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Renovar la narración histórica
El Colegio de México presenta la Nueva historia general de México. El volumen reúne plumas de diversas generaciones.
Cada generación ha de interpretar su propio pasado desde su perspectiva presente. Esta es una de las lecciones de la Historia. Bajo la premisa de renovar la narración histórica y abrir espacio a voces nuevas se consolidó la Nueva historia general de México (El Colegio de México, 2010).
En 1976 se publicó la primera edición de la Historia general de México, coordinada por Daniel Cosío Villegas y editada por El Colegio de México (Colmex). Resulta un libro canónico que contiene textos magníficos como los de Jorge Alberto Manrique, Enrique Florescano, Luis González, José Luis Martínez y Carlos Monsiváis.
Después de 35 años y en el marco del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, el Colmex presenta una renovación completa del proyecto original: la Nueva historia general de México, que, como su antecesor, reúne plumas de diversas generaciones.
De los historiadores que participaron en las ediciones de 1976 y 2000 sólo siguen presentes en esta nueva versión cuatro: Bernardo García Martínez (el coordinador del proyecto), Josefina Zoraida Vázquez, Andrés Lira y Lorenzo Meyer. Las contribuciones de los tres últimos han sido escritas de principio a fin para la versión 2010.
La Nueva historia general de México es nueva porque es otra. Es otra, dado que prácticamente ningún texto de las ediciones previas se ha incluido en este volumen. Es nueva, porque los 24 autores han aportado, en los 16 capítulos de la obra, una mirada equilibrada pero puesta al día para interpretar la historia mexicana. La justificación de renovar a fondo la Historia general de México es obvia: en 35 años el panorama historiográfico se ha modificado sustancialmente , se lee en la nota introductoria del volumen.
En entrevista, Ariel Rodríguez Kuri, investigador del Colmex y coautor del volumen, conversó sobre la convicción de reescribir la Historia general de México.
¿Cómo se logró el consenso de los cambios?
La organización del trabajo se fue dando a partir de ciertas intuiciones y luego en los trabajos de los seminarios, donde trazamos los límites de cada capítulo, de tal manera que respondieran a una lógica. Hay asimetrías con la división del libro de 1976. Incluimos la historia demográfica y la economía, ya que no son ajenas al proceso. Presentamos datos fundamentales al lector. Hay una exigencia de lectura y un control del vocabulario.
¿Cómo se desarrolló el tono de la obra?
Una Historia general es un subgénero dentro de la Historia. Exige una perspectiva que no esté sobreespecializada ni que se quede en la abstracción. Los autores trabajaban con cierta autonomía. Las modalidades varían; la condición era mantener un tono.
Todo apunta a una totalidad narrativa
La expresión es magnífica. Esa es la naturaleza de una Historia general. La clave es dónde colocarse para narrar, qué plataforma utilizar.
¿Por qué decidieron incluir apartados de lecturas sugeridas, a diferencia de la edición anterior?
Cada autor incluyó bibliografía indispensable por si el lector quiere abundar. Consideramos que en algunos casos hay datos poco comunes: queríamos reconocer la autoría de los múltiples documentos, de ciertos hallazgos.
¿Cómo se establecieron las mancuernas de autores, en específico la que logró usted con Renato González Mello en El fracaso del éxito, 1970-1985 ?
Son afinidades electivas. González Mello y yo nos complementamos muy bien. Decidimos incluir en ese capítulo la historia de la televisión, entre muchos otros temas historiables. Ese tipo de afinidades definieron las coautorías. Algunos autores trabajaron sus capítulos solos, como los prehispanistas.
¿Cómo fue el proceso de los dos últimos capítulos, que incorporan la historia reciente?
No tuvimos ningún complejo ni resistencia en los dos últimos capítulos para incorporar los acontecimientos recientes como Historia. Queríamos historiar a Echeverría, a Fox, al zapatismo, a las crisis económicas.
agarcia@eleconomista.com.mx