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Opinión

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AMLO: más populista que popular

Mucho se comenta en los medios de comunicación acerca de la popularidad del presidente López Obrador. Algunos analistas sostienen que esa es la base del poder extraordinario que ha acumulado el político tabasqueño. La fuerza del ejecutivo, suelen decir, se sostiene sobre las elevadas tasas de aprobación que reportan las encuestas de opinión pública.

La perspectiva histórica, sin embargo, permite ver que la popularidad del actual titular del Poder Ejecutivo tiene muy poco de extraordinaria y difícilmente explica el enorme poder que ha acumulado. Desde luego, tener tasas de aprobación elevadas ayuda, pero resulta insuficiente para alcanzar el grado de concentración del poder en la presidencia de la República al que se ha llegado en el actual gobierno.

La serie histórica de la Encuesta Nacional Postelectoral (ENP), que se viene levantando unos días después de las elecciones federales desde 1997, muestra que las tasas de aprobación de los presidentes mexicanos suelen ser bastante altas a la mitad de su sexenio.

Según la ENP (un estudio académico que realiza la División de Estudios Políticos del CIDE con el fin de explicar el comportamiento de los votantes), el presidente que llegó a la elección intermedia con los mayores niveles de popularidad fue Ernesto Zedillo, con el 69.4 por ciento. López Obrador aparece en segundo lugar con el 67.3% y Felipe Calderón en tercero con el 66.5 por ciento.

De hecho, los intervalos de confianza de la aprobación presidencial se cruzan, lo cual significa que hay un “empate técnico” ente Zedillo, López Obrador y Calderón. No se puede afirmar con el nivel de confianza usualmente exigido (95%) cuál era el más popular de los tres.

Enrique Peña Nieto es la única excepción en el periodo a la regla de altas tasas de aprobación presidencial. Todos los mandatarios han tenido una popularidad por arriba del 60%, excepto el político mexiquense. Llegó a la elección intermedia con un 41.8% de acuerdo con su forma de gobernar.

Desde luego, es más fácil medir la aprobación presidencial que explicarla. Mucho se ha dicho sobre cómo la popularidad de López Obrador descansa en sus programas sociales. La evidencia empírica de la ENP, sin embargo, desmiente esta creencia. La probabilidad de estar de acuerdo con López Obrador no aumenta de forma significativa entre quienes se benefician de los programas sociales del gobierno de la 4T.

Por otro lado, tampoco queda claro cuál es la relevancia de la aprobación presidencial. La evidencia apunta a que el estar de acuerdo con la forma de gobernar del presidente aumenta de manera significativa la probabilidad de votar por su partido. Sin embargo, hay tantos factores involucrados en el comportamiento electoral, que diluyen el efecto de la aprobación del presidente en turno.

Peña Nieto nunca fue un presidente popular, pero el PRI (con la ayuda del Partido Verde) ganó las elecciones legislativas de 2015. En cambio, Fox y Calderón llegaron a los comicios de medio término con altas tasas de popularidad, que no impidieron el descalabro del PAN en las urnas. López Obrador tuvo una buena elección en el 2021, pero no queda claro el peso que la aprobación presidencial tuvo en el resultado electoral.

El acuerdo con la forma de gobernar del presidente López Obrador se mantiene en buenos niveles, pero no son inusuales. No es escusa ni justificación para el caudillismo ni la concentración del poder. La perspectiva histórica muestra que la popularidad de un presidente no tiene que ser sinónimo de populismo.  

*Profesor del CIDE.

Twitter: @BenitoNacif

El Dr. Benito Nacif es profesor de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Fue Consejero Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) del 2014 al 2020 y del Instituto Federal Electoral (IFE) del 2008 al 2014.

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