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Opinión

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Cero y van dos

La recuperación de EU no se dará sin un clima de confianza, que exige estrategias para abatir el déficit fiscal y estimular la productividad.

Hay dos grandes mitos alrededor de QE2, es decir, la acción de relajamiento monetario que implementó la Fed la semana pasada, por medio de la compra estructurada de bonos del tesoro. Es la segunda vez que el banco central estadounidense toma la vía de un estímulo macroeconómico desde que se desató la crisis financiera.

Varios observadores temen, con toda razón, que esta estrategia pueda generar un futuro ciclo de inflación, junto con una nueva burbuja de activos, ya sea en el mercado de commodities o en el mercado bursátil. Sin embargo, ni Ben Bernanke ni la Fed pretenden que esta serie de medidas sean la solución a la problemática de recuperación económica que vive la región estadounidense. En las pasadas reuniones de Jackson Hole, la cumbre monetaria más importante del mundo, Bernanke fue muy claro al anunciar que cualquier futuro estímulo no funcionará en ausencia del liderazgo del sector privado para reanimar un ciclo de inversión productiva.

A su vez, este ciclo no se puede dar en ausencia de un clima de confianza, lo cual exige un marco de estrategias de largo plazo para abatir el déficit fiscal, así como para estimular la productividad. En las memorables palabras de William Clinton, es la economía, estúpido . Al parecer, este punto no ha sido comprendido por la administración de Obama a pesar de la derrota electoral pasada.

En este sentido, para bien o para mal, la Fed claramente ve la necesidad de inyectar mayor gasolina al automóvil económico, el cual parece está en riesgo de una nueva parálisis. Falta que el conductor, la inversión productiva, lo conduzca en la dirección adecuada.

Otros ven la analogía más por el lado de los riesgos de aplicar demasiada morfina al paciente económico, quizás ésta sea la figura adecuada para medir los riesgos de QE2. Un segundo mito, en relación con esta figura, explicado por Manuel Suárez Mier en su Aquelarre Económico pasado, es que una consecuencia no manifiesta de este episodio de relajamiento es la la depreciación del dólar, con el fin de alentar las exportaciones estadounidenses. Ello es necesario, según una cierta nueva sabiduría convencional, para generar los ingresos requeridos que le permitan a la economía pagar los pasivos acumulados a la fecha, pero como explica Suárez Mier, éste es una especie de proteccionismo cambiario que puede ser la antesala de un episodio de guerras cambiarias y con ello el equivalente al desastroso efecto económico de la Ley Smoot-Hawley en los 30.

rsalinas@eleconomista.com.mx

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