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Maya Ka’an: la apuesta por el turismo comunitario y sustentable en zona centro de Quintana Roo

A pesar de haber recibido ofertas de grandes consorcios hoteleros y turísticos por sus atractivos naturales y culturales, las cooperativas ejidales que conforman Maya Ka'an, en Quintana Roo, han preferido mantener su identidad maya y el turismo comunitario, convirtiéndose en un referente de turismo de bajo impacto y rural.

Foto: Cortesía Maya Ka’an

Cancún, QRoo.- En 22 años han recibido ofertas de grandes consorcios hoteleros y turísticos para venderles sus más icónicos atractivos naturales y culturales, pero han preferido resistir y recorrer por cuenta propia el camino de la verdadera sustentabilidad y el turismo comunitario.

En 2014, gracias al empuje de las propias cooperativas ejidales en la zona maya de Quintana Roo, lograron crear la marca Maya Ka’an, el destino número 12 del Caribe mexicano, resultado del trabajo comunitario que iniciaron desde inicios del presente siglo.

Desde entonces Maya Ka’an es sinónimo de turismo de bajo impacto, rural y con una arraigada identidad maya que consideran su más importante baluarte, lo cual les valió ser considerados para el plan de financiamiento Kuxatur, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), junto con Sierra la Laguna en Baja California Sur y Huatulco, Oaxaca.

Actualmente, Maya Ka’an es una red de cooperativas ecoturísticas conformada por más de 15 comunidades en un espacio geográfico que abarca el centro de Quintana Roo en los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos, con algunos espacios dentro de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an.

Tras conformar la marca en 2014 se sometieron a un proceso de capacitación de las comunidades que incluyó desde el manejo de marca hasta la certificación de guías turísticos y la adopción de estándares de calidad empresarial adaptados a las cooperativas ejidales.  

Su identidad maya es un imán para el turismo europeo que actualmente captan, además de grupos académicos, de observación de fauna silvestre, de senderismo, “de un turismo muy distinto al que se recibe en Cancún o la Riviera Maya”.

Así lo expone Zendy Celeste Euán Chan, una de las principales promotoras de esta iniciativa, y actual miembro de la mesa directiva de Maya Ka’an.

Desde el inicio de la vinculación entre las cooperativas turísticas tuvieron claro su objetivo de no replicar los mismos errores que en Tulum, Cancún y la Riviera Maya que atraen un turismo masivo que atenta contra su identidad y el entorno natural que es parte de sus usos y costumbres.

Su principal propósito es, en cambio, “mostrar realmente qué es la cultura maya, visibilizar este espacio geográfico donde se encuentran las comunidades y lo que están haciendo en ecoturismo”, añade Zendy.

Las propias comunidades son conscientes de que la oferta de la zona maya es la verdadera diversificación de la gran industria turística del norte de Quintana Roo, y por ello basan su oferta en la conservación de su entorno.

Ejemplo de ello es la reserva ejidal de 1,235 hectáreas Much Kanan K’aax, donde opera el centro ecoturístico Siijil No Há, y que es sólo una parte de Maya Ka’an.

La declaratoria de área protegida es voluntaria, por lo que en el manejo del entorno no inciden ni la Comisión NAcional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ni autoridades de ningún orden de gobierno, sino únicamente la autogestión de los 250 ejidatarios que decidieron organizarse para mantener intacto al menos tres de las siete lagunas que conforman el sistema lagunar Ocom.

Pero Siijil No Há es apenas uno de los atractivos de Maya Ka’an. En Tihosuco, municipio de Felipe Carrillo Puerto, han incorporado a la experiencia turística la visita al Museo de la Guerra de Castas, donde una mujer, que se hace llamar así misma Doña Betty, sirve de guía de turistas para un recorrido histórico que inicia en 1847 con el levantamiento indígena encabezado por Cecilio Chi, Jacinto Pat y Manuel Antonio Ay y concluye hasta entrado el siglo 20, con el apacigüamiento de la rebelión, calificada como la más duradera en la historia de México.

Justo en Tihosuco, miembros de la red de cooperativas relatan que Grupo Xcaret pretendió adquirir una de las casonas que forma parte de la Ruta de las Haciendas, con el objetivo de ofertarlo como un nuevo atractivo para el turismo masivo que reciben en sus parques, pero la comunidad se negó y el proyecto nunca prosperó.


“Es importante decir, que en la zona maya y en las comunidades el trabajo que se está haciendo tiene que ser distnto, tiene que ser diferente, que haya una planeación turística, no queremos que pase, lo de Bacalar, lo de Tulum, con estas infraestructuras que en vez de ayudar, perjudican, eso sí nos queda claro, porque se debe dejar claro que se tiene que dar una oportunidad a la economía local”, añade Zendy.

Tan sólo en la cueva de las serpientes colgantes, ubicada en la comunidad de Kantemó,  el recorrido para observar la adaptación natural de los reptiles a un entorno sin luz en el que cazan murciélagos en pleno vuelo, el recorrido admite sólo 10 personas  al día, porque justamente no pretenden sobrecargar este microhábitat único en Latinoamérica.

Al preguntársele a Zendy cuál es el catálogo de rutas ecoturísticas que ofrece actualmente Maya Ka’an, responde contundente:

“Maya Ka’an no tiene actualmente rutas prediseñadas, tiene comunidades que están en posibilidad de ofrecer espacios naturales turísticos con servicios abiertos al turismo, entre las más importantes están Chunhuhub, KantemóSiijil No Há, Señor, Tihosuco, Muyil, la Ruta de la Guerra de Castas, Sabán y Xcabil”, añade.

Cada una de ellas oferta espacios de hospedaje de entre cuatro y seis cabañas con capacidad hasta para grupos de 24 o 30 personas, para no sobrepasar la capacidad de carga de cada uno de los ecosistemas naturales donde se ubican.

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