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José Revueltas, una cabeza sin proletariado
Octavio Paz lo definió como uno de los mejores escritores de? mi generación y uno de los hombres más puros de México .
José Revueltas (1914-1976), escritor, teórico del comunismo autor del Ensayo sobre un proletariado sin cabeza , guionista, poeta, cuentista, activista social, era un iconoclasta consumado; un tipo irreverente antiestalinista, tan rebelde que fue corrido de todos los partidos de izquierda. A Revueltas se refiere la increíble y triste anécdota de que también fuera expulsado en 1963 del grupo que formó basado en sus propios principios revolucionarios: la Liga Leninista Espartaco.
Se podrán mencionar muchas cosas del autor de Los muros de agua (1941) y de El Apando (1969), pero no que fuera un tipo deshonesto y eso en México es decir mucho. El juicio más claro sobre este aspecto moral de Revueltas lo da Octavio Paz: era uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México .
Pepe Revueltas nació en Durango, el 20 de noviembre de 1914, y murió el 16 de abril de 1976 en el Distrito Federal. Formó parte de una talentosa familia. Este año se cumplen 100 de su nacimiento. El homenaje nacional anunciado por el presidente del Conaculta incluye: ediciones conmemorativas por parte del Fondo de Cultura Económica, iconografías, mesas redondas y la develación de una placa en las Islas Marías.
Ramón Sosamontes, militante del viejo Partido Comunista Mexicano, transcribe estas palabras de Revueltas: Cuando salí de la correccional, me aceptaron en el Socorro Rojo Internacional y no en la Juventud (Comunista), y cuando ya, después de pasar un periodo de prueba, debía pasar a la Juventud, no me aceptaron por una razón peregrina, pero típica: porque era yo demasiado inteligente para la Juventud Comunista y, por ende, muy peligroso, y me pasaron directamente al partido. Eso fue en el año 30 (1930) .
Revueltas, dueño de una endemoniada creatividad, de un cerebro que bullía en ideas, en las que el elemento principal era la crítica que se removía en su interior como en un matraz lleno de material corrosivo, dejó varios libros fundamentales: Dios en la Tierra (1944), y su mejor obra El luto humano (1943). José Agustín, al examinar a Revueltas, concluye que es un escritor oscuro, profundo y poético, de finales noqueadores, (que) tocaba el fondo de las situaciones y los personajes .
Revueltas fue también autor de ensayos rotundos que causaron escozor entre los acólitos de José Stalin. Uno de estos libros es Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, en el que discute entre párrafos densos de teoría marxista el papel de la clase históricamente determinada , para concluir que: en México, la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la ideología democrático burguesa ( ) .
Aunque no hace falta un razonamiento profundo para descubrir que la proposición inversa también es válida: no es que el proletariado mexicano no tenga cabeza , sino más bien que la cabeza no tiene un proletariado. Porque resulta claro que la clase obrera prefirió, por las buenas o por las malas, al PRI que a los comunistas. Es decir, optó por los charros sindicales auténticos que por el charrismo sindical de izquierda.
GENIO LITERARIO
Sergio Pitol, al analizar la narrativa rusa clásica, llegó a una conclusión luminosa: la novela rusa no se conformó con ser obra de ficción; fue a la vez ensayo político, indagación moral, interpretación de la historia, tratado filosófico .
Esto viene a colación porque Revueltas desde sus primeros años en sus estudios como autodidacta en la Biblioteca Nacional (dejó la secundaria sin terminar), hizo suyas las lecturas de los grandes novelistas rusos: Pushkin, Lermontov, Gogol, Dostoievski, Tolstoi y Chéjov. Y descubrió por razonamiento propio la conclusión implícita en la gran literatura rusa: ir más allá de la ficción.
Por eso la obra de Revueltas está llena de párrafos en los que teoriza, en los que expone su visión acre del mundo. Y la expone de una manera admirable, con una fuerza gigantesca, con una sintaxis llena de rabia, con palabras que quieren liberar el germen de la destrucción del mundo.
Leer a Revueltas lo deja a uno atrapado en una prosa poderosa y violenta, con personajes intensos, temas trascendentes, plena de una adjetivación tan abundante como precisa. Sus imágenes son un puñetazo a los ojos. Son como la existencia misma: desgarradora, fuerte, estremecedora de la conciencia.
El luto humano es su obra maestra, en la que leemos esta imagen terrible, aunque en su dialéctica es también estéticamente hermosa: La muerte estaba ahí, blanca, en la silla con su rostro. El aire de campanas con fiebre, de penetrantes inyecciones, del alcohol quemado y arsénico, movíase como la llama de una vela con los golpes de aquella respiración última y tan tierna, tan querida que se oía .
Porque así es la vida misma: la muerte siempre está ahí sentada en la silla, esperando.