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Y un día... la maldición terminó

Cruz Azul se llevó la Concachampions y es el mejor club en la historia de Concacaf, al haber logrado ya seis títulos.

Cruz Azul no sólo acabó con 16 años de sufrimientos, de frustraciones. El equipo que ayer se consagró como campeón de clubes de la Concacaf ratificó su estatus de equipo con grandeza, aquel que le da importancia hasta al torneo con menos competitividad entre los monarcas, respetando su historia, la que le exige perseguir el éxito más allá de las fronteras nacionales. La Máquina acabó con sus fantasmas y de paso se impulsó a la cúspide de la región, ahí, en las alturas, donde no tiene compañero y lo convierte, con sus seis títulos, en el máximo ganador del torneo. Hace un año había sido campeón de la Copa MX, pero ser el rey de la zona ha dado por finiquitado la mala suerte del club en finales importantes.

La grandeza del club quedará en las vitrinas y su jerarquía a nivel internacional en su sexta copa de campeones de la zona, superando a América, con quien compartía el primer puesto, y hoy sólo Cruz Azul luce en la cúspide.

No es para menos que uno de los equipos más ganadores del futbol mexicano también defienda su honor ante otras ligas. Los celestes han comprendido la importancia de saberse superiores a los rivales de la zona. Por eso su legado, que data desde 1969, con aquel título que consiguió frente a Comunicaciones de Guatemala. Siguieron dos campeonatos más, convirtiéndose en el primer tricampeón del certamen, algo que sólo pudo emular Monterrey.

La institución celeste comprendió que la nobleza de un club se mide, además de los títulos, en darle importancia a cada competencia. Así se coronó ante rivales de ligas inferiores, como Saprissa, Los Ángeles Galaxy o Necaxa. También fue el primer equipo que demostró el potencial del futbol mexicano frente a Sudamérica. Llegar a la final de la Copa Libertadores en el 2001, ante Boca Juniors, ganar de visita en La Bombonera de Buenos Aires, fue la primera sublevación de los mexicanos ante las potencias sureñas, como se les contemplaba entonces.

Aun cuando en el pasado Cruz Azul perdió las finales del 2009 y 2010 del torneo del que ahora es campeón, siempre cumplió con la consigna de hacer exclusivo de México el torneo de la zona, al llegar a las finales y mantener la constancia, desde hace nueve años, de que el mejor club de Concacaf es mexicano. Ni siquiera en Europa, donde en el mismo periodo cuatro ligas han conseguido el campeonato de la zona; o la Copa Libertadores, donde el dominio es brasileño y argentino.

No sólo en las finanzas La Máquina superó a sus rivales en el certamen, a los que rebasaba desde cuatro hasta 30 veces en el valor de la plantilla, como en el caso de Valencia, el monarca de Haití. En la cancha, con equipos competitivos y en ocasiones relegando en prioridad al torneo local, se alzó como el campeón entre los campeones.

La Máquina se convierte en el segundo club mexicano con más títulos a nivel internacional, que pretende extender en el próximo invierno, en el Mundial de Clubes, donde nuevamente mida su honor ante los campeones del mundo. Cruz Azul sabe que la grandeza si no se arriesga en el exterior se convierte en impostura.

PAVONE Y EL MOMENTO MÁS DULCE DE SU CARRERA

A Mariano Pavone jamás se le borró la sonrisa luego de marcar el gol que encaminó a Cruz Azul al título de la Liga de Campeones de Concacaf, cetro que les dio el derecho de jugar el Mundial de Clubes en Marruecos. Al goleador argentino de La Máquina el futbol le dio una revancha, luego de tres episodios amargos en su carrera.

Apenas mandó la pelota a las redes, Mariano dibujó una sonrisa en su rostro, apretó los puños y gritó como nunca ese tanto que lo reivindica ante una afición que lo había señalado tras algunas malas tardes en las que la contundencia no lo acompañó. El festejo llenó de energía al goleador, que jamás dejó de correr, meter la pierna, sintiendo los fantasmas de dos descensos y de una final perdida de último segundo más lejos que nunca.

El remate al fondo del arco que significó el primer título importante para los celestes luego de más de 16 años de sequía le permitió a Pavone ganar confianza y saborear otro momento dulce en su carrera.

Y es que el futbolista de 31 años sufrió descensos con Betis en el 2009 y River Plate en el 2011, fallando un penal, que pudo significar la salvación. Por si eso no fuera suficiente, en el 2013 quedó lleno de frustración tras ver cómo América les arrebató el campeonato.

Por esos episodios amargos el héroe de Cruz Azul en la final de anoche fue otro al del resto del semestre, solidario en la marca, barriendo en defensa, al conducir balones por largos tramos y contagiando a sus compañeros que por momentos lucían amenazados por los fantasmas de tantas finales perdidas. Mariano no quería fallar esta vez, sino demostrarse que también está hecho para momentos llenos de satisfacción.

Al final Pavone se marchó de la cancha ya con una medalla, con la sonrisa aun más marcada en su rostro, pero, sobre todo, satisfecho luego de haber vivido, luego de muchos momentos difíciles, una revancha.

TENA, EL DT ACOSTUMBRADO ?A LOS TÍTULOS

Luis Fernando Tena volvió a salir victorioso de una competencia en la que muy pocos hubieran apostado por él y por su equipo. El Flaco se está acostumbrando a ser el entrenador ganador, ése que consigue títulos a todos los niveles, y hasta con un club que luchó más de 16 años, desde la última vuelta olímpica que dio, también dirigido por él, por ganar un torneo de prestigio.

El técnico que consiguió su segundo título como estratega de La Máquina volvió a lucir conmovido en el festejo con sus jugadores, como se le vio en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, torneo en el que armó un equipo al vapor debido a la sanción que pagaban sus mejores hombres y que terminó ganando.

No importó que Tena también ya hubiera ganado un oro olímpico, luego de que jamás se había conseguido una presea en esa competencia, de la misma manera que en Londres luchó sin poder ganar esa batalla por contener las lágrimas hace dos años , el entrenador celeste anoche tuvo que esforzarse por contenerse y poder ir a abrazar, uno a uno, a los jugadores a los que convenció de que podían terminar con la maldición que perseguía a Cruz Azul en finales.

El director técnico de La Máquina no dejó de sonreír, de mostrarse satisfecho luego del silbatazo final, consciente de que le dio una alegría mayúscula a una afición que fue la burla de la Liga, que consiguió algo que colegas como Enrique Meza, Sergio Markarián, Benjamín Galindo y Guillermo Vázquez no pudieron.

Dejó a los protagonistas de la noche disfrutar de su momento y se dirigió al vestuario dando pasos lentos, pero firmes, siempre con una sonrisa en su rostro, sin decir una sola palabra, quizá pensando que en unas cuantas semanas podría repetir la hazaña con el título de Liga, ése que para muchos luce más que complicado, igual que los oros en Panamericanos y en Londres, o el de anoche que hoy debe de seguir saboreando. (Con información de Carlos Herrera Lizalde)

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