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Arte e Ideas

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Inauguran Cerro del Teúl, nueva zona arqueológica

El asentamiento prehispánico data de por lo menos 2000 años; fue habitado en la última etapa por caxcanes, hasta la Conquista.

Cuenta el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, que los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué (que representan el Sol y la Luna) vencieron a los Señores del Xibalbá en un juego de pelota. Pero en su camino hacia el inframundo debieron sortear duras pruebas y uno de ellos fue decapitado. Un par de monolitos que hacen referencia a ese mito fue encontrado en el 2010 y el 2012 cuando un grupo de arqueólogos excavaba el Juego de Pelota en el Cerro del Teúl. La noticia colocó al sitio arqueológico en el mapamundi.

Este viernes abrió al público esta nueva zona arqueológica en México, al sur de Zacatecas colindante con Jalisco, en el municipio de Teúl de González Ortega, un sitio cuyas edificaciones datan de por lo menos 2000 años y, aunque se desconoce el nombre original y la lengua de sus primeros ocupantes, los trabajos de excavación fortalecen la hipótesis de que fue habitado por caxcanes en la última etapa, hasta el arribo de los españoles, y abandonado en 1530.

Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que han tenido a su cargo los trabajos de exploración y consolidación del sitio en los últimos 10 años, refieren que entre los vestigios que constatan esta antigüedad se hallan tumbas de tiro, una práctica funeraria que remite a un par de siglos antes de nuestra era.

La arqueóloga Laura Solar Valverde, corresponsable del sitio, junto con Peter Jiménez Betts y Luis Martínez Méndez, investigadores del Centro INAH Zacatecas, comenta con El Economista que en este asentamiento prehispánico destaca el modelo constructivo que utilizaron los fundadores y antiguos pobladores del cerro que, aprovechando las condiciones del terreno, construyeron los edificios sobre la roca madre y diseñaron además un avanzado sistema hidráulico que les permitió la captación de agua pluvial, aprovechar la presencia de manantiales y evitar deslaves e inundaciones.

Señala que los antiguos teulenses hicieron gala de sus conocimientos de ingeniería hidráulica, a partir del estudio que tenían del terreno y su convivencia con la naturaleza; adaptaron cuatro niveles en la ladera norte del cerro, por medio de muros de contención y rellenos, para construir el centro ceremonial y varias edificaciones, construyeron un sistema de canales para aprovechar el agua de los manantiales que había en la cima y conducirla al centro ceremonial, aprovecharon la pendiente natural del cerro para adaptar las construcciones al flujo del agua y al constante deslizamiento de arcilla.

En la cima del cerro, los arqueólogos han encontrado vestigios del primer episodio de sedentarismo en el estado de Zacatecas, asociados a la adopción de la práctica agrícola y a las creencias religiosas y políticas de los primeros poblados, como el culto a la fertilidad, señala Laura Solar. “Es la materialización del concepto náhualt de altépetl, que remite a la fusión de la montaña y el agua como entes sagrados”, precisa.

El sitio probablemente fue ocupado por distintas sociedades a lo largo de 16 siglos; sin embargo, la huella del hombre allí parece mucho más antigua. Laura Solar explica: “Aquí en el cerro encontramos un abrigo rocoso con petrograbados; estos vestigios naturalmente son más antiguos que la ocupación sedentaria, pero la fecha es todavía imprecisa, no la hemos investigado sistemáticamente y por ahora sólo nos habla de una ocupación o de una presencia humana, digamos, prehistórica”, advierte la especialista.

“No es que haya habido dos sociedades, sino que es más bien un continuo de ocupación. Las historias que nosotros construimos o interpretamos a partir de la arqueología se irán transformando en la medida en que vaya aumentando la información conforme vayamos excavando”, señala.

Por lo pronto, lo que el visitante va a poder apreciar en el sitio son los edificios de la etapa constructiva que corresponden al periodo de apogeo, que se ubica entre los siglos X y XIV,  que dan cuenta de una  gran actividad ligada a las relaciones comerciales con otras sociedad del Occidente, que se conoce como red Aztatlán, donde está presente la fabricación metalúrgica y el comercio de conchas y otros productos. Ésta es la parte mejor conservada que hemos encontrado y los visitantes la verán ya restaurada, afirma Solar.

Construccciones y hallazgos

Desde el 2008, los arqueólogos del Centro INAH Zacatecas comenzaron una excavación extensiva del cerro, en una superficie de casi 40 hectáreas, con el propósito de rescatar y consolidar los edificios prehispánicos, al mismo tiempo que recuperaban vestigios y materiales que habían sido extraídos o encontrados en el pasado por personas de la comunidad y que permitieron ir armando el rompecabezas para explicar la ocupación del sitio.

Durante ese periodo, el equipo de investigación logró localizar tumbas de tiro, un centro ceremonial que alberga la Plaza de los Dos Montículos, una plaza principal, un patio hundido y el Juego de Pelota.

De acuerdo con el INAH, la plaza principal abarca 43 por 18 metros y en medio se encuentra un altar circular de 6 metros de diámetro, de donde se recuperó una ofrenda compuesta por casi una decena de metates gastados, que se hallaron bocabajo. La explanada es cerrada por un par de graderías y dos basamentos, el mayor de 12 por 11 metros y el menor de 6.5 por 7.5 metros.

El Juego de Pelota, de forma rectangular, mide 43 metros de largo por 6 de ancho; fue allí donde encontraron los monolitos de los jugadores, enterrados a menos de 2 metros de profundidad; uno de los ejemplares fue hallado con la cabeza decapitada, por lo que los especialistas lo relacionaron con Hanaphú. Las esculturas en piedras miden 1.96 metros de altura por 56 cm de diámetro. La arqueóloga Solar Valverde señala que hay registros de que hubo cuatro esculturas, colocadas en cada una de las esquinas de la cancha del Juego de Pelota que funcionaban como marcadores de anotación, pero sólo se han encontrado dos.

El impacto económico

Uno de los aspectos de lo que poco se habla cuando se abre una zona arqueológica es del impacto económico que la puesta en valor del patrimonio cultural puede generar en una microrregión como la del Teúl, que además se caracteriza por la falta de oportunidades laborales y la constante migración a Estados Unidos.

Laura Solar destaca que a lo largo de estos 10 años de trabajo se han invertido más de 30 millones de pesos provenientes del INAH, el gobierno estatal, la Cámara de Diputados y el ayuntamiento local. El “80% de esos recursos ha sido para pagar salarios, lo que garantiza estabilidad laboral y económica en un importante número de familias de la localidad y además ese dinero se reinvierte en el comercio local”, señala.

“Además, hemos constatado que este trabajo que nosotros hemos desarrollado de la mano con la comunidad, ha sido un factor que contribuye a la reconstrucción del tejido social, fortalece los vínculos de identidad y en algunos casos frena la migración o incentiva el retorno”.

La zona arqueológica Cerro del Teúl podrá visitarse a partir de este viernes y contará con señalética, andadores, zonas de descanso, un Centro de Atención a visitantes con instalaciones sanitarias, área de enfermería y tecnología de punta para hacer más atractiva la visita y para facilitar el acceso a personas con discapacidad.

Es la tercera zona arqueológica que abre el gobierno federal en este sexenio, a menos de dos meses de entregar la administración; las anteriores fueron Arroyo Seco, en Guanajuato, y Teteles de Santo Nombre, en Puebla.

francisco.deanda@eleconomista.mx

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