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Arte e Ideas

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Encuentran un eslabón perdido en la península de Yucatán

El esqueleto de una joven que vivió hace más de 12,000 permite ligar las características físicas de los primeros seres humanos del continente americano con la genética de los pobladores actuales

La humanidad llegó a América cruzando el estrecho de Bering, entre lo que actualmente son Siberia y Alaska. Eso ya no hay quien lo dude. Sin embargo, existe una controversia porque las características físicas, sobre las proporciones del cráneo, de los primeros americanos o beringianos no se parecen a las de los indígenas americanos contemporáneos. Incluso se ha especulado sobre la posibilidad de que haya habido orígenes distintos para estos grupos humanos.

Hoy en la revista Science se publica un estudio sobre un esqueleto sorprendentemente bien conservado de entre 12,000 y 13,000 años de antigüedad que tiene las proporciones craneales de los beringianos y un rasgo genético exclusivo de los nativos de América.

Hay que ser cuidadosos , dice James Chatters, autor principal del estudio, hecho en una gran colaboración entre la National Geographic Society, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) con investigadores y fondos de diversas universidades de Estados Unidos.

 

Este estudio no excluye la posibilidad de que haya habido orígenes distintos, porque sólo tenemos un individuo, pero podemos decir que el esqueleto (el único que se ha encontrado de toda una época y todo un continente) no da bases para pensar que haya habido orígenes distintos sino que la evolución se dio en el continente americano.

GALERÍA: El "eslabón perdido" hallado el mar de Tulum

NAIA ES ÚNICA Y ESPECIAL

Los restos de Naia, quien vivió sólo 16 o 17 años, fueron descubiertos en una fosa oceánica en el mar de Tulum, frente a la península de Yucatán, llamada Hoyo Negro. Su esqueleto, completo y tan bien conservado que permitió analizar el ADN mitocondrial de una de sus muelas, es uno más junto con los de osos y tigres dientes de sable, algunos incluso más antiguos.

Pero Naia es única en la paleohistoria del continente. La Humanidad llegó a lo que entonces era el Puente de Tierra en Bering (o Beringia) hace entre 26,000 y 18,000 años, y comenzó a expandirse hacia el Sur en algún momento hace unos 17,000 años.

Sin embargo, aquellos primeros americanos eran no sólo nómadas sino muy nómadas . Se desplazaban mucho y no hacían, digamos, entierros muy formales. Lo que ha hecho casi imposible encontrar sus restos. Se tienen fragmentos de huesos aquí y allá. Así que en realidad sabemos muy poco de ellos.

De Naia tampoco sabemos mucho todavía. Sabemos que era pequeña (1 metro 47 centímetros) y que no tuvo una buena vida. El esqueleto estaba muy maltratado; sus dientes, con muchas caries y ya había perdido cuatro , comenta Chatters con un dejo de tristeza. Y el ADN que se ha analizado hasta ahora es el mitocondrial, que pasa directo de la madre a sus hijos en las mitocondrias (organelos que proveen energía) del óvulo, lo que permitió encontrar el fragmento de ADN (halpogrupo D1, lo llaman) único de las poblaciones americanas.

Pero Chatters comenta que ya se encuentran trabajando con el ADN del núcleo, lo que nos permitirá reconstruir cómo era , dice, además que dará mayores indicios sobre la evolución de la Humanidad en América.

LOS DESCUBRIDORES

El equipo de buzos del Proyecto Espeleología de Tulum (PET), encabezado por Alberto Nava, se juntó simplemente por la curiosidad. PET surgió del deseo de explorar las cuevas en Quintana Roo , explica Nava.

En el 2007, en el sistema de cavernas Sac Actun, encontraron una gran fosa a 40 metros de profundidad. La llamaron Hoyo Negro por ser muy oscura, impenetrable a la luz del Sol (algo notable en las claras aguas del Caribe).

No tardaron en darse cuenta de que la oscuridad de Hoyo Negro guardaba un tesoro importante. Lo primero que vimos fue un fémur de un metro de longitud así como huesos de un animal parecido a un mastodonte llamado un gomfoterio , dice Nava. Así que, sin alterar el entorno ni los vestigios que encontraron (esto es importante, para que se pueda reconstruir la historia del lugar y de sus habitantes ), dieron aviso al Instituto National de Antropología de Historia.

A medida que fuimos explorando Hoyo Negro, el proyecto se hizo más importante y poco a poco se ha convertido en un trabajo permanente. Gracias al apoyo del INAH y National Geographic podemos hacer estos trabajos , dice Nava.

Así, lo que inició como una exploración amateur (no porque no fueran buzos expertos sino porque investigar no era su trabajo) se ha convertido en el descubrimiento más importante de la paleohistoria del continente.

El proyecto tiene fondos y/o investigadores del Archaeological Institute of America, el Waitt Institute, The University of New Mexico, la Pennsylvania State University, la University of Texas en Austin, la University of Illinois en Urbana-Champaign y DirectAMS. También cuenta con investigadores de la McMaster University, Northwestern University y la Washington State University.

manuel.lino@eleconomista.mx

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