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La ciencia es trabajo de todos, no podemos esperar que las respuestas vengan de fuera: Cetto

La doctora Ana María Cetto fue la única mexicana que participó en el Foro Mundial de la Ciencia 2024, celebrado en Budapest, Hungría.

Panel donde participó la doctora Ana María Cetto.Foto EE: Nelly Toche

La doctora Ana María Cetto, profesora de la UNAM, participante en el recién concluido Foro Mundial de la Ciencia 2024, opina que la política científica mexicana debería incluir elementos para que la comunidad científica sea más consciente de por qué y para qué está trabajando, “recordar que no es en beneficio propio o solo ser publicados en revistas con factor de impacto, eso no es lo que va a hacer avanzar a nuestra ciencia, lo digo porque hay análisis serios que muestran que la tendencia a publicar más y producir artículos más caros, no está produciendo mejor ciencia o avances, sino mucho más de lo mismo, no son cuotas las que necesitamos”

El recién concluido Foro Mundial de la Ciencia 2024 en Budapest se centró en conversaciones globales fundamentales sobre la creación de confianza en la ciencia y el fomento de prácticas científicas inclusivas y abiertas, a lo largo de las sesiones se abordaron los desafíos sociales urgentes y al mismo tiempo, se habló de transparencia, comunicación y colaboración.

La única mexicana que participó en este diálogo de alto nivel fue la doctora Ana María Cetto, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, en entrevista para El Economista compartió algunas reflexiones alrededor de este encuentro, insistiendo en que la horizontalidad y el respeto mutuo son la clave para que la ciencia pueda permear en la sociedad.

Dijo que no se trata de solo hablarle a alguien más sino integrar todas las voces cuando hablamos de ciencia, y para eso hablar de ciencia abierta es clave, pero en los términos de cada nación. Por ejemplo, “en países como México no es igual que en Europa, donde la ciencia abierta se concibe como apertura de datos que salen de la investigación, y que dicho sea de paso, no son abiertas, siguen siendo un ámbito muy comercializado y privatizado. En América Latina se toma el acceso abierto de una forma más seria, donde incluso en muchas ocasiones se regala el conocimiento”.

Dijo que la apertura de la ciencia va más allá de sus productos a las comunidades científicas, “se trata de involucrarnos juntos en el proceso científico y lo que significa hacer ciencia, no solamente proporcionar los productos de una investigación hecha en laboratorios aislados, sino trabajar conjuntamente, con respeto a los otros sistemas de conocimiento para crear nuevo conocimiento y soluciones. En este sentido el trabajo con comunidades y científicos es fundamental”.

Agrega que los resultados producto de estos encuentros de saberes son valiosos, porque salen productos diferentes que ninguna de las partes hubiera logrado por su cuenta y que está orientado a llegar a soluciones y productos conjuntamente.

Dijo que ella valora mucho como científica lo que da la formación científica en términos de pensamiento crítico e independiente, “y eso es lo que nuestro país necesita para un verdadero desarrollo soberano: Razonar, mantener la curiosidad, hacernos preguntas propias y no esperar a que las respuestas vengan de fuera”.

Hace hincapié en que si ese pensamiento crítico se logra instaurar en la educación básica, eso nos va a ayudar a avanzar mucho como nación independiente y soberana, y agregó que aparentemente el actual gobierno lo tiene claro, “sobre todo porque nuestra Presidenta es científica y tenemos que aprovechar esa oportunidad”.

Desde la perspectiva de la investigadora, las metas mexicanas deberían buscar un acercamiento real entre el sector científico y el resto de la sociedad, “aunque somos parte de la sociedad, pareciera que vivimos aislados, definitivamente hay un elitismo, con un sector intelectual relativamente aislado de la comunidad, por eso yo también abogo por el alfabetismo social de los intelectuales y científicos, ahí hay mucho qué hacer y se pueden dar pasos justamente en conjunto entre el gobierno, sociedad civil y la ciencia, pues no es un diálogo exclusivo con las autoridades”.

Claves para México

La doctora Cetto asegura que si México quiere cambiar el destino, es esencial trabajar con el sistema educativo y las comunidades, “porque en México somos multiculturales y multilingües”. De esta manera poder cumplir con el artículo 3° de la Constitución, para que todos podamos sentir a la ciencia como algo natural, parte de la conversación y de las herramientas de cambio en una sociedad.

Dijo que también será fundamental el acercamiento a los problemas y fenómenos de la naturaleza, las consecuencias del cambio climático y para todo ello requerimos de las ciencias sociales, “entender que está pasando con la sociedad y cómo salir de las crisis que estamos viviendo”.

Ana María Cetto, investigadora de la UNAM, la única mexicana presente en el Foro Mundial de Ciencia. FOTO UNAM)Foto EE: Cortesía / UNAM

Finalmente dijo que la política científica mexicana debería incluir elementos para que la comunidad científica sea más consciente de por qué y para qué está trabajando, “recordar que no es en beneficio propio o solo ser publicados en revistas con factor de impacto, eso no es lo que va a hacer avanzar a nuestra ciencia, lo digo porque hay análisis serios que muestran que la tendencia a publicar más y producir artículos más caros, no está produciendo mejor ciencia o avances, sino mucho más de lo mismo, no son cuotas las que necesitamos”.

Más mujeres científicas liderando

Lidia Brito, subdirectora general de Ciencias Exactas y Naturales de la UNESCO, compartió un mensaje a México a través de este medio: “Es maravilloso ver a una mujer científica que llega a ser la líder de una nación y en una importante nación para América Latina y el Caribe, ella además con experiencia en liderar la Ciudad de México, además de colaborar en laboratorios de ciencia y con investigadores durante su carrera con un excelente récord, por lo que no se puede negar que conoce la necesidad de hablar desde la ciencia.

Desde la UNESCO existen programas que corren para que más mujeres se acerquen a la ciencia y se identifique el rol de estas y sus aportaciones. Necesitamos más inspiración para que más niñas decidan ser científicas, con modelos en los que se identifiquen, con mujeres líderes que demuestran que podemos ocupar estas posiciones. Pero también será importante que todas esas mujeres que decidan ser científicas puedan continuar y no coartar sus carreras en las diferentes instituciones, necesitamos las mismas oportunidades”.

La diversidad de la comunidad científica

La profesora Helena Nader, presidenta de la Academia Brasileña de Ciencias, compartió también una perspectiva sobre la investigación científica y su impacto en la sociedad. “La confianza en la ciencia”, sostuvo, “no es un concepto uniforme, sino un fenómeno complejo profundamente arraigado en los contextos locales y en la comprensión cultural”.

Destacó la diversidad de la comunidad científica mundial. ”Los países del G20 son todo menos homogéneos y sus diferencias demográficas y económicas crean desafíos científicos únicos para las distintas naciones participantes. Las necesidades científicas de las poblaciones envejecidas de Japón y Europa, por ejemplo, difieren radicalmente de las de países con demografías más jóvenes como la India y Filipinas. Estas variaciones también exigen enfoques flexibles y adaptables para la investigación científica mundial y su financiación”.

Nader también defendió la importancia de la investigación científica básica, argumentando contra la tendencia a priorizar la innovación inmediata por sobre la exploración científica fundamental. “Los esquemas de financiación que se concentran únicamente en la innovación darán como resultado una escasez de ideas científicas novedosas. Habrá una sequía [de ideas] porque el ingrediente inicial de la innovación depende de la ciencia básica”, advirtió.

Por último, destacó la necesidad de un compromiso a largo plazo en la financiación de la investigación de vanguardia a través de los ejemplos de la computación cuántica y el desarrollo de vacunas de ARNm. En el primer caso, estamos invirtiendo en una tecnología cuyos beneficios veremos sólo más adelante (quizás en unas décadas), mientras que el segundo es una tecnología innovadora que surgió de casi medio siglo de investigación científica fundamental. El desarrollo de las vacunas de ARNm resonó particularmente como un testimonio del valor a largo plazo de la investigación científica básica. “Todo lo que era necesario [para desarrollar este tipo de vacunas] se descubrió a través de la ciencia básica que comenzó en la década de 1980”.

“Si no hacemos ciencia ahora, vamos a tener un impacto en veinte años”, advirtió, subrayando las profundas consecuencias a largo plazo de las políticas científicas cortoplacistas y del menor apoyo público.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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