Buscar
Mercados

Lectura 6:00 min

Depreciación vs inflación

La crisis económica por la que actualmente atraviesa el mundo ha sido, sin lugar a dudas, la más profunda desde la década de los años 30, y ha implicado la aplicación de medidas de política económica poco ortodoxas.

Estas medidas dieron origen a su vez a fenómenos que no se habían observado antes, como la presencia de tasas de interés en niveles de 0% y en algunos casos de tasas nominales negativas.

En México también se han observados fenómenos que no tienen antecedentes, como la depreciación del peso frente al dólar pero con una inflación que tiende a la baja. Nuestro país cuenta con una larga historia inflacionaria, misma que se ha asociado a las devaluaciones del peso en las décadas de los años 70, 80 y 90.

Vale la pena recordar que la inflación más alta que registrada fue en 1987 (159.2%), después de que durante 1986 el tipo de cambio controlado se había devaluado 149 por ciento. Lo anterior producido por la vulnerabilidad de la balanza de pagos, provocada por una drástica disminución de ingresos petroleros (la mezcla mexicana cayó 13.48 dólares al pasar de 25.35 dólares por barril en 1985 a 11.87 dólares en 1986) y por la ausencia de crédito externo, escenario que se vio reflejado en crecientes presiones sobre el mercado cambiario.

El último antecedente que se puede encontrar sobre el traspaso de la devaluación del peso a los precios fue en 1995. Desde finales de 1987, la lucha contra la inflación se volvió prioritaria para las autoridades financieras, de manera tal que el 14 de diciembre de ese año se firmó el Pacto de Solidaridad Económica (PSE) en el que se estableció como objetivo fundamental el combate a la inflación. Las medidas instrumentadas en el PSE y sus versiones subsecuentes propiciaron que se avanzara exitosamente en el abatimiento de los precios. Al cierre de 1994, la inflación anual fue de 7%, el nivel más bajo registrado en los últimos 25 años, con una economía expandiéndose a 4.5 por ciento.

No obstante, y tras la eliminación del sistema de bandas y la adopción el 22 de diciembre de 1994 de un esquema de libre flotación, el tipo de cambio se depreció 66% en ese año. La falta de confianza y la incertidumbre que prevalecieron en los mercados locales tras la eliminación del esquema de tipo de cambio controlado hicieron que la devaluación del peso continuara, de manera tal que en los siguientes tres meses la cotización se ubicó en 8 pesos por dólar, es decir, se registró una depreciación de 70% en el primer trimestre de 1995 o una pérdida de valor del peso de 180% en 15 meses.

Los costos de esas devaluaciones fueron altas para la economía; las tasas de interés subieron a 110%, el PIB se contrajo 6.2% y la inflación repuntó a 52% en 1995. Ese año, como en las décadas anteriores, se pudo observar un traspaso de la devaluación a los precios, de hecho, Banco de México indicó en ese entonces: el repunte inflacionario de 1995 se debió fundamentalmente a las devaluaciones del peso en diciembre de 1994 y en los primeros y últimos meses de 1995 .

La dinámica reciente que han seguido los precios en el marco de la debilidad del tipo de cambio rompe con el comportamiento del pasado. El tipo de cambio del peso frente al dólar se ha depreciado casi 27% en el último año, considerando un nivel de 16.4 pd observado en los últimos días, mientras que la inflación anual medida a través del INPC se ubicó en 2.7% al cierre de julio, el nivel más bajo registrado.

Uno de los primeros aspectos que hay que destacar cuando se observa esta correlación en el pasado es que hoy tenemos un marco macroeconómico mucho más saludable: la economía está creciendo y las reformas estructurales auguran un mejor desempeño futuro, las tasas de interés son las más bajas de la historia, la deuda externa como proporción del PIB es de las más bajas del mundo y se tiene una balanza de pagos sólida, lo que implica que la debilidad del peso se debe a un proceso global de aversión al riesgo y no a un fenómeno de fuga de capitales como en el pasado. Esto podría significar que el tipo de cambio podría fortalecerse una vez que se cierre el paréntesis de incertidumbre y volatilidad que se registra en el mundo y que se asocia a temas externos como el proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos, la crisis en Grecia o el ajuste cambiario en China.

Por otro lado, hay que destacar que la depreciación del peso frente al dólar se ha presentado de manera gradual y de una magnitud relativamente moderada y consistente con lo que ha sucedido con otras monedas en el mundo. Es decir, si la depreciación hubiera sido de 25% en un día, claramente el impacto hubiera sido mucho más profundo y quizá se hubiera pensado en que el peso continuaría debilitándose. Cuando los agentes económicos perciben que el fenómeno de la pérdida de valor de la moneda será permanente es cuando se observa un traspaso mucho más contundente a los precios.

Es interesante observar como en 1994, después de seis años de ajuste macroeconómico, ya se podía observar esta disociación entre pérdida de valor de la moneda e inflación. Entre enero y noviembre el peso registró una devaluación de 15% con una inflación cercana a 7%, esto en el marco de los resultados favorables alcanzados por el país en materia económica.

Si bien se ha observado una mejoría en el desempeño del mercado interno, el crecimiento de la actividad económica en México este año ha sido menor al anticipado. De hecho, Banxico espera que la brecha del producto se mantenga en terreno negativo en los próximos meses, de manera tal que traspasar la depreciación de la moneda a los precios finales en un contexto de debilidad de la demanda podría significar una pérdida de mercado.

Actualmente se observa un cambio estructural en la economía mexicana que rompe la dinámica del traspaso de la depreciación del peso sobre la inflación, que hoy, además, se ve favorecida por una fuerte caída de los precios de la materias primas a nivel internacional, principalmente el petróleo. La economía crecerá y el precio de los energéticos también, presionando a la inflación pero difícilmente volveremos a ver la correlación depreciación-inflación en tanto prevalezcan los equilibrios macroeconómicos.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas