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Opinión

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Costos económicos de la emergencia sanitaria en las regiones de México

Las regiones de México con mayor participación en actividades económicas fuertemente vinculadas al sector externo son las más afectadas por la parálisis económica desencadenada por las medidas de emergencia sanitaria. Comenzaremos por analizar el nivel mesorregional, en el cual agregamos entidades colindantes que comparten algunas características geográficas: distancia a la frontera norte, litorales y localización relativa respecto a las principales cadenas montañosas del país. Con esos criterios, identificamos siete mesorregiones que cubren la totalidad de nuestra superficie continental.

Para nuestros cálculos, empleamos modelos multisectoriales construidos con matrices de contabilidad social, los cuales nos permiten simular el efecto del paro en las actividades “no esenciales” sobre las principales variables económicas.

Comenzaremos por medir el costo mensual de las medidas de emergencia sanitaria en términos de puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) anual. Las economías regionales más afectadas son aquellas que comparten frontera con Estados Unidos: El noroeste (Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Chihuahua) y el noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), con caídas mensuales equivalentes a 4.5 y 4.4% de su PIB. A nivel nacional, estimamos el costo mensual en 3.5% del PIB; por lo tanto, el altiplano centro-norte (Aguascalientes, Durango, Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas) también registra afectaciones superiores a ese promedio, pues cada mes de paro su PIB anual disminuye en un monto de 4.2 por ciento. En esas tres regiones habita poco menos de un tercio de la población del país (31.9%), pero su participación en las exportaciones industriales es de 71.4 por ciento. En el centro (Ciudad de México, Hidalgo, México, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala), la factura mensual de la contingencia es ligeramente superior a la media general (3.6% del PIB).

Finalmente, las regiones menos afectadas por las medidas de emergencia sanitaria son la sur (Chiapas, Guerrero y Oaxaca.) y la golfo-sureste (Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán), con contracciones de 2.2 y 3.1%; en esta última, se concentra la actividad de extracción de crudo, la cual ha sido severamente afectada por la pandemia, pero no por las medidas de emergencia sanitaria aquí analizadas, pues esta actividad se clasificó como esencial.

La fabricación de equipo de transporte es la actividad que experimenta la reducción más importante en el valor de la producción bruta en las regiones de la frontera norte, el altiplano centro-norte y el centro de la República (especialmente en los estados de Querétaro, México, Puebla y Tlaxcala). De lo anterior se destaca la trascendencia del plan de reapertura de este sector que actualmente están elaborando los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México.

En general se trata de plantas bien organizadas, con capacidad para desarrollar y aplicar protocolos de seguridad que limiten los riesgos de contagio. Los momentos críticos son los traslados y los ingresos y egresos de las plantas. En lo económico, sería un gran alivio, pues su reactivación reduce en 1 punto del PIB el costo mensual de la pandemia a nivel nacional y en 2 puntos en el caso de la economía del estado de Coahuila. Si la experiencia resulta exitosa, puede facilitar el reinicio gradual del resto de los sectores en paro.

En seis de las siete regiones, los efectos absolutos más graves sobre el empleo ocurrirán en la industria de la construcción, en cuyas actividades “no esenciales” se perderían 819,213 puestos de trabajo en dos meses de emergencia sanitaria en todo el país. En la ausencia de políticas económicas adecuadas, también desaparecerán muchos empleos en los servicios de apoyo a los negocios, la fabricación de maquinaria y equipo, equipo de transporte y el comercio al menudeo. Dependiendo de la región, en estos cinco sectores se acumula entre 55.2 (noroeste) y 74.2% (golfo-sureste) de la caída en el empleo.

En materia de consumo privado de bienes y servicios, los impactos más significativos se concentrarán en cinco actividades económicas: servicios inmobiliarios; comercio al menudeo; industria alimentaria; transportes y almacenamiento, y servicios financieros, en los cuales, dependiendo de la región, se acumula entre 59.4 (noreste) y 64.8% (golfo-sureste) del consumo de los hogares.

Ante la reticencia del presidente de la República a impulsar medidas de alivio fiscal que permitan a las empresas transitar por esta difícil coyuntura y preservar el mayor número posible de fuentes de trabajo, gana relevancia la iniciativa de factoraje invertido auspiciada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de BID Invest y el Consejo Mexicano de Negocios. La propuesta destaca por su alcance (créditos hasta por un monto de 12,000 millones de dólares —1.2% del PIB nacional— orientados a 30,000 mipymes de México), su mecánica (financiamiento contra facturas por la venta anticipada de insumos en redes de proveeduría estructuradas) y por las instituciones que lo auspician, pues muestran la voluntad de una sociedad de tomar la iniciativa ante la omisión de la autoridad.

La gravedad de las circunstancias económicas que estamos viviendo se manifiesta en las proyecciones dadas a conocer hace unos días por la Congressional Budget Office (CBO), en las que se proyecta un desplome de 5.6% en el PIB de Estados Unidos en el 2020. Tendríamos que retroceder 74 años para encontrar un descalabro de ese orden de magnitud.

La pandemia del Covid-19 catalizará cambios relevantes en muchos planos. Por ejemplo, en el externo, los alcances y la reconfiguración de la globalización, pues la contingencia sanitaria reveló la fragilidad estructural de depender de China para la fabricación de medicamentos y equipo médico, o para la proveeduría de insumos estratégicos en las cadenas globales de valor. Seguramente veremos el fortalecimiento de los acuerdos de integración regionales, con lo cual se abrirán nuevos retos y oportunidades para México en el marco del T-MEC. También se desprenderán lecciones importantes sobre los riesgos de otras tragedias inminentes, como los impactos del cambio climático, y con ello el cuestionamiento de nuestros estilos vida para la sustentabilidad ambiental, económica y social del planeta. En el plano interior, desnudó las deficiencias en la gobernación de los asuntos públicos en los distintos ámbitos de gobierno y parece conducirnos a la necesaria reconstrucción de nuestro pacto federal.

*Investigadores nacionales del CONACYT, adscritos al Centro de Investigaciones Socioeconómicas de la Universidad Autónoma de Coahuila.

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