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Daños por el hundimiento de la CDMX cuestan 67,926 millones de pesos anuales

De acuerdo con expertos, cada año se extraen cerca de 25,000 millones de litros de agua de los acuíferos, lo que ha llevado a hundimientos importantes con daños colaterales en la zona
 

La sobreexplotación de fuentes superficiales de agua, como el Sistema Cutzamala, ha encendido los focos rojos sobre el abastecimiento del vital líquido en la región. Foto: Cuartoscuro.

Se estima que algunos puntos de la Ciudad de México (CDMX) presentan un hundimiento de 14.5 metros acumulados desde el año 1862, una problemática que ha sido una de las consecuencias de la sobreexplotación de los acuíferos para el suministro de agua en la región.

Este movimiento en el suelo ha ocasionado afectaciones en el sistema hidráulico, así como daños en áreas agrícolas, cuerpos de agua, infraestructura y edificaciones, que en total generan un gasto anual de alrededor de 67,926 millones de pesos, según datos de un estudio presentado por Juan Pablo Del Conde Guadalajara, director asociado de la firma especializada en soluciones para el agua, Ingeniería y Gestión Hídrica.

De acuerdo con el especialista, dicha cifra representa el estimado en el 2019, en donde el costo por metro cúbico sobreexplotado rondaría los 85 pesos; sin embargo, el acumulado desde 1862, alcanzaría los 779,464 millones de pesos.

“Este análisis no considera costos intangibles, como riesgos a la salud y contaminación del agua. Algo importante que era de esperarse, es que el costo del problema es mucho más caro que el costo de las soluciones que se han analizado en distintos estudios y proyectos”, comentó Del Conde durante su participación en el Foro del Agua 2024, organizado por el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM).

Al respecto, Gabriel Auvinet Guichard, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, apuntó que el hundimiento acumulado de la Ciudad de México, hasta ahora, es menos de la mitad de lo que se puede llegar; es decir que los riesgos al drenaje profundo y las cimentaciones de edificios e infraestructura podrían ser mayores, de no tomar medidas.

Sobreexplotación de los acuíferos

El acelerado crecimiento de la zona metropolitana de la Ciudad de México y su zona conurbada ha elevado la demanda de agua a tal magnitud que, según Rubén Chávez Guillen, del subcomité de Aguas Subterráneas del CICM, se utiliza más líquido del que se renueva.

En este sentido, refirió que se han construido más de 2,300 pozos de bombeo en los últimos 100 años, con profundidades hasta de 400 metros. Los estudios más actualizados sugieren que se extraen cerca de 25,000 millones de litros de agua de los acuíferos cada año. 

Dicho fenómeno de sobreexplotación sin infiltración suficiente para compensar la extracción en el subsuelo ha llevado a hundimientos importantes y daños colaterales como los antes mencionados.

Fugas, beneficio indirecto

Una de las respuestas obvias ante la crisis de agua que se vive en la capital mexicana ha sido la atención a las fugas, ya que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) calcula que 50% del líquido potable se pierde en estas fallas.

No obstante, Chávez Guillen destacó que estas benefician de forma indirecta a la Ciudad de México, al reemplazar una parte de la reinyección de líquido a los acuíferos, la cual es una de las acciones más viables para controlar el hundimiento de la urbe. 

“El suelo se sigue deformando y las tuberías se siguen rompiendo, pero al mismo tiempo, son una ganancia para el acuífero, porque compensan la pérdida de la recarga natural. Los organismos operadores deben precisar este punto, ya que tenemos una recirculación incidental, una recarga no intencional”, comentó el exgerente de Aguas Subterráneas de la Conagua.

¿Está cerca el Día Cero?

Ante el cuestionamiento sobre la llegada del “Día Cero” para la Ciudad de México, Chávez Guillen expuso que está cerca para las fuentes superficiales, en particular el sistema Cutzamala; pero no para los acuíferos.

Sin embargo, el experto remarcó que estos cuerpos de agua también son finitos, aunque es más complicado calcular su extinción, por lo que se deben tomar medidas al respecto, en especial dadas las complicaciones que se generan por su explotación, como el hundimiento.

“Debemos ver hasta dónde hemos llegado en solo 60 años, una generación y ya estamos en esta situación. Si lo consideramos como un recurso patrimonial, no creo que vayamos a ir muy lejos. La fuente de agua que tenemos abajo es nuestro seguro de vida, no podemos seguir acabando con ella así”, añadió Guillen.

 

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