (1.8 millones de muertes, que representan el 18,7% del total). Aunque todavía el cáncer de pulmón en geneal no ha llegado a estos niveles de cronificar la enfermedad, el subgrupo de ALK sí lo podría estar viviendo”.

Para el especialista ahora lo importante será que el subgrupo de estos pacientes tengan acceso a los medicamentos. En el país ya se encuentra disponible en el sector privado y está entrando al público, “es importante que la gente sepa que poco a poco contamos con el medicamento, que aunque hay que cuidar los efectos secundarios, el beneficio por ahora es mayor para nuestros pacientes”.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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