Lectura 4:00 min
La paradoja de la liquidez
Las políticas extremas de relajación monetaria (Creación de dinero y tasas de interés sumamente bajas) ejercida por la mayoría de los bancos centrales en el mundo homogeneizaron la postura de los inversionistas en el mundo.
Las políticas extremas de relajación monetaria (Creación de dinero y tasas de interés sumamente bajas) ejercida por la mayoría de los bancos centrales en el mundo homogeneizaron la postura de los inversionistas en el mundo. Éstos decidieron que las elevadas cantidades de dinero barato provistas por los bancos centrales implicaban una apuesta de un solo lado a favor de la compra de cualquier clase de activo financiero (bonos) y no financiero (inmuebles, etcétera).
Simplemente el hecho de la existencia de muchos compradores y muy pocos vendedores provocó una elevación de precios claramente inusual y con ello hubo ganancias extraordinarias de las que hemos disfrutado casi todos en los últimos seis años.
Los hechos en los últimos días ponen en evidencia los efectos nocivos de tal distorsión. Ahora, ante una percepción de que las tasas de interés pueden elevarse (por la mejor información de crecimiento y la aparente evidencia de que el riesgo de una deflación disminuyó), algunos mercados parecen tener escasez de compradores.
Este fenómeno no sólo responde a la gran cantidad de activos que demandaron y que ahora posee la mayoría de los inversionistas; también es consecuencia de las fuertes medidas de regulación que las autoridades en el mundo desarrollado implementaron para evitar una situación equivalente a la vivida hace siete años.
Ahora los bancos deben cumplir con parámetros más estrictos de liquidez de sus activos y capitalización; y más importante aún, no pueden hacer operaciones por cuenta propia. Esto le ha quitado a muchos mercados la posibilidad de contar con formadores de mercado en la figura de los intermediarios.
Hoy hay menos riesgo en el sector bancario, pero no necesariamente en los mercados.
Un activo es líquido si es susceptible de ser comprado o vendido rápidamente, de manera poco costosa y sin alterar significativamente su precio. La paradoja es que con tanto dinero creado circulando en el mundo, muchos mercados parecen quedarse sin compradores y con un número creciente de vendedores, lo cual es muy peligroso. El fenómeno parece reflejarse más en el mercado de deuda corporativa y ahora en el de deuda soberana, pero podría también terminar afectando a los mercados de divisas o de acciones.
La señal que prueba lo anterior es la violenta alza de tasas de bonos de largo plazo. En un espacio de seis semanas las tasas de los bonos de largo plazo soberanos de la región se han destapado al alza. En dicho lapso, el rédito del bono a 10 años de Alemania ha subido de 0.08 a 0.98 por ciento. En Estados Unidos el aumento ha sido de 1.87 a 2.47% en los bonos del tesoro a 10 años.
Una estampida del mercado de bonos que se traslade a otros mercados es algo delicado que debe preocupar a las autoridades. Plantea de entrada una mayor inestabilidad. La volatilidad en el mercado de bonos ha vuelto a ser elevada y podría acentuarse si se arraiga la idea de que el crecimiento es mayor, la inflación crece y los bancos centrales revertirán sus actuales políticas.
Por supuesto que una situación así hace muy poco posible una salida suave de las fuertes distorsiones monetarias creadas. Las autoridades deben considerar que los mercados inundados de miedo pueden anticipar un aumento brusco de tasas de largo plazo y generar una situación complicada que derive en un cambio de intención obligado en la postura de política monetaria.
La clave de todo parece ser la capacidad de la recuperación de sostenerse y de la inflación para repuntar; por ello los inversionistas muestran mucha sensibilidad ante la publicación de datos.
Mientras no se defina otro entorno, debemos asumir que los rendimientos no serán buenos, lo cual no debería causar extrañeza después de seis años de rendimientos extraordinarios en casi todos los frentes, provocados por una distorsión que está lejos de desaparecer pero que comienza a dar señales de agotamiento.
*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: