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Es un despropósito querer manipular la historia con un fin político: Eduardo Matos

Es común que los gobiernos manipulen hechos históricos para darles un cariz político, indica el fundador del Proyecto del Templo Mayor; sobre las conmemoraciones de la resistencia indígena, aclara que la gran mayoría de los pueblos originarios sigue en resistencia.

La mañana de este jueves los gobiernos federal y capitalino efectuaron un acto protocolario de nombre “México-Tenochtitlan, más de siete siglos de historia”, con un título ligeramente modificado de la intención original para conmemorar con bombo y platillo, en este 2021 y no en otro año, la ya desmentida fecha del hecho fundacional que sentó los cimientos de la ciudad que hoy es capital del país.

Con el añadido “más de siete siglos de historia”, las autoridades involucradas se desmarcaron de la desaprobación generalizada de historiadores y arqueólogos estudiosos del México precolombino, quienes desde septiembre pasado señalaron el error de precisión y rechazaron la intención gubernamental de cambiar a modo los hechos históricos fundacionales de México-Tenochtitlan para empatarlos con las conmemoraciones por los 500 años de su caída y los 200 años de la consumación de la Independencia nacional.

El origen de la errata fue la conferencia matutina del 30 de septiembre de 2020, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó un plan de conmemoraciones históricas en el que se contemplaba el hecho en cuestión.

“Estamos trabajando de manera conjunta para que este año sea denominado de la Independencia y de la Grandeza de México, el 2021, porque coincide con la fundación de México-Tenochtitlan”, declaró entonces el mandatario ante la presencia del director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), antropólogo Diego Prieto Hernández, quien guardó un silencio aquiescente.

Lo que vino después fue el vuelco de las voces inconformes de arqueólogos, antropólogos e historiadores como Eduardo Matos Moctezuma, Arno Burkholder, Alejandro Rosas, Antonio García de Diego, Alfredo López Austin, Leonardo López Luján, entre muchos otros, para precisar que no hay una sola fuente histórica que ubique la fundación de la ciudad mexica en 1321 y en cambio, gran parte de los registros más remotos disponibles, del siglo XVI, señalan el año 2-calli, que es coincidente con 1325 en el calendario que hoy nos rige.

La mañana de este martes, después de semanas de correcciones públicas que fueron prácticamente ignoradas por las autoridades, no hubo presencia ni ecos de las voces autorizadas para el acto protocolario llevado a cabo en el Templo Mayor.

“Una manera clara de manipular la historia”

“Es un despropósito marcar un año que no aparece en ninguna fuente escrita o documento antiguo, como ya han señalado diversos investigadores”, declara el arqueólogo y antropólogo Eduardo Matos Moctezuma en entrevista con este diario. “Es muy grave que sin ningún sustento se empiecen a hacer planteamientos con un fin político. Es una manera clara de manipular la historia, una situación forzada. Como ahora se han convertido en historiadores estos señores, tratan como pueden empatar las fechas. Siempre hay manera de discutir y hacer crítica, pero científicamente hablando, no con gente improvisada. No quiero imaginarme lo que vayan a decir los Libros de Texto Gratuitos en relación con estos hechos”.

Precisa que un suceso trascendental puede marcar una referencia para que un pueblo designe una fecha para la fundación de su ciudad, “pero una ciudad no surge de la noche a la mañana. Podemos plantear una hipótesis sobre 1325, aunque no quiere decir que está todo dicho”.

En casi todo el mundo, indica, los gobiernos tratan de utilizar la historia para darle un cariz político. Señala que no se trata de la primera vez que se intenta “manipular la historia” en México. Recuerda que él mismo, junto con otros especialistas, fue encargado de la segunda comisión, bajo el gobierno de Luis Echeverría, para la investigación y en su caso autentificación de los supuestos restos de Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica. No obstante, se volvió a ratificar que no había elementos para sustentar que aquellos fueran los huesos del tlatoani.

El también fundador del Proyecto Arqueológico del Templo Mayor, en 1978, cita un extracto del aquel informe, puesto que, asegura, puede tener vigencia en este impasse:

“Pocas oportunidades tiene un investigador de poder estar y sentir cómo operan los aparatos ideológicos del Estado en un momento determinado (...) el interés de las más altas esferas del país por lograr el mismo fin ante una situación nacional económica caótica, social y políticamente, en donde las contradicciones se habían agudizado de manera evidente y se estaba en el preámbulo de una devaluación: un calmante momentáneo cuando el enfermo ya está desahuciado”.

Sugiere que ahora mismo se repiten las circunstancias: “se está pasando por un momento difícil, inclusive económico. Antes de que empezara la pandemia, ya se veían indicios”.

¿Observamos una romantización de la resistencia indígena?

“Uno de los aspectos olvidados históricamente ha sido el del indígena. En ocasiones se ha querido actuar de manera patriarcal. El hecho es que el indígena ha sido siempre afectado de una u otra manera. Ahora vemos la oposición de grupos indígenas a hechos como el Tren Maya, por lo que hay mucha molestia”, declara y coincide en que la resistencia indígena aún prevalece en términos generales, “y no se ve que haya visos de solucionarse”, concluye Matos.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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