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Nibali... un jersey amarillo que le da gloria

Con una ventaja de casi ocho minutos, el italiano se convirtió en el sexto ciclista en la historia en conseguir triunfos en las tres grandes vueltas.

La cábala de nueva cuenta funcionó. Todos los días, mientras mantuvo el liderato, el jersey amarillo que estuvo en su poder un total de 19 días, Vincenzo Nibali (14 de noviembre de 1984, Mesina, Italia), bajaba del podio, subía al carro de su equipo, llegaba al hotel y antes de bañarse lavaba la camiseta de líder, la ponía a secar y al otro día la lucía en la etapa. Ese rito lo hizo todos los días hasta l titularse campeón del Tour de Francia.

Lo había hecho en el 2010, cuando en una impresionante etapa le arrebató el liderato al español Joaquím Rodríguez, quien no tuvo más que cederle la cima y después el título de la Vuelta a España al italiano. Lo repitió también en el 2013, cuando se quedó con la victoria del Giro de su país.

Vincenzo es un hombre que sabe lo difícil que es andar en bicicleta, escalar montañas, correr un Tour de Francia y encima, llevar sobre los hombros la responsabilidad de convertirse en la estrella que todo un país espera. Hoy, Nibali se ha convertido en el nuevo rey de la ronda gala... el monarca de Italia.

Ayer, el tiburón siciliano no sólo se adjudicó por primera vez el jersey amarillo y fue reconocido en los Campos Elíseos como el ganador de una competencia que todos quieren tener en sus vitrinas, sino que también hizo historia al ser el sexto corredor que se adjudica el título en las tres grandes vueltas ciclistas: el Giro de Italia, el Tour de Francia y la Vuelta a España.

Acaso por eso, Nibali no pudo evitar las lágrimas al subir a su soñado podio. El único que le hacía falta. El italiano, quien se ha convertido en el primer ciclista de su país en 16 años en adjudicarse el título del Tour, mostró desde el principio su ambición, su premura por quedarse con una corona que varias veces había sentido como suya, sobre todo en aquella edición del 2012 donde por primera vez había subido al podio, en el tercer puesto.

Pero era claro que Vincenzo no se conformaría con eso. He venido a ganar el Tour, no a ser tercero , había advertido el primer día que se puso el suéter de líder de la Grande Bouclé. El Caníbal, como es conocido, había mostrado desde hace ya algunos años que su nivel habría de llevarle lejos.

Aunque hasta el 2008, Nibali sólo había registrado modestas presentaciones en las grandes pruebas del ciclismo, consiguiendo los lugares 19 y 11 en el Giro de Italia, el 20 en el Tour de France y el 16 y 19 en el Mundial de Contrarreloj, estaba claro que su nivel no llegaría sólo ahí.

La suerte del italiano comenzó a cambiar a partir del 2009: logró meterse por primera vez entre los 10 mejores del Tour, finalizando en el sexto lugar, y un año más tarde se llevó la Vuelta a España, el año pasado se adjudicó el Giro de Italia y ahora por fin, su primer Tour.

Y es que El Tiburón ha demostrado que se desenvuelve a la perfección en clásicas de un día, en carreras de una semana y, sobre todo, en grandes vueltas, donde ha logrado seis podios en los últimos cuatro años. De hecho, desde el 2010 siempre ha subido al cajón en todas las carreras de tres semanas que ha corrido.

Cuando ganó el Giro del Trentino e hizo los podios del Giro y Tour, se dio cuenta de que podía obtener más triunfos, pero entendió que su debilidad era la contrarreloj. Entonces se puso bajo las órdenes de los ingenieros de Yamaha y del ex piloto de Fórmula Uno, Jarno Trulli, quienes le trazaron un plan en el velódromo. Llegaba a entrenar a las 10 de la mañana y salía a las 8 de la noche.

Es el momento más importante y el mejor, nunca imaginé que podría sentirme así de bien porque cuando subes al podio de los Campos Elíseos, es único , destacó Nibali.

Ahora que estoy aquí, es mucho mejor de lo que imaginé. Luché por esto cada día, comencé a construir (este triunfo) hace mucho tiempo, con una preparación invernal con el equipo en la que decidimos que éste (el Tour) sería nuestro objetivo , añadió el ciclista, que dedicó el triunfo al Astaná y a su familia.

Hoy, el italiano vuela en su bicicleta y ya no lleva en sus hombros la responsabilidad de hacerse una figura para Italia... En el Tour hizo valer su sentido agudo y como un tiburón cazó y devoró a sus rivales. Siempre atacante, siempre preciso... siempre con su jersey amarillo. (Con información de Agencias)

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