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La Furia Roja se mete en la élite del futbol
La furia roja define un partido ríspido que Holanda, por medio de Robben, estuvo a punto de ganar; España confirma su calidad de favorito y levanta el título.
Sí, ésta es una historia quijotesca, con una buena sobredosis de utopías y un mundo ideal. Y el Quijote del futbol es un equipo que se llama España y el héroe viene de un lugar de La Mancha, Fuentealbilla, y se apellida Iniesta.
Ayer en el Soccer City fue una verdadera guerra. Contra los nervios, contra la paciencia, contra la épica misma y hasta contra la historia. Luego de superar cada una de ellas no había otra más que el título. La Furia es campeón del mundo tras superar en el alargue 1-0 a Holanda.
Aquí la historia
España debió dejar de lado su estética para entrar al partido de cuerpo a cuerpo, rocoso, mucho sudor y músculo. Lo intentó a su manera. Toque, calidad, lujo, pero la Naranja Mecánica le encontró el modo y con la fuerza, en muchas ocasiones desmedida de Van Bommel, Van Bronckhorts y De Jong, obligaron al equipo de Del Bosque a arremangarse los puños y entrar a su estilo.
Fueron 90 minutos y 47 faltas. Mucha adrenalina en cada entrada. España empezó a comprender y desgastar con la pelota en los pies a un equipo que nunca dejó de correr. El conjunto de Van Marwijk fue el más gladiador de los 32 equipos e hizo sacar los puños a un equipo que siempre jugó de etiqueta.
Robben, quizás el jugador más atleta del mundo tuvo un par de opciones de hacer de Holanda el nuevo rey. Pero se enfrentó a Iker Casillas. Ambos jugaron en Chamartín y se conocen más de la cuenta. La diferencia es el portero más que el delantero y ahí fue donde le sacó la pelota en dos manos a mano y, con ello, sepultó las esperanzas de la Naranja que siempre apostó al contragolpe. La estrategia del pizarrón fue real y Arjen se encargó en hacerla irreal.
Como ya es costumbre en esta clase de partidos, a partir del minuto 75 todo es tensión y los dientes se afilan mucho más.
Pero tuvo que irse el partido al alargue. Fue un partido dramático y guerrero por cualquier arista que se le vea. Y hasta de ilógicas. Se le miró al atleta Robben jalando aire por la boca, al pulcro Xavi repartiendo patadas en medio campo, a Casillas haciendo salidas en falso, a Villa sin potencia en las piernas.
Es justo en este escenario, en el drama, cuando apareció un poco de imaginación precedido de la inconsciencia que despierta el cansancio. Un despeje largo que le cayó a Fernando Torres, quien cedió a Cesc Fábregas y luego casi por instinto tiró a Andrés Iniesta, el pulmón de toda España, quien con una calma casi increíble dejó botar el balón y ahí se detuvo todo con su zapatazo y el arañazo a la pelota del portero Stekelenburg. Gol al 116, el minuto en que La Roja facturó su primer título Mundial.
Entre lágrimas se festejó la victoria que inició con un tropezón ante Suiza. Ayer en Sudáfrica consiguieron su segundo título, el primero fue en 99 en el Mundial Juvenil de Nigeria. No hay duda, África tiene algo de española.
Éste es un título de todos. Ayer coronó a España casualmente un oriundo de La Mancha, la cuna de los ideales. Pero en las semifinales fue Puyol, en cuartos Casillas y Villa Un equipo que ha construido leyendas. Las utopías jamás habían sido tan reales. España es de verdad.