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Olas de calor multiplican padecimientos crónicos
El doctor Pope Moseley y su colega Marisa Domino colaboran con científicos del clima para estudiar la incidencia de las enfermedades a lo largo del año y crear modelos de condiciones climáticas asociadas a las enfermedades.
Alguien con una serie de enfermedades crónicas sabe que, cuando llega una temperatura determinada, es más susceptible. Ahí es donde tenemos que ir con esta investigación”.
Pope Moseley, profesor del College of Health Solutions de la Arizona State University.
Las ondas de calor que se viven cada año en diversas partes del mundo han aumentado, sobre todo en el verano. Este año en algunas ciudades se han roto récords de temperatura; de hecho, en el área del Golfo de México y en el llamado Valle de la Muerte, en California, el 18 julio el termómetro alcanzó los 55° centígrados, una cifra cercana a romper el récord de calor jamás registrado en la Tierra, el 10 de julio de 1913, que marcó el hito de los 56°C.
Este no es un hito que se deba celebrar, pues representó para muchas personas una sentencia de muerte, igual que para los ecosistemas, y más allá, desafortunadamente este es sólo un adelanto de las elevadas temperaturas que se avecinan y el presagio de que el termómetro seguirá subiendo. Por ello, para los científicos investigar los efectos del calor se ha vuelto de suma trascendencia, tal es el caso del doctor Pope Moseley, profesor del College of Health Solutions (CHS) de la Arizona State University, quien junto con su equipo ha analizado múltiples afectaciones a la salud en épocas de mayores temperaturas.
Sabemos que los efectos del calor intenso sobre la salud son múltiples y pueden oscilar desde ligeras molestias o afecciones leves, hasta comprometer la vida. Entre los efectos directos se encuentran agotamiento, calambres, síncopes, dermatitis, edemas de extremidades y golpes de calor; pero más allá de estos casos, se están generando afectaciones y agravando problemas de salud que no necesariamente están relacionadas con el calor.
El estudio de la Arizona State University revela que la mayoría de las personas que van al hospital durante una ola de calor no lo hacen por insolación o enfermedad por calor. “Eso es menos del 10% de las enfermedades”, explica Moseley, médico de pulmón y cuidados intensivos. En realidad, predominan las infecciones del torrente sanguíneo, mientras que los suicidios aumentan entre un 1% y un 2%, además de que la hospitalización por demencia o por infartos también se incrementa.
“Al observar los datos de población y ver qué grupos de enfermedades crónicas o diagnósticos buscan ayuda médica, podemos determinar la vulnerabilidad al calor relacionada con los diagnósticos que ya tienen las personas”.
Estos datos se suman a los que han generado otros investigadores en Europa. Por ejemplo, en Suecia se ha demostrado que la mortalidad general aumenta entre 8% y 12% por cada día que se registre una ola de calor. “El calor es una verdadera fuerza multiplicadora de las enfermedades y condiciones crónicas que tenemos. Nuestro trabajo en el College of Health Solutions es reunir los datos para permitir que los formuladores de políticas planifiquen y administren lo que sucederá durante una ola de calor”, opina el especialista.
El efecto del calor por periodos prolongados
Moseley explica que en el caso del efecto del calor en los humanos no se trata necesariamente de cuánto calor hace, sino de cuánto tiempo hace ese calor. Hay datos de la población en Europa que demuestran que las afectaciones a la salud no fueron por las altas temperaturas, sino por cuánto tiempo se mantuvieron.
Pope Moseley y su colega Marisa Domino, también profesora del CHS, siguen investigando con el objetivo de generar datos de personas con enfermedades comunes y entender los efectos del calor en ellas, planean publicar pronto su investigación y además desarrollar una app que ayude a las personas a conocer los riesgos de estar al aire libre durante la ola de calor, cuál es su riesgo de ir al hospital o incluso de morir por el impacto del calor en su salud.