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A menores tipos, mayores riesgos

La situación para inversionistas conservadores es incómoda: la rentabilidad de las Letras del Tesoro en España, a un año, se ha situado por debajo del 0.40%; los bonos soberanos a dos años de Francia y Alemania apenas rentan unas centésimas; los emitidos por España, Italia o incluso Portugal, ni siquiera alcanzan el 1.0% de rentabilidad.

La situación para los inversionistas más conservadores es realmente incómoda: la rentabilidad de las Letras del Tesoro en España, a un año, se ha situado por debajo del 0.40%; los bonos soberanos a dos años de Francia y Alemania apenas rentan unas centésimas; los emitidos por España, Italia o incluso Portugal, ni siquiera alcanzan el 1.0% de rentabilidad. La obtención de rentabilidad "sin riesgo", o mejor dicho, "con riesgo soberano", es cosa del pasado.

Es cierto que dados los actuales niveles de inflación, en mínimos, las rentabilidades reales no son tan bajas. Aun así, el actual escenario de represión financiera y la incorporación del Banco Central Europeo a la política de incremento de su balance, hace presagiar que los tipos seguirán muy bajos durante largo tiempo, provocando cambios en el comportamiento de un elevado número de inversionistas tradicionalmente conservadores.

En este sentido, es reseñable la noticia aparecida en The Wall Street Journal, según la cual, de acuerdo con la filtración de un estudio realizado entre 400 entidades públicas de 162 países, que en conjunto gestionan activos por 29 billones (trillones americanos), la mayor parte de los bancos centrales mundiales comienzan a ver necesaria la inversión en renta variable dadas las bajas rentabilidades de la renta fija.

La noticia pone de manifiesto la tendencia natural a la asunción de riesgos cuando los tipos de interés permanecen bajos durante largo tiempo y, además, la percepción de riesgo se sitúa en niveles muy reducidos.

Situaciones parecidas ya las hemos vivido en el pasado y los riesgos acabaron materializándose. Los bajos tipos de interés al inicio de la década pasada (aunque sensiblemente superiores a los actuales), llevaron las rentabilidades de los fondos monetarios a niveles entonces considerados como muy reducidos (en torno al 1.5 por ciento). La demanda de más rentabilidad por parte de inversionistas llevó a la creación de los entonces llamados fondos monetarios dinámicos, que tenían en cartera, entre otros activos, titulizaciones a largo plazo referenciadas al Euribor que generaban mayor rentabilidad que la proporcionada por los activos monetarios. Las rentabilidades logradas fueron durante años sensiblemente superiores a las logradas por los fondos monetarios, hasta que llego la crisis financiera y se "rompieron" los mercados de renta fija como nunca antes había sucedido. Entonces se puso de manifiesto el mayor riesgo de estos fondos asociado a su mayor rentabilidad.

La memoria es corta. La búsqueda de los niveles de rentabilidad existentes hace apenas un año (cuando las Letras del Tesoro rentaban 1.4% frente al 0.39% actual) exige la asunción de mayores riesgos. Como sucedió en la década pasada, los riesgos no tienen por qué aflorar de inmediato, pero existir existen.

De confirmarse la noticia recogida en The Wall Street Journal, de momento la renta variable seguiría recibiendo un flujo de dinero que mantendrá e impulsará las cotizaciones, sin que la evolución de las mismas tenga nada que ver con el comportamiento de los beneficios empresariales. Cuanto más tiempo pase sin "sustos" en el mercado, menor será la percepción de riesgo y más inversionistas asumirán mayor riesgo del que están acostumbrados. Los riesgos existen, pero pueden tardar años en aflorar, como en la década pasada.

* Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñonez, director general Renta 4 Banco

Contenido de la Red Iberoamericana de Prensa Económica

fondos@eleconomista.com.mx

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