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¿Por qué el modelo de las telenovelas sigue funcionando?
Todo indica que las telenovelas originalmente comenzaron en Cuba a principio de los cincuenta, pero fue en México donde, a fines de la década, alcanzaron el éxito que ya todos conocemos.
Los mexicanos creemos, quizá con justa razón, que nosotros fuimos los pioneros de las telenovelas. Dicha creencia es parcialmente cierta. La telenovela es un formato que surgió al poco tiempo de la creación del televisor y fue diseñado para transmitirse por el mismo. Sin embargo, no nació en México. Sus orígenes vienen del teatro clásico europeo y de las radionovelas que alcanzaron su gran auge en todo el continente americano.
Todo indica que las telenovelas originalmente comenzaron en Cuba a principio de los cincuenta, pero fue en México donde, a fines de la década, las condiciones sociales, económicas, financieras y tecnológicas permitieron que las telenovelas alcanzaran el éxito que ya todos conocemos.
Por una parte, en México se acababan de entregar las primeras frecuencias para la TV abierta y los nuevos dueños de las televisoras estaban ávidos por crear contenido para comercializarlo y así poder solventar los altos costos que implicaba poder brindar ese servicio a los televidentes. Por otra parte, los narradores de novelas, cantantes, escritores y técnicos de la industria de la radio vieron una ventana para crecer en esta nueva industria. Finalmente, la industria del cine en Estados Unidos veía en México una gran oportunidad de producir películas a un menor costo que en su propio país.
En Estados Unidos, conforme la tecnología fue avanzando y los requerimientos de capital se incrementaban, los norteamericanos prácticamente pasaron el costo de la producción de las telenovelas a los grandes anunciantes y fue por eso que se les dio el nombre de soap operas, ya que los primeros grandes padrinos de las mismas fueron Procter y Gamble y Unilever con sus marcas de jabones. Al poco tiempo México replicó esta estrategia y fue así que a partir de 1957 se comenzaron a comercializar con gran éxito las telenovelas en México.
En breve, esta es la historia de los primeros días de la telenovela. Un formato basado en valores enraizados en lo más profundo de nuestra idiosincrasia. En ellas siempre vemos al villano, al bueno, a La Cenicienta, a un cura, a una familia rica y otra humilde, pero digna y trabajadora, y que siempre garantiza a los televidentes que al final el bien triunfará sobre el mal y habrá un final feliz. Un formato que toca las fibras más profundas de los mexicanos y con el cual nos seguimos identificando. Incluso se podría argumentar que las telenovelas han servido como enlace cultural entre los mexicanos que viven fuera del país. Actualmente los principales productores de estas novelas en nuestro país son Televisa, TV Azteca y Argos.
Mucho se ha criticado esta exitosa fórmula, argumentando que las audiencias merecen algo más que eso. Sin embargo, se trata de un reclamo insostenible si se toma en cuenta lo siguiente:
Primero, el televidente mexicano tiene el control, literalmente, para sintonizar el tipo de programación en televisión abierta que desee, sumado a que la mitad de la población tiene acceso a decenas o cientos de canales de televisión de paga, dependiendo del paquete contratado. Sin embargo, las cifras del share demuestran que la mayoría sigue optando por ver telenovelas, es decir, le gusta este tipo de programación. La telenovela estelar del Canal 13, Avenida Brasil, registra un share de 19%, mientras que la favorita del Canal de las Estrellas, Lo que la vida me robo, casi alcanza 50 por ciento. Esto demuestra que casi 79% de los televisores encendidos en el horario prime están sintonizados en una telenovela.
Segundo, las telenovelas no sólo han sido exitosas en México. De hecho, e 2013 Televisa ingresó 5,689 millones de pesos (7.7 % del total de sus ventas) por concepto de venta de programas y licencias, de los cuales es válido suponer que una parte importante se recauda de ventas al extranjero de telenovelas. México exporta sus telenovelas desde hace más de 20 años osea que si usted viaja a China, Rusia, Vietnam, España o Estados Unidos, entre otros, y enciende su televisor, es muy factible que se tope con alguna cara conocida en la pantalla.
Tercero, en la economía en la que vivimos nos rigen las leyes de oferta y demanda. Se estima que México ha producido más de 800 telenovelas desde los años 50 a la fecha, un dato que nos muestra que el formato es aún vigente y sobre todo, una herramienta eficaz para los anunciantes, quienes hoy en día le apuestan al contenido exitoso, independientemente de la pantalla por la que se transmita.