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Construcción residencial despierta en octubre y da bríos a inversión fija

Los gastos en capital fijo crecieron 1.9% y reviritieron el descenso de septiembre; los recursos destinados a obras residenciales crecieron 11.3%, un ritmo no visto desde abril del 2015.

ASPECTOS DE CONSTRUCCION DE VIVIENDA EN LOS ALREDEDORES DE QUERETARO2015@Francisco Peña

La inversión en construcción residencial despertó de su letargo en octubre pasado y, de paso, inyectó optimismo respecto del cierre de la demanda interna en México en el 2023.

En dicho mes, la inversión fija creció 1.9% en comparación con septiembre, con lo que volvió a terreno positivo luego del descenso de 1.5% de ese mes.

De acuerdo con cifras reportadas este miércoles por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), el avance de octubre se explicó por la expansión de 4% en los gastos en construcción. Y dentro de estos, el componente más dinámico fue el de la construcción residencial, con un sobresaliente avance mensual de 11.3%, que eclipsó el incremento de 1.6% en el rubro no residencial.

El otro gran componente de la inversión fija, el gasto en maquinaria y equipo, experimentó, en cambio, un retroceso de 0.6 por ciento.

La inversión en construcción residencial no había tenido un crecimiento mensual de doble dígito desde agosto del 2020 (+17.4%), en plena pandemia de Covid-19, cuando los cierres de obras alteraron los números para hacer comparativos.

Dejando de lado el período atípico de la pandemia, la inversión en construcción residencial no había tenido un avance mensual tan explosivo desde abril del 2015 (+12.2 por ciento).

El avance de octubre significó incluso que la variable regresara al nivel que tenía en febrero del 2020, justo antes del inicio de la pandemia en México, de acuerdo con el subíndice del Inegi que mide su desempeño.

Esto es notable porque se trataba hasta el momento del único componente de la inversión que no había conseguido una recuperación poscovid plena. Ello contrasta con la dinámica de la inversión en proyectos no residenciales, que ha sido mucho más acelerada desde la segunda mitad del 2022 gracias a las obras de infraestructura insignia del actual gobierno y, más recientemente, al efecto de la relocalización de manufactura en el país (nearshoring).

De hecho, en las cifras acumuladas del 2023 la extraordinaria recuperación de la inversión fija se sigue explicando básicamente por los proyectos no residenciales. De enero a octubre, la inversión fija bruta total ha crecido 20.4% interanual. Sus dos pilares, los gastos en maquinaria y equipo y en construcción han tenido expansiones iguales. Pero dentro del rubro de construcción, el renglón residencial apenas ha crecido 1.6%, mientras que el no residencial ha subido 39%, nada menos.

Optimismo

Durante el 2023 la inversión fija ha sido el motor de la demanda agregada. Su crecimiento a octubre es cinco veces el avance de que ha tenido el consumo privado (4.1 por ciento).

El hecho de que haya retomado bríos en la recta final del 2023 fue bien visto por analistas, pues el dato valida la mejora en las perspectivas de crecimiento de la economía para el cierre del año.

“Las cifras publicadas hoy parecen balancear los riesgos y seguimos esperando que el crecimiento sorprenda al alza en tanto, factores como la construcción de los proyectos prioritarios, el nearshoring y la resiliencia de las fuentes del consumo”, dijo el Grupo Financiero Monex en un reporte.

Al tercer trimestre del 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) creció 3.4% de forma acumulada y el consenso de analistas apunta hacia un alza superior a 3.5% para todo el año, dato lejano a la expansión de menos de 1 por ciento que apreciaba la mayoría a inicios del año pasado.

Consumo baja el ritmo

En tanto, el consumo privado, que es el principal componente contable de la demanda interna, se redujo 0.3% en comparación con septiembre, rompiendo una racha de cuatro meses de avances. El guarismo reflejó la caída de los dos componentes del indicador, el consumo de bienes y servicios nacionales y el de bienes importados. El primero se contrajo 0.1% y el segundo, 1.6 por ciento. En el 2022, este indicador fue el motor del crecimiento del PIB, del lado del gasto.

Al margen de ello, hay optimismo sobre el cierre del 2023, tanto para el consumo como la inversión. “Sobre el primero, anticipamos un mayor impulso por las festividades del fin de año. Por su parte, la segunda se mantendrá sostenida por el gasto gubernamental en proyectos de infraestructura, así como por las obras en parques industriales”, destacó Banorte.

octavio.amador@eleconomista.mx

Editor de Empresas y Negocios en El Economista

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