Ignacio Solares y José Gordon, 40 años de amistad en un libro

“El método mágico fue desalojado progresivamente por el método filosófico–científico. Su antagonismo evidente se traduce aún hoy en restos de batalla como la que libran el médico y el curandero. Pero es evidente que el hombre ha renunciado de manera casi total a una concepción mágica del mundo con fines de dominio y, claro, de comercialización”.

Estas palabras las dijo el narrador, ensayista, dramaturgo y periodista Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945) hace unos días durante la presentación en la librería Mauricio Achar del libro Novelista de lo invisible (Grijalbo, 2023), un título que vierte en el papel el atisbo de una amistad compleja, afectiva y atípica, si se permite, la alimentada entre Solares y el divulgador científico José Gordon (Ciudad de México, 1953).

Se trata de un libro, a decir de Gordon, que tiene un aire de ensayo y de novela en vivo, un repositorio de aquellas conversaciones entre ambos sobre temas como la meditación trascendental, los grilletes de la percepción y las posibilidades más allá de un asidero. El libro también contempla conversaciones sobre una mesa a la hora del desayuno o la comida acerca de autores como William Blake, Aldous Huxley, Amos Oz o Julio Cortázar. Es, pues, el testimonio de una amistad trascendental.

Cuatro décadas de amistad

Novelista de lo invisible comienza cuando Gordon relata cómo conoció a Solares, en febrero de 1980, y cómo éste de inicio le habló sobre los descubrimientos vertidos en Delirium tremens (1979), una crónica que parece novela, donde Solares recopiló el testimonio de varios alcohólicos que cuentan la manera en la que el vicio altera la capacidad de percepción, los procesos mentales, la manera de ver la vida y de procesar los afectos.

Gordon avoca que Solares le dijo: “Muchos de quienes deliran ven al Diablo o se ven en el Infierno, pero hay quien luego del shock asevera, de modo sincero, totalmente lúcido y convincente, haber tenido conversaciones con Dios y atestiguado la existencia de otro mundo”. Y entonces Gordon se cuestiona: “Cuando se toca el fondo —como si se rompiera un velo— de manera extraña se asoma también una realidad trascendente. ¿Se puede tocar la gracia incluso en las condiciones más agobiantes?”.

José Gordón es un interesado de la meditación y de sus detonaciones sobre la mente, y se ha dedicado a explorarla. No es una coincidencia que la reciente edición del Festival El Aleph, organizado por Cultura UNAM, del que Gordon es curador, llevó por nombre “Violencia y cultura de paz” y contó con la presencia de pensadores como el psicólogo estadounidense Frederick Travis, quien indaga sobre el funcionamiento neuronal de una persona durante un estado de meditación trascendental.

La amistad de ambos se finca en la búsqueda del interior, esa necesidad de trascender lo tangible, de volverse testigos de lo invisible.

Las palabras “ensanchan nuestra mirada”

En vida y obra, Ignacio Solares, declara Gordon en entrevista, “se ha dedicado a explorar esos mundos internos en sus novelas, a penetrar los mundos invisibles de los sueños, de los fantasmas que persiguen a sus personajes, del delirium tremens y de sus búsquedas de lo sagrado. Nacho nos cuenta las experiencias que lo marcaron en su infancia y de su pasión por la escritura y por la literatura que, aunque se trata de un mundo imaginativo, tiene sus asideras en la realidad”.

La poesía y la gran literatura como las de Solares, explica el divulgador, “amplían nuestros modelos internos. Y cuando ubicas eso dentro de la obra de Ignacio Solares te empiezas a dar cuenta de por qué es tan importante asomarnos a lo que explora un novelista de lo invisible, porque está ampliando el registro del mundo con palabras que de alguna suerte ensanchan nuestra mirada”.

Finalmente, Gordon declara que la amistad de más 40 años con Solares “está nutrida por algo que muchas veces dejamos de lado, que son las preguntas más importantes, pero las que solemos dejar de lado (…) por el contrario, yo descubro siempre en Nacho a un niño curioso y asombrado a pesar de todas las tragedias que le ha tocado vivir. Y eso me parece por demás relevante, porque, como decía Bruno Schulz, quien fue traducido al español por Sergio Pitol, debemos madurar hacia la infancia, y eso quiere decir, madurar hacia la curiosidad y capacidad de asombro. Y eso habla mucho del sentido de vida que tiene Nacho”.

“Novelista de lo invisible” es una conversación que sana, donde el lector sorpresivamente se ubica al centro de la mesa y le es posible ver el vaivén de una plática de dos amigos en un mundo que necesita sanación de palabras. Pero la publicación, casi que en secreto, se viste como un homenaje de Gordon a su amigo Solares.

Un extracto del libro

“En esos encuentros Ignacio Solares se ha vuelto Nacho, mi amigo, quien me ha abierto su mundo, sus claroscuros y las claves invisibles de su búsqueda como ser humano y como creador. Y en medio de la densidad y oscuridad de estos tiempos tan duros como la materia más sombría, esas charlas que tuvimos en Sanborns o en la taquería El Rincón de la Lechuza dejaron filtrar un mundo que deseamos no se quede encerrado nada más en esos aires de la memoria”.

• Editorial: Grijalbo
• Año: 2023
• 168 páginas
• Impreso: 199 pesos
• Ebook: 139 pesos

Más de la obra de José Gordon:

• El libro del destino (1996)
• El cuaderno verde (2007)
• El inconcebible universo (2017)

Más de la obra de Ignacio Solares:

• Nen, el inútil (1994)
• Columbus (1996)
• El sitio (1998) – Premio Xavier Villaurrutia 1998
• Delirium tremens (1997)

ricardo.quiroga@eleconomista.mx