Lectura 4:00 min
Circuncisión faraónica
Sin duda posee una hermosura única irradiada por su piel morena, que ha sido tostada por un cálido sol impregnándole esencias aromáticas en todo el cuerpo, sin embargo, y a pesar de su exuberante belleza física y por llegar a ser una de las modelos africanas más cotizadas en el mercado de la moda, Waris Dirie sufrió uno de los peores ataques que una mujer puede sufrir: la mutilación genital.
La mutilación sexual femenina –conocida como escisión– consiste en cortar la piel que recubre el extremo del clítoris o la extirpación (ablación) de este órgano extremadamente sensible de la mujer y, a menudo, se amputa parte de los labios menores.
Esta práctica tiene como fin evitar que las mujeres gocen del placer sexual, ya que en algunas culturas o sociedades son consideradas como simples objetos sexuales, de trabajo doméstico y de reproducción humana. Con estas prácticas se les ataca física y psicológicamente.
Otra mutilación mucho más extrema es la de la infibulación, también llamada circuncisión faraónica, que es una escisión completada con la ablación de los labios mayores, cuyos muñones se suturan de un extremo a otro, dejando sólo un pequeño orificio que permite apenas el paso de la orina, el flujo menstrual y más adelante, la penetración.
Esta práctica tiene graves consecuencias: hemorragia, anemia, retención de líquidos, infecciones pélvicas y desgarramientos en el parto.
Se ha considerado que dicho ritual no tiene vinculación con religión en particular, ya que tribus animistas, judíos, cristianos y musulmanes la practican, siendo esta última la más identificada con este rito de “transición”.
En la mayoría de los países musulmanes, las leyes laborales en el sector industrial o administrativo tienen como primera víctima a la mujer trabajadora en relación con la desigualdad de sueldos, facilidades maternales o lo referente a la jubilación. En lo referente a las leyes familiares –en cualquier país árabe–, como la finalidad es proteger los beneficios de la familia como una unidad económica, le dan todo el poder a los hombres.
Estas “ceremonias” obligan a que cada vez sea mayor el número de mujeres de corta edad que abandonan su país de origen, para emigrar a Europa o América del Norte, principalmente, sumándose a los problemas alimenticios y de trabajo existentes. Todo esto fomenta la prostitución, el odio y la denuncia constante de grupos que consideran el “totalitarismo islamista” comparable con el nazismo y el estalinismo, que desemboca en constantes choques violentos: hechos todos “en nombre de Dios”.
El caso de Waris Dirie es muy significativo. Ella nació en Somalia, en una familia nómada. Ignora su edad pero podría tener 56 años (1965). Aproximadamente a los cinco, su madre la condujo a la oscuridad del desierto y dejó que una gitana le extirpara el clítoris. Después, la cosieron con espinas de plantas y le ataron las piernas por 40 días.
Sin embargo, años más tarde, luego de salir de su país, su belleza le valió un millonario contrato con la marca Revlon y ser parte de las inolvidables chicas Bond. En septiembre de 1996, fue nombrada Embajadora Especial por la ONU para su campaña en contra de la mutilación femenina. Es autora del libro La flor del desierto (Editorial Planeta, 1999), en el que habla sobre su niñez y de cómo salió de África –su nombre significa "Flor del desierto"–.
Según cálculos de la OMS, más de 130 millones de mujeres han sido víctimas de mutilaciones sexuales y, anualmente, dos millones de niñas corren el riesgo de sufrir esas prácticas.
Entendamos que la mujer no es un objeto sexual, ni de trabajo doméstico o de simple reproducción humana, sino que ella es la depositaria de la vida misma.
Twitter: @plumavertical
* Jorge Iván Garduño es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la UNAM. Fotógrafo, escritor, periodista y promotor de la lectura. Actualmente es coordinador de Comunicación de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.