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Brasil después de Dilma..., muy complicado aún
Cuando usted lea estas líneas, tal vez la señora Dilma Rousseff haya tenido que dejar la presidencia de manera temporal en Brasil, para enfrentar un juicio político que tendrá lugar en un lapso de 180 días.
Los inversionistas globales han tomado como una noticia positiva su retiro del cargo, principalmente, porque es un hecho demasiado poco usual que exista este tipo de rendición de cuentas en un país emergente; en segundo orden, porque tienen la esperanza de ver un viraje en las decisiones económicas, terreno en el que la actual presidenta, aun siendo inocente, sale reprobada.
Hay que tener cuidado, apostar por Brasil sólo por este hecho sigue siendo una jugada muy arriesgada. Las decisiones en materia financiera y económica que tome el nuevo gobierno serán el factor clave que puede hacer que la economía y el valor de los activos financieros recuperen terreno. Estas decisiones son lo contrario de fáciles. Se necesitará un gobierno con mucho valor histórico para enderezar la economía brasileña.
Primero habrá que recuperar la confianza de los mercados e inversionistas en el orden mundial. Para ello requiere dar viabilidad al elevado endeudamiento público, así como corregir el rumbo de las finanzas públicas. El nuevo gobierno debería convencer al Congreso de aprobar reformas adicionales, para ajustar las cuentas públicas vía recortes al gasto y posiblemente, impuestos adicionales. Se trata de una medida amarga para la población, que inicialmente no sentiría ninguna mejora con respecto a la situación previa.
Sin embargo, ir hasta tal extremo mejoraría la percepción de los inversionistas, que podrían mantener el flujo de financiamiento a Brasil, lo que ayudaría a reducir las tasas de interés en un periodo más breve y aliviar el proceso de ajuste. El ajuste decidido sería bien visto por los mercados.
Un ajuste tibio, donde no se ataque el crecimiento del nivel de la deuda sólo provocaría que Brasil siguiese dependiendo fuertemente del financiamiento proveniente del exterior. Para ello necesitará pagar todavía tasas de interés muy elevadas, lo cual mantendrá la recesión por un tiempo mayor. Si las cuentas, tanto pública como externa, no cuentan con decisiones que muestren su viabilidad en el mediano y largo plazos, será muy difícil que Brasil saque la cabeza; en especial, en un entorno en donde los precios de los bienes básicos parece que continuarán a la baja.
Si se pone a pensar, para el señor Michel Temer, actual vicepresidente y quien asumiría el cargo de presidente, al menos los 180 días que duraría el proceso de juicio político contra la señora Rousseff, será muy complicado tomar decisiones contundentes. Es posible que Brasil simplemente tenga que sostener el rumbo actual sin grandes modificaciones de política económica; ello, ya lo dijimos, resulta caro en términos de costo financiero y garantiza que la recesión actual difícilmente dará visos de revertirse.
Es plausible que el sistema político en Brasil arroje resultados para perseguir casos de corrupción o de malos manejos por parte del gobierno. Pero insistimos: tenga cuidado en apostar ciegamente. Éste puede ser un caso claro de vender la noticia , una vez que los inversionistas vean que el camino de ajuste para los brasileños es muy largo y bastante complicado políticamente.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: