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Debe Biden evitar la invasión de Gaza
La única salida del conflicto palestino-israelí será sin fuerza armada ni ocupación. Nuestro mensaje de paz debe ser más fuerte que nunca”.
Daniel Barenboim
El ataque de Hamás en Israel el sábado 7 de octubre puso de manifiesto que ni la más sofisticada inteligencia militar del mundo es capaz de proteger la vida humana ante la violencia. La información que se ha difundido del conocimiento preciso que tenía Hamás de los centros de seguridad y las bases en la frontera son la evidencia de que nada es secreto. Ese sábado se implementó una operación que tenía, al parecer, al menos un año preparándose, con objetivos definidos con toda precisión. Resulta casi imposible de creer, pero 10 personas y cinco motos fueron suficientes para iniciar y detonar el mayor ataque que el poderío militar de Israel ha sufrido en su historia. Nada de lo anterior justifica la muerte de civiles e inocentes ni israelitas ni palestinos.
Se trata de un conflicto político que tiene al menos 75 años, con el fracaso del Reino Unido previo a la Segunda Guerra Mundial al gobernar el territorio. Un conflicto histórico, religioso y político. Un conflicto de tierra, ocupación y fronteras. La ciudad de Jerusalén como punto focal, capital para judíos y palestinos. La importancia geopolítica de la región y el choque entre el mundo árabe y occidente, entre musulmanes y judíos.
Los múltiples esfuerzos de paz y negociaciones no han logrado un acuerdo definitivo para la creación de dos estados independientes y seguros. Ante el fracaso de la racionalidad, la voluntad política y la justicia, extremos y fundamentalistas de ambos lados han adquirido más poder. La figura más responsable de la política de Israel con Palestina en la última década es Netanyahu, quien hoy tiene el contexto perfecto para aplastar Gaza (y que prospere su iniciativa de ley para debilitar la Suprema Corte de Justicia de su país y, así, mantenerse fuera de la cárcel).
Gaza está viviendo una verdadera crisis humanitaria que las principales potencias del mundo y las Naciones Unidas, están obligadas a evitar. Ahora se suma el inhumano bombardeo a un hospital que causó cientos de muertes, con acusaciones mutuas, entre Israel y Hamás, sobre el responsable de esta tragedia. El exprimer ministro Ehud Barak ha sido muy claro en que “eliminar a Hamás no es un objetivo realista”. Es muy probable, incluso, que sus principales líderes ya no estén en Gaza.
Lo que se requiere es un alto al fuego y la intervención de Europa, Estados Unidos y Naciones Unidas para evitar más atrocidades e impedir acciones bélicas que puedan detonar un mayor conflicto en la región.
En ese grave contexto, tras días de trabajo del secretario Anthony Blinken en la región, y con barcos de la marina cerca de las costas del Israel, Biden llega hoy a Israel para reunirse con Netanyahu. En días recientes en el programa 60 Minutos declaró que sería “un grave error que Israel ocupara Gaza”. Además de reunirse con Netanyahu, Biden verá a los presidentes de Egipto y Jordania. Hace apenas tres semanas, Estados Unidos estaba cerca de cerrar el acuerdo entre Israel y Arabia Saudita. Un logro estratégico para dar estabilidad a la región, y que le permitiría enfocarse económica y políticamente con más recursos en sus dos principales prioridades de política exterior: su rivalidad con China y la guerra en Ucrania.
Permitir que Netanyahu avance con su reacción desesperada de “restaurar el honor de Israel” con 360,000 efectivos invadiendo por tierra a Gaza, sería aniquilar durante mucho tiempo cualquier posibilidad de paz en la región, con el enorme peligro de que los conflictos militares escalen.
Por ahora Putin ya inició la contra-contra ofensiva en el noreste de Ucrania, aprovechando también las diferencias políticas que han aflorado en Polonia respecto a su apoyo a la defensa de Ucrania, y que fueron un eje central de la elección que se realizó el domingo.
Israel debe evitar crear un conflicto de tal magnitud y con tantas víctimas civiles en la franja de Gaza que involucre a más naciones —sobre todo, las árabes— y, con ello, dificulte cada día más las posibilidades de la paz y del regreso de los rehenes. La solución reside, más bien, en implementar una acción estratégica y quirúrgica de respuesta a lo ocurrido, que busque rescatar a los rehenes, y no caiga en la provocación de Hamás e Irán. Hacerlo les descuadraría la jugada siniestra de los ataques y permitiría conservar un complejo equilibrio en la región.
Si Netanyahu y sus generales se salen con la suya, el costo político para Israel en el mediano plazo será altísimo, y en lo inmediato se vivirá una carnicería inhumana con civiles, en su mayoría mujeres, niños y el heroico personal médico, de Naciones Unidas y de ONGs que, en el cumplimiento de su labor, se han negado a abandonar a sus pacientes y a otros civiles que no pueden evacuar. Ninguno merece sufrir estas consecuencias. ¿Será Biden capaz de evitar la invasión?