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El peso es víctima de su propia volatilidad
La moneda mexicana se mantiene como un activo de riesgo con oportunidades para los inversionistas si se toman en cuenta sus fuertes movimientos.
El peso vive en una ruleta rusa. O, para decirlo en términos técnicos, en plena volatilidad. En la semana del 18 al 22 de marzo el peso mexicano registró un movimiento amplio contra el dólar y operó en un rango entre las 19.2335 unidades y las 18.7425 unidades. La diferencia entre ambos puntos es de 49.10 centavos.
El movimiento tan amplio, que fue registrado en menos de una semana, sólo puede describirse con la palabra volatilidad, que la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define como la “inestabilidad de los precios en los mercados financieros”. El peso, básicamente, es una moneda inestable.
Rango abierto
Para comprobar esta característica hacen falta sólo algunas comparaciones. Al comenzar el año, el dólar-peso registró un cierre de 19.6513 unidades. Si a esta paridad se le resta su registro final del viernes 22 de marzo (19.0980 unidades según el registro del Banco de México), el movimiento es de 55.33 centavos. Existe una diferencia entre ambas cotizaciones de 2.81 por ciento.
En menos de una semana, al menos desde el punto de vista porcentual, el cruce dólar-peso se ha movido prácticamente lo mismo que en lo que va del año. La ruleta rusa es más que una anécdota; es una circunstancia permanente.
Cualidades compartidas
La volatilidad es una característica que el peso comparte con otras monedas de un grupo al que pertenece conocido como monedas de mercados emergentes. Los mercados emergentes, de acuerdo con el banco Credit Suisse, son naciones de ingresos medios o altos, en transición al desarrollo por medio de una rápida industrialización y con mercados de valores que crecen en tamaño, actividad y calidad.
Entre las monedas emergentes destacan el rand de Sudáfrica, la lira turca, el rublo ruso y el real brasileño como algunos de sus principales exponentes. Todas ellas presentaron movimientos semejantes en la semana del 18 al 22 de marzo, fortaleciéndose tras darse a conocer que la Reserva Federa (Fed) de Estados Unidos no subirá los tipos de interés en 2019. Y luego, como con el peso mexicano, todas cayeron debido a un renovado temor a la desaceleración económica global por una contracción continua en las cifras de manufacturas de Alemania.
El peso mexicano y el resto de las monedas emergentes suelen moverse en bloque y reaccionar del mismo modo a noticias o cifras relevantes para los mercados financieros en el mundo, principalmente de Estados Unidos, China o la Unión Europea. Sus desplazamientos sólo difieren por temas internos y cuando el mercado se encuentra estable, al regirse entonces por las leyes de la oferta y la demanda.
Niveles de exposición
Pero aún entre las monedas emergentes existen diferencias en cuanto al nivel de exposición. El real brasileño, por ejemplo, retrocedió este viernes más de 2.50% debido a las preocupaciones sobre la economía global, mientras que el peso lo hizo 1.16 por ciento.
Brasil vive un contexto interno que presiona a sus mercados, por una reforma impulsada para modificar el régimen de pensiones para los militares. En el largo plazo el contraste con el movimiento de la divisa mexicana es igual de claro. Mientras el peso ha avanzado y retrocedido constantemente, el real brasileño ha perdido 2.91% (inició el año con un valor 3.7485 unidades por dólar y cotiza en 3.8879 reales).
Es cierto que las cuestiones que complican el mercado, desde el punto de vista interno, aumentan la suceptibilidad de los emergentes ante noticias externas. Pero también se debe tomar en cuenta como un factor intrínseco que la volatilidad no es la misma en todos los mercados emergentes.
Credit Suisse comparó la volatilidad de los mercados emergentes desde 1964. El registro lo realizó por medio de una medida técnica llamada desviación estándar que se expresa en porcentajes. El promedio para los mercados desarrollados es de 25%, mientras que entre los principales emergentes México registró 36% y Brasil un elevado 59%, sólo por detrás de Rusia, con 70 por ciento.
La otra cara de las monedas
La firma suiza destacó que “la volatilidad y exposición de las divisas disminuye en la medida en que el desarrollo aumenta”. En el movimiento del mercado, toma en cuenta que la tendencia a largo plazo indica un debilitamiento de prácticamente todas las monedas frente al dólar, incluso las de mercados desarrollados. Sólo pocos ejemplos pueden mencionarse en el lado opuesto. Ese es el caso del franco suizo.
Esta semana el franco suizo registró cuatro jornadas con avances y cayó en la sesión del viernes, debido al fortalecimiento del dólar por los temores a la desaceleración de la economía global.
A pesar de haber experimentado las mismas influencias que las emergentes, su peor registro fue de 1.0029 unidades por dólar, mientras que el mejor fue de 0.9892 unidades por dólar. La diferencia es de 1.37 centavos. Contra su registro del viernes 15 de marzo (1.0019 unidades por dólar), representa 1.36%, muy por debajo del 2.55% que arroja el mismo proceso con el peso.
Por ello Credit Suisse recomienda mantener como cobertura a las monedas con características como las del franco suizo, a fin de minimizar el riesgo que representa “cazar” los movimientos de las emergentes. Para el banco suizo, la diferencia entre las volatilidades es otro factor para asegurar que mercados como el mexicano, el brasileño y el ruso aún no terminan de emerger.
Una ruleta rusa constantemente activa.