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Arte e Ideas

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Restauran textiles arqueológicos de más de 1,000 años

Una colección de más de 100 piezas orgánicas que datan de 600-900 d.C., son restauradas por especialistas para frenar su deterioro acelerado.

Una colección de más de 100 piezas orgánicas que datan de la época prehispánica, entre ellas 65 fragmentos de textiles, tres piezas elaboradas en concha y caracol, así como seis objetos de palma y carrizo, fueron sometidas a diversos estudios y procesos de restauración por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) para frenar su deterioro acelerado, al tratarse de objetos de origen natural.

Dichos materiales arqueológicos vinculados con la cultura zoque y que tienen más de mil años de antigüedad (600-900 d.C.), fueron encontrados hace más de una década en la Cueva del Lazo, ubicada en un cañón de la Biosfera de la Reserva del Ocote (Selva del Ocote), Chiapas, donde se localizan más de 20 cuevas.

Como resultado de los estudios que se han realizado desde 2006 por la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, actualmente 95% de los objetos han sido analizados, derivado de ello, se determinó que de los 65 fragmentos de textiles hallados, 58% son una combinación de fibras duras (palma o carrizo) y suaves (algodón posiblemente), 36% exclusivamente de algodón, y 6% de agave.

Además, se identificaron pigmentos utilizados antiguamente para teñir dichas telas, y de esta manera se determinó que el naranja se obtenía de la semilla del árbol conocido como axiote o bija, el azul añil de la planta indigófera, y el negro derivaba del carbón.

También se hicieron pruebas con diversos consolidantes naturales a fin de determinar cuál era el más indicado para la restauración de los seis objetos de fibras duras (palma y carrizo), como petates y cuerdas; se optó por el uso de azúcar sintética, pues permitió que no se dañara la apariencia física y texturas de estas piezas , explicó la restauradora Gloria Martha Sánchez Valenzuela, investigadora de la CNCPC.

Asimismo, como parte de esta labor, se efectuaron pruebas de solubilidad y limpieza acuosa de las piezas con el fin de contrarrestar la rigidez que tenían y de esta manera lograr su estabilidad.

De igual forma, dijo, se identificaron diseños prehispánicos bordados en seis textiles, relativos a grecas y escalones, que fueron observados a través del método de luz transmitida.

Al analizar uno de esos textiles se encontró un diseño que asemeja a ranas o sapos esquematizados, los cuales simbólicamente fueron relacionados por los zoques con peticiones de lluvia y fertilidad, por lo que los especialistas del INAH consideran que los materiales hallados fueron parte de una ofrenda dedicada a una deidad relacionada con el agua o la lluvia.

Todas las piezas formaron parte de un contexto funerario que se halló en 1997 en la Cueva del Lazo, durante el desarrollo del Proyecto Arqueológico Río La Venta; desde entonces y hasta 2006 los objetos fueron resguardados en el Ex Convento de Santo Domingo, en Chiapas, de donde fueron trasladados a los talleres de la CNCPC, en la Ciudad de México, para someterlos a procesos de estabilización y preservación.

La restauradora Sánchez Valenzuela comentó que dicho abrigo rocoso, al poseer poca humedad y un pH básico, creó las condiciones propicias para que se conservaran estos materiales orgánicos, que bajo un contexto normal suelen desintegrarse y degradarse con el paso del tiempo.

Dentro de la cueva que se localiza en el municipio chiapaneco de Ocozocoautla también estaban depositados los restos óseos de diez infantes, que al morir tenían de entre cinco meses y siete años de edad, los cuales fueron envueltos en textiles o fardos funerarios; tres de las osamentas presentaban deformación craneal tubular oblicua (alargamiento del cráneo).

A partir de los estudios antropológicos aplicados a los esqueletos, a finales de la década de los noventa, se determinó que todos mostraban indicios de alimentación deficiente e infecciones, es decir, eran niños enfermos que fueron sacrificados como parte de un ritual que en Mesoamérica se asociaba comúnmente para petición de lluvias y cosechas prósperas.

Junto a los restos óseos, además de los textiles estudiados, se encontraron objetos de cestería, concha, jícaras, dos yahuales (enredos para colocar vasijas), una pulsera con cuentas de hueso, un cuerno de ciervo, restos de guajes y olotes, así como de puros de tabaco que los especialistas consideran que quizá fueron consumidos y colocados a manera de ofrenda por antiguos zoques, en el periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.).

La restauradora Gloria Martha Sánchez comentó que ya se concluyó la restauración y conservación de 95% de piezas orgánicas de la ofrenda; restan dos enredos de cabeza que estaban colocados originalmente en dos osamentas, y un fardo de metro y medio de longitud, integrado por seis pedazos de textiles unidos con costuras.

En lo que respecta a los tres materiales de concha y caracol hallados, corresponden a colgantes que la restauradora Clara Paz Bautista determinó fueron hechos con moluscos de la especie Spondylus, que se encuentra en las aguas del Golfo de México, lo que sugiere a los especialistas que la cultura zoque mantuvo rutas de comercio importantes con civilizaciones del área que hoy es Veracruz.

Junto al centenar de objetos orgánicos, en la Cueva del Lazo también se encontraron: un escarificador utilizado para el autosacrificio, pulseras y pendientes que conformaban los atavíos de los individuos, así como fragmentos de cerámica correspondientes a siete piezas diferentes.

Una vez terminada la restauración, las piezas regresarán a Chiapas para ser resguardadas en la delegación del INAH en esa entidad, para posteriormente llevarlas a algún museo y exhibirlas.

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