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Arte e Ideas

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Una cumbre de la ingeniería y el humanismo del siglo XVI

Es el más alto del mundo en su tipo y fue construido hace casi 450 años con el trabajo voluntario de 400 indígenas.

Un religioso del siglo XVI, en compañía de su gato, motivó a 400 indígenas para construir, durante 17 años, un acueducto de 48 kilómetros, en tramos compuestos por cinco arquerías que alcanzan hasta 39.65 metros de altura, atravesando los yermos solitarios del Altiplano mexicano, ante los ojos incrédulos y expectantes de la Iglesia y autoridades virreinales.

A partir de este domingo 5 de julio, esa joya hidráulica de 443 años de antigüedad, llamada Acueducto del Padre Tembleque, es Patrimonio de la Humanidad.

Una obra mestiza? y renacentista

Ante la desesperación de la población indígena del Altiplano por la falta de agua, el ingenio de fray Francisco de Tembleque, misionero franciscano español, llegado a América en el siglo XVI, proyectó en sus sueños una hilera de agua de 48 kilómetros que brotaba de manantiales nacidos al pie del volcán Tecajete, donde comenzaba su recorrido subterráneo en caños de barro, bajo las fértiles tierras del pueblo de Zempoala, en el actual Hidalgo, ascendiendo pendientes, en algunos tramos a flor de tierra, y cruzando arroyos y una enorme cañada, sostenida en el aire hasta casi 40 metros de altura, sobre arquerías, hasta llegar a la población de Otumba, en el Estado de México.

En su caminar, aquella línea de agua corriente llenaba cajas de agua y mantenía constantes los espejos de grandes aljibes, construidos en su camino, a fin de suministrar el líquido a otras poblaciones secas.

En los momentos más intensos participaron en trabajo voluntario alrededor de 400 indígenas, mientras sus mujeres hilaban mantas de algodón que vendían en los tianguis a fin de tener con qué comprar cal para la construcción.

La Real Audiencia, máximo tribunal de la Corona española, calculó que se gastarían 20,000 pesos en aquella magna obra. La Corona y la Iglesia no dieron un solo centavo.

Fray Francisco de Tembleque desembarcó en la Nueva España en el siglo XVI, imbuido en el humanismo renacentista. No sólo conocía los tratados de arquitectura europea, en los que se apoyó para armar los planos del que con el tiempo se convirtió en ejemplo sobresaliente de ingeniería hidráulica novohispana, sino que venía influenciado por La utopía, de Tomás Moro, que defendía ideas como la equidad del hombre y el derecho al bien común, narra el arquitecto Ignacio Gómez Arriola, coordinador del equipo multidisciplinario de expertos que formuló el expediente de postulación de este bien mexicano para su inscripción en la lista representativa de la UNESCO.

Cuando el padre Tembleque fue testigo del problema de las comunidades de Otumba, que carecían de agua potable, decidió caminar kilómetros en busca de los manantiales para surtir el líquido al pueblo y los encontró a casi 50 kilómetros. Comenzó entonces a motivar a los indígenas para que construyeran la estructura que permitiría tener agua limpia. Los jagüeyes, sistemas de recolección del líquido que habían usado sin problema en la época prehispánica, se habían contaminado, debido a que el ganado de los españoles se acercaba a beber en ellos y se desarrollaron enfermedades que provocaban la muerte de muchas personas.

Sin apoyo económico de las autoridades, el religioso tomó una decisión de audacia sorprendente y comenzó la obra de ingeniería hidráulica más importante de la Nueva España. Hay que pensar en 400 gentes que comían todos los días, indígenas que no tenían dinero como los españoles. Fue un trabajo voluntario de las comunidades, una labor de cooperación muy significativa , advierte el arquitecto Gómez Arriola, perito en Patrimonio Mundial.

El Acueducto del Padre Tembleque fue edificado de 1555 a 1572 y se sabe que suministró agua por 200 años. Es una obra mestiza en la que confluyen la mano de obra indígena y los conocimientos tradicionales de construcción prehispánica con la ingeniería hidráulica romana y renacentista.

El Acueducto del Padre Tembleque

La mayor parte de los 48 kilómetros del acueducto corre de manera subterránea a través de caños de barro que deslizaban el agua por la pendiente de los cerros.

Otros tramos van sobre el suelo. En ellos, el hilo de agua surcó la tierra semidesértica durante 200 años dentro de apantles hechos con piedra pegada con argamasa de tezontle y cal, y aplanados con la técnica prehispánica del bruñido que se hacía con una piedra que los dejaba casi impermeables de tan lisos.

Los tramos vistosos son los que se solucionaron con arquerías, cinco en total, explica el arquitecto Gómez Arriola. La mayor se encuentra en el actual municipio de Nopaltepec, Estado de México, tan sólo su construcción tardó cinco años, por lo que, se dice, fue necesario establecer un pueblo en las inmediaciones de aquella extensión de tierra despoblada. La arquería mayor se edificó para hacer pasar el agua sobre una honda barranca, conocida como Cañada del Papalote. Mide 39.65 metros de altura en un solo nivel de arcos, 68 en total, construidos a lo largo de 1,020 metros.

El Acueducto del Padre Tembleque pose un valor universal excepcional. Su arquería mayor lo convierte en el más alto del mundo construido en un solo nivel de arcos, desde el Imperio Romano hasta mediados del siglo XVI.

Dentro de los elementos de construcción relevantes destaca uno, explica el arquitecto: En el Altiplano central mexicano hay poca madera, necesaria para armar los arcos de piedra, porque ese trabajo se hace con cimbra. Al no tenerla, el padre Tembleque, seguramente aconsejado por los indígenas, usó adobe para esa cimbra. Así lograron edificar la arquería mayor .

Otras arquerías son la de Tecajete, conformada por 54 arcos que miden hasta 8.35 metros de altura; la de la Ex Hacienda de Arcos, conformada por 14 arcadas uniformes que permiten transportar el agua sobre un arroyo; Arquito del paraje de San Pedro, se admira imponente en el arroyo del mismo nombre, y el último, que realza el acueducto antes de que el agua cayera en el gran aljibe de Otumba, es el Arco del paraje de San Marcos.

Del padre Tembleque poco se sabe a ciencia cierta, ni siquiera su nombre verdadero, ya que al recibir los hábitos tomó el de Francisco, por San Francisco de Asís, y como apellido, el de la ciudad donde nació. Alrededor de su obra se ha dibujado un halo milagroso y existe la leyenda de un gato pardo que siempre lo acompañaba. Según relatos de otro franciscano, fray Gerónimo de Mendieta, durante los cinco años que duró la construcción de la arquería mayor en medio del semidesierto, cada mañana el felino le entregaba conejos y codornices cazados por la noche para que el religioso se alimentara.

Sahagún firma convenio para venta de agua de Zempoala a Otumba

En la piedra de las arquerías, los constructores dejaron grabados numerosos glifos, algunos con representaciones católicas y otros con símbolos de la cosmogonía prehispánica. Al parecer eran emblemas de las cuadrillas que participaron en la construcción. Son formas de representación similares a las que aparecen en el Códice Florentino, escrito por otro destacado franciscano, fray Bernardino de Sahagún, con ayuda de los tlacuilos, refiere Ignacio Gómez Arriola.

De hecho, para interpretar los glifos de las arquerías, explica el arquitecto, los estudiosos que integraron el expediente para el Patrimonio Mundial recurrieron al mencionado códice, cuya historia está ligada a la del Acueducto del Padre Tembleque, porque muy cerca de donde se construía el primer tramo de la obra hidráulica, en el Ex Convento de Tepeapulco, Sahagún redactaba sus Primeros memoriales, antecedente del Códice Florentino o Historia general de las cosas de la Nueva España.

Otro detalle que destaca el arquitecto es que fray Bernardino de Sahagún formó parte del grupo de franciscanos que firmaron un convenio acordado en 1553, en el que el pueblo de Zempoala autorizaba el uso de su agua a los habitantes de Otumba, a cambio de oro y franciscanos para hacer la conversión en Zempoala.

Recuperación y postulación

El arquitecto Ignacio Gómez Arriola explica que a 443 años de distancia, permanece 95%de los elementos constructivos del sistema hidráulico, canales, aljibes, pilas, fuentes, arquerías, siguen en su lugar, lo que da a esta construcción los valores de autenticidad e integridad exigidos por el Comité de Patrimonio Mundial para la postulación.

En tanto, en 80% del acueducto se han hecho trabajos de limpieza, mantenimiento y desazolve, conservación y restauración de caños, cajas de agua, aljibes, areneros (pequeños canales que sirven para limpiar el agua) y arquerías. El ramal que corre a Zempoala está en funcionamiento y el que va a Otumba está en proceso de restauración.

Armar la postulación de la candidatura como lo exige la UNESCO implicó un trabajo arduo y largo. Entre el 2012 y el 2014 se hizo una investigación intensiva, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) conformó el expediente y desde el 2001 había registrado la obra en la Lista Indicativa Mexicana ante el Centro de Patrimonio Mundial, narra Gómez Arriola.

En tanto, los trabajos de recuperación del acueducto han sido desarrollados por el INAH, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, los municipios de Zempoala, Tepeapulco (en Hidalgo); Nopaltepec, Axapusco y Otumba (Edomex). Han participado también los gobiernos de los estados de México e Hidalgo y el Patronato Acueducto del Padre Tembleque AC.

El expediente de postulación arrojó información histórica inédita: se trata de la paleografía de un manuscrito localizado en el Archivo General de Indias de Sevilla, titulado Información hecha por D. Luis de Velasco Virrey de Nueva España, sobre lo tocante al agua que se lleva al pueblo de Otumba , fechado en 1562.

Integrado por cerca de 180 cuartillas redactadas en español del siglo XVI, del cual sólo se había traducido un artículo, da testimonio de las preguntas realizadas a indígenas, españoles y franciscanos, sobre los problemas que acarrea la construcción del acueducto, y la solicitud de los indígenas de quedar libres del tributo pagado a la Corona, dado que construían un acueducto. Contiene información que permitirá abrir nuevas líneas de investigación histórica.

Otros canales ?Patrimonio Mundial:

  • Acueducto de Morelia ?1728-1785 (10.30 m en un nivel de arcos).
  • Acueducto de Querétaro 1726–1738 (23 m en un nivel de arcos).
  • Acueducto de Zacatecas 1790–1810 (16 m en un nivel de arcos).
  • Acueducto de Segovia, España, siglo I d.C. (28.5 m en dos niveles de arcos).
  • Los Milagros, Mérida, España, siglo I d.C. (25.10 m en tres niveles de arcos).
  • Acueducto de Amoreira, ?Elvas, Portugal 1537–1547 (31 mt en cuatro niveles de arcos).
  • Acueducto carolino de Vanvitelli, Caserta, Italia 1753–1762 (55.80 m en tres niveles de arcos).
  • Acueducto de Pontcysyllte, Gales, Inglaterra 1795–1805 (38 m en un nivel de arcos).

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