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Naia y Hoyo Negro ?dan luz a más tesoros

El descubrimiento y contextualización del importante esqueleto apunta carencias? en materia de ciencia del INAH, pero también a grandes oportunidades.

Es imposible dejar de notar una pequeña mancha en el caso del incalculable tesoro científico recientemente descubierto en la fosa Hoyo Negro, cercana a Tulum, en Quintana Roo, donde se encuentra, entre muchos otros, el que ya es el esqueleto humano más importante de la paleohistoria del continente.

Y esa mancha es que la ciencia que permitió dimensionar el descubrimiento fue hecha por una abrumadora mayoría de científicos estadounidenses y canadienses.

Es decir, la labor de averiguar que la joven de 16 años, que hace más de 12,000 fue a buscar agua y se cayó a una fosa en la que sus huesos se conservaron tan bien para que ahora se le pueda considerar el eslabón perdido entre los primeros pobladores del continente americano, los que llegaron a través del entonces puente de tierra de Bering, y las poblaciones indígenas actuales, se hizo en laboratorios de universidades estadounidenses.

El papel del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), según indicaron sus autoridades, salvo en el caso del Dr. Joaquín Arroyo Cabrales, se limitó a la salvaguarda de este valioso ejemplo del patrimonio nacional, lo cual es fundamental, pero en la parte científica se hicieron a un lado.

Antes de que se malinterprete este comentario como una absurda queja nacionalista, hay que decir que el INAH hizo exactamente lo que tenía que hacer tratándose del tesoro del que se trata: llamar a quienes mejor podían hacer el trabajo.

El problema real es que, por lo visto, México no tiene expertos de ese nivel, no se consideró que los tuviera o, si los tiene, no tienen el equipo necesario para llevar a cabo los análisis.

NO TENEMOS EL EQUIPO

Para Teresa Franco, titular del INAH, hoy resulta que es el resto más antiguo que conocemos en América, pero esta es la conclusión de muchos años de trabajo. Jamás el Instituto ha excluido a las instituciones mexicanas (...) Tenemos otros muchos descubrimientos analizados con instituciones mexicanas (...), más de 300 proyectos.

Y el de Naia y Hoyo Negro se trata de un caso específico que finalmente derivó en esta conclusión. Pudo no haber sido el caso .

Sin embargo, apenas en noviembre del 2013, Reyna Paz Avendaño publicó en el diario La Crónica de Hoy que la Dirección de Antropología Física del INAH analizará en los laboratorios del Instituto de Física y de Geología de la UNAM parte de su acervo de más de 40 esqueletos humanos que oscilan entre los 12,700 años y 4,500 años de antigüedad.

Con el Instituto de Geología vamos a trabajar los elementos estables para ver el tipo de alimentación y con el Instituto de Física vamos a refechar todos los esqueletos con su reciente equipo de espectrometría de masas. Además, estamos ofreciendo a ver quién se interesa por analizar nuestro acervo, porque nosotros no tenemos el equipo , comentó en aquella ocasión José Concepción Jiménez López.

El poblamiento americano es una línea de investigación que se abandonó en México hace muchas décadas, pero que retomamos en el 2000 y ahora ofrecemos a los interesados que planteen investigaciones , agregó el investigador.

HABÍA QUE DARLE VALIDEZ

El buzo Alberto Nava, quien junto con Alejandro Franco encontró la fosa y el esqueleto de Naia, también da una opinión que, más que tratar de ocultar el problema, revela grandes oportunidades.

Ha habido otros esqueletos en el área (La Mujer de las Palmas también se encontró cerca de Tulum) e investigadores trabajando en ellos, pero sobre ninguno de ellos se ha hecho una publicación en una revista de la calidad de Science.

Uno de los retos era hacer una publicación así para darle validez y relevancia a lo que hay en Quintana Roo, hay otros cinco o seis esqueletos, pero la comunidad científica como que no se creyó la ciencia que se había hecho (sobre ellos). Por una razón u otra. Una de las razones por las se buscó gente que tuviera mucha resonancia en la comunidad científica fue para darle credibilidad a lo que hay en Quintana Roo , detalló.

En el acervo del INAH están, entre otros, el Hombre de Tepexpan (4,000 años), la Mujer de las Palmas (entre 10,000 y 12,000 años), el Hombre del Metro Balderas (10,500 años), el Hombre de Chimaloacan (10,500 años), el Hombre de Tlapacoya (entre 12,150-11,619) y la Mujer del Peñón (12,500), de la cual ya se hizo una reconstrucción y un análisis de ADN mitocondrial.

Ojalá muy pronto tengamos también noticias de ellos.

manuel.lino@eleconomista.mx.

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